Benjamín Griss

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Pero dime cómo, en términos reales, iba a olvidarme de tu boca, si es lo que un día me salvó.

Y ahora mírame estoy con las alas caídas y la mirada puesta en las estrellas.

A veces pienso que ellas también están cansadas de que tú no las veas. Y que, al final del día, son ellas las que tengan que lidiar con el infierno que es, déjame recordarte: necesitarse y que tú no pienses en mí.

Soy un retazo de lo que un día fui. Y quemé a cuantos estuvieron ahí, por eso lo siento, no fue mi intención hacerte daño, convertirte en piedra ni que anochecieras en tristeza.

Por eso lo siento, cariño. No quise ser tormenta, pero es que a ti siempte te gustaron los climas tropicales.

Pero, entonces, cómo se quiere a alguien sino abrazando sus partes rotas, aunque eso implique cortarse el cuerpo. Y yo tengo varias cicatrices que enseñarte.

Porque si algo sé hacer bien es quererte hasta que duela, hasta que cada parte que está en su lugar sienta que está perdida, hasta que los pétalos tengan envidia de las espinas.

¿Sabes cuando el cielo está a punto de partirse en dos en medio de un huracán? Así tu y yo, supongo que el nuestro fue a última escala.

"Pero cálame los huesos" te supliqué, mientras te ibas.

Y a ti eso no pareció importarte tanto, puesto que me calaste con el último adiós, y no como soñaba. Pero que ingeniua fui al pensar te quedarías y desempacarías tu ropa.

Y yo ya te había ordenado las cosas por dentro para que habitaras, y no te incomodaran esos pequeños defectos que tanto te gustaban.

Coge aire, esto va a tomar tiempo, el amanecer tarda en llegar para aquellos que quieren desaparecer entre tanto escombro.

Mira, el primer rayo de sol es para ti. Te lo regalo.

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