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𝐘𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐄 | ❝ mírame con dulzura y quedaré libre de pecado, sólo en ti puedo encontrar paz. ❞ ⠀ ⠀
━━ aegon iii targaryen. ❞
Desde la muerte de su madre y su ascenso al trono, Aegon III Targaryen ocultó sus sentimien...
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EL ALBA APENAS había comenzado a teñir de tonos rosados el cielo cuando Vaerys abrió los ojos. La luz suave entraba por la ventana de su alcoba, acariciando las sedas que cubrían su lecho. Sin embargo, no había podido dormir bien. Su mente había estado inquieta, reviviendo el encuentro con Aegon en el pasillo la noche anterior.
Cada palabra que habían intercambiado, cada mirada sostenida, seguía grabada en su mente. Lo que más la inquietaba no era lo que Aegon había dicho, sino lo que no había dicho. Había algo en su voz, en la forma en que la miraba, que la hacía sentir como si estuviera caminando al borde de un precipicio. Y por alguna razón, no le daba miedo caer.
Suspiró, obligándose a abandonar sus pensamientos. Pronto, su doncella entró en la habitación, trayendo consigo una jarra de agua fresca y un vestido de tonos lavanda con detalles de hilo plateado.
━Buenos días, mi lady ━ saludó la joven con una sonrisa dulce. ━ El rey ha solicitado que la corte se reúna en el Gran Salón para la audiencia matinal. Su padre desea que lo acompañe.
Vaerys parpadeó, sorprendida por la repentina formalidad de la noticia. ¿Por qué su padre querría que ella asistiera a una audiencia? No era algo común para una dama soltera, salvo que se tratara de un asunto particular o un anuncio de la familia. Su mente no pudo evitar divagar. ¿Sería por Aegon?
Sacudió la cabeza levemente, tratando de disipar la idea. No debía adelantarse a conclusiones.
Mientras su doncella la ayudaba a vestirse, Vaerys contempló su reflejo en el espejo. El vestido realzaba la suavidad de su piel y la delicadeza de su porte. Su cabello plateado, cuidadosamente trenzado, caía con gracia sobre sus hombros. Se observó un instante más, sintiendo el leve temblor de anticipación recorrer sus manos, no sabía si era nerviosismo o emoción.
El gran salón estaba lleno de nobles y cortesanos cuando Vaerys entró del brazo de su padre, Edaerys. La luz de las antorchas y los candelabros iluminaba las columnas de mármol oscuro, y el aire olía a cera derretida y a las especias dulces del vino caliente que se servía a los asistentes.
Vaerys levantó la vista con naturalidad y, sin proponérselo, sus ojos buscaron los de Aegon.
Lo encontró enseguida.
Él estaba sentado en el trono de hierro, con su porte regio y solemne, aunque cuando la vio, Vaerys notó un cambio imperceptible en su expresión. La mirada del rey se suavizó apenas un instante, pero ella lo captó. Sus ojos, de un violeta pálido e intenso, se detuvieron en los suyos más tiempo del necesario, como si el resto de la corte hubiera desaparecido por completo.
Vaerys respiró hondo, sintiendo que su corazón daba un leve tropiezo.
Su padre la condujo hasta un lugar discreto, cerca de los señores de alto rango, donde podría observar la audiencia sin llamar demasiado la atención. Sin embargo, la joven apenas escuchaba las formalidades que se desarrollaban a su alrededor. Su atención estaba fija en Aegon.
Él, por su parte, intentaba aparentar indiferencia, pero por dentro, la presencia de Vaerys lo inquietaba. No podía dejar de buscarla con la mirada, como si su sola presencia lo anclara a la realidad. Durante la audiencia, Aegon apenas registraba las peticiones de los nobles. Su mente estaba muy lejos de las quejas sobre las cosechas o los tributos del Dominio. Todo su ser estaba concentrado en la dama de la casa Drageni.
En un momento, sus miradas se cruzaron nuevamente. Esta vez, ni uno ni otro apartaron los ojos.
Vaerys sintió que le faltaba el aire. Había algo en la intensidad de la mirada del rey que la atrapaba, como si la estuviera despojando de cualquier defensa que pudiera alzar.
Y entonces, todo cambió.
El último peticionario se arrodilló ante el Trono de Hierro, pero lo que dijo captó la atención de todos.
━Mi rey, vengo desde las Marcas de Dorne ━ dijo el hombre con voz ronca, su vestimenta cubierta de polvo por el largo viaje. ━Traigo noticias de un ataque a uno de nuestros puestos fronterizos.
El murmullo se extendió rápidamente por el salón. La amenaza en las Marcas Dornienses era un asunto delicado, y Aegon lo sabía. Su expresión se endureció. Sin embargo, cuando se puso de pie para hacer preguntas, su mirada se desvió hacia Vaerys por un breve instante, como si buscara inconscientemente algún tipo de certeza o consuelo en sus ojos.
Ella lo notó, y aunque sabía que la corte la observaba, le dedicó una leve inclinación de cabeza, un gesto tan sutil que solo él pudo captar. Aegon sintió que ese pequeño gesto le brindaba la serenidad que necesitaba. Con renovada determinación, se dirigió a su Consejo para discutir el problema.
Horas después, cuando el bullicio de la audiencia había pasado y la corte se dispersaba, Vaerys se retiró a los jardines, necesitando aire fresco. A pesar del atardecer, las flores aún conservaban algo del calor del sol, y la brisa era suave y cálida.
Se abrazó a sí misma, intentando ordenar sus pensamientos. No podía negar lo que sentía. El peso de la atracción entre ellos se volvía imposible de ignorar.
━Pensé que podría encontrarte aquí. ━
La voz la hizo girar. Su corazón se aceleró al ver a Aegon de pie, mirándola con una expresión que ya no intentaba ocultar. Su túnica oscura ondeaba levemente con la brisa, y su cabello plateado capturaba la luz mortecina del sol.
Vaerys hizo una leve reverencia, pero él la detuvo con un leve movimiento de la mano.
━No quiero formalidades ━ dijo él, acercándose lentamente. ━ No contigo.
Ella entreabrió los labios, sin saber qué responder. Aegon se acercó un poco más, hasta quedar apenas a un paso de ella.
━No he dejado de pensar en ti desde nuestro primer encuentro ━confesó él, su voz apenas un susurro, como si temiera que el viento llevara sus palabras. ━Pero no quiero que lo que siento por ti sea impuesto por la corona. No quiero que el deber te ate a mí... Quiero que seas libre de elegir.
Vaerys sintió que el suelo se volvía inestable bajo sus pies. Aegon, el rey, el hombre frío y melancólico del que tanto había oído hablar, la estaba mirando con una vulnerabilidad que nadie más conocía.
━No sé qué elegiré, Aegon ━ susurró ella con sinceridad. ━Pero... sé que no quiero alejarme de ti.
El rey bajó la mirada, su pecho aliviado por sus palabras, pero consciente de que aún había un largo camino por recorrer.
━Entonces, no lo hagas ━ dijo, alzando la mano con suavidad y rozando con la yema de los dedos el dorso de la mano de Vaerys.
La joven no se apartó. Sus dedos se entrelazaron lentamente con los de Aegon, y en ese breve contacto, sellaron una promesa no dicha, algo que ni el deber ni la política podrían frenar.
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