# 8 Comer una hamburguesa de tres kilos.

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— No es posible.

—No tengo que conocer lo mismo que tú.

—Todos lo conocen.

—No es cierto.

—Claro que si. Mira ¡Hey Matt!— el chico volteó a verlo— ¿Conoces el concurso de la hamburguesa?

— Sip.

—Ahí esta.

Abraham sonrió al ver el ceño fruncido de Irene, su amiga muchas veces llegaba a ser muy expresiva y eso le encantaba. La chica lo miró con las cejas alzadas y puso sus manos en jarra. En ese momento la rubia le recordó a su madre cuando se molestaba.

— ¿No será un invento de ustedes, los hombres?—preguntó entrecerrando los ojos.

—¿Por qué sólo los hombres?— le preguntó divertido—Las mujer también pueden inventar chismes de concursos de comida.

— No, porque nosotras las perfectas mujeres, somos unos ángeles condenados a estar con ustedes.

—Que yo recuerde los ángeles no son tan arrogantes—le revolvió el cabello— Además, tú pusiste ese reto en la lista.

— Si, pero son de esos retos que los hago cuando estoy de hiperactiva y no puedo  calmarme—rodó los ojos— No es como si supiera que hubiera un concurso de hamburguesas.

— ¿Tú? ¿Con hiperactividad?— soltó una carcajada— Pero si eres más pasiva que una ardilla.

Irene lo miró con el ceño fruncido y antes de que pudiera siquiera contestar, Grisell se acercó a ellos con una sonrisa. Hacia una hora que habían llegado al festival de música, y ni siquiera se habían separado. Abraham le saco la lengua a la rubia antes de prestar toda su atención a la pelinegra.

— Chicos... creo que tenemos un problema.

—¿Cuál?

—No hay suficiente dinero siquiera  para comer todos— hizo una mueca y señalo al otro trío que estaba hablando y señalando uno de los toboganes de agua.

— Bueno—Irene se encogió de hombros con media sonrisa— Ellos no comen, nosotros si. Problema resuelto—Abraham rodó los ojos.

— En definitiva no eres un ángel—el chico miró a todos lados, hasta que se le ocurrió una idea— Irene, ve a coquetear le a ese chico de allá y tal vez hasta tengamos unos billetes nuevo en las bolsas.

— ¿Quién te crees para darme ordenes?—dijo indignada, pero aún así se arreglo la ropa y compuso su mejor sonrisa— Ahora vuelvo.

Abrajam y Grisell observaron como la rubia se acercaba contoneando las caderas de una forma sutil y saludaba al chico en la tienda de comida. Hacia un poco de frío, pero toda la gente sonreía mientras se mojaba o comía un par de patatas en la espera de que la música empezará a llenar el ambiente; Matt, Lía y James se acercaron con curiosidad hacia ambos chicos que veían como su rubia amiga coqueteaba nada discreto. 

— ¿Ocurre algo?

—Chist—le calló Abraham señalando a una Irene que volvía hacia ellos con los ojos abiertos de par en par—¿Qué pasó?

—Me... rechazó— la rubia se acercó a su mejor amigo con un puchero— Hice... mucho. Y me rechazó.

— Apuesto a que le sacó al chico más de cien dólares—dijo de pronto Abraham, todos lo miraron con las cejas levantadas.

Sin esperar respuesta, el chico fue hacia el caminando con paso tranquilo, hablaron un poco y de vez en cuando ambos reían. Abraham se desordeno un poco el cabello en señal de nerviosismo. Y pasados unos minutos el chico volvía hacia ellos con ciento cincuenta dólares en sus manos.

— ¡Todo el maldito mundo es gay!—gritó James con desesperación cuando Abraham les contó todo.


Horas después los seis chicos estaban comiendo sentados en el pasto, ya había empezado a anochecer cuando se dio la primera llamada de que los conciertos empezarían.  Grisell empezó a ver como la gente se acercaba a los escenarios, y otra poca al muro en donde se tenía que escribir lo que se quería lograr a hacer, su cabello negro se despeinaba conforme el viento le pegaba en la cara. Sintió como alguien se sentaba a su lado y se sorprendió de encontrarse con Matt.

— Me sorprende que te digne a hablarme después de ver tus partes nobles.

—Bueno tengo mucha confianza en esto—se señaló a si mismo divertido y luego sonrió— Siento mucho si te hice sentir incomoda.

— Bueno... lo hiciste—se encogió de hombros.

— Era la idea inicial—soltó una pequeña risa.

— Eres lindo—las palabras se le salieron de la boca, sin siquiera pensarlo.

Matt sonrió ante lo dicho de la chica. Y con discreción se acercó un poco más a ella. El chico la miró por un momento.

— ¿Te sentirás más incomoda si te beso?

—La respuesta correcta sería si. Pero en estos momentos no lo sé—murmuró sonrojada.

— Lo tomaré como un sí. 

Matt se acercó más a ella y junto sus labios. La descarga eléctrica que sintió Griselle en un futuro lo atribuiría por el simple hecho de que hacía frío. El chico puso una mano en el mentón de ella para profundizar el beso.

— Me debes dinero—susurró Abraham a unos metros de la pareja. Irene frunció el ceño.

— Siempre te debo dinero—la rubia hizo una mueca—Me preguntó que pasará con él— señalo a un James que se encontraba con los puños apretados pero sin expresión alguna en el rostro.

Abraham imitó a su amiga en la mueca, pero luego sonrió.

—Yo los calmo.

Se levantó del pasto y fue directo por una cubeta llena de agua. Sigilosamente se acercó a Matt y a Grisell, y con cuidado (no mucho) les tiró encima el líquido.

—¡Arriba! ¡El concurso de la hamburguesa ya esta aquí!

A unos metros, en un escenario de color verde fosforescente estaba colgado una pancarta anunciando el concurso de comida que se llevaría a cabo, el premio mayor era más de quinientos dólares. Irene levantó las cejas cuando vio a una multitud acercándose al escenario.

—Creo que vas a poder tachar eso de tu lista rubia—Abraham sonrió con malicia y se llevó consigo a Matt y a James dejando a las chicas solas.

— Y eso que estas tan callada, tonta—preguntó la rubia a Lía.

— No quiero entablar contigo alguna conversación, bruta.

—Esta claro que debiste ser hombre—le dijo haciendo una mueca y viendo como los chicos se inscribían al concurso.

Irene suspiró, demasiadas emociones y a penas eran las nueve de la noche. Le sacó la lengua a distancia a su amigo del cabello azul, y sin que nadie la viera se mordió el labio. Se estaban cumpliendo todos los retos. Y eso la preocupaba un poco. 

"No tomes una decisión importante de tu vida en un  momento de locura, porque los momentos pasan pero la vida sigue". Se había equivocado y estaba perdiendo.

1000 cosas que hacer antes de morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora