Parte 2

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 Al abrir mis ojos, un color amarillo y negro me nublaba la vista de mi cuarto; ahogué un grito del susto haciendo que el minino se asustara al mismo tiempo y se fuera. Fijé la vista en la ventana de mi cuarto que estaba abierta, haciendo que me relajara dándome la idea de que el animal había entrado por aquella entrada.
Me recosté nuevamente para complacer a mi sueño; cierro los ojos un minuto y al abrirlos observo un movimiento fuera de mi cuarto, lo cual hace que me levanté y me encuentre descalza. Con la vista un poco nublada de haberme despertado recientemente, me acerco a la entrada de mi cuarto, aprovechando la falta de mi calzado y medias para ser más sigilosa. Me hago un rodete con mi alborotado cabello y me paso las manos por la cara. Asomándome hacia fuera del cuarto, noto que todo está calmado y en silencio, sin actividad humana; ni animal. Una brisa recorre mi cuerpo dejando mi piel de gallina y haciendo que mis brazos se abrazaran automáticamente.
Al darme vuelta, verifico el horario; 08.00 am. Era el comienzo del fin de semana así que me olvidé de las clases al momento.

Luego de una ducha, salgo fuera de casa cerrando todas las puertas y ventanas. Verifico todo desde afuera una vez más y me marcho. Con muy poco dinero, me dirijo hacia un kiosco donde compro unos cigarros Malboro y comienzo con el primero. Siento una mirada detrás de mí pero la evito y sigo mi camino hacia el cementerio. Es algo tétrico decir que es uno de mis lugares favoritos, pero el silencio es una de las cosas que más amo de la vida. Lo disfruto mucho. También me gusta ver parejas mirándose en silencio, sin decir ni una palabra; es como si tuvieran mucho que decirse, pero no lo hacen, sino que intentan leer los pensamientos el uno del otro. Una de las cosas bonitas del amor; y algo que nunca pasaré.
Recuerdo que en primaria tuve un noviazgo con un chico llamado Ben; tenía un año más que yo e iba a diferente curso. Lo conocí en una parada de autobús, fumando un cigarro lo cual llamó mi atención para la poca edad que tenía; si es que 14 años es poca edad para los demás, claro. Pero ese fue el comienzo del sentimiento llamado amor y el comienzo del humo en mis pulmones también. Ben y yo estuvimos 7 meses juntos, pero varias personas empezaron a hablar mal de mí, diciendo que estuve saliendo de fiesta en fiesta y dejando a Ben en mis pensamientos del pasado; eso arruinó mucho las cosas. Nuestra primera discusión fue cuando le contaron que estuve a solas con uno de sus amigos, lo cual causó un enfrentamiento entre ellos y varios cruces entre nosotros. Maldije a la persona que mintió de esa manera desde ese día hasta ahora. El cigarro que sostenía entre mis dedos se cayó por un empujón de hombros entre una persona que pasaba y yo, haciendo que mis pensamientos se marcharan de lugar; y manteniendo el equilibrio para no caerme lo miro de espaldas a mí. Campera negra, jeans oscuros negros y zapatillas marca Vans originales e importadas vestían al alto muchacho. Por su postura, manteniendo ambas manos entre los bolsillos, se podría decir que es alguien muy cerrado y reservado para sí mismo. La manera en que un brazo está más dentro que el otro indica que lleva algo en uno de los bolsillos. Su forma de caminar delataba lo apurado que estaba y la cabeza gacha que no quería que se supieran en absoluto su identidad. Mientras registraba a la persona de arriba abajo, unas risitas femeninas podían escucharse detrás de mí, haciéndome maldecir al mundo en ese momento. El mismo grupo del otro día estaba pasando a mi lado. Al parecer no notaron mi presencia debido a que yo también estaba con capucha y un poco inclinada hacia dentro de la vereda por el equilibrio que había perdido. Las evito completamente y enciendo otro cigarro, inhalando gran cantidad y exhalando la mitad al aire. Cierro los ojos para poder disfrutar la brisa del aire moviendo mi cabello y sentirme en paz por un momento. Una voz gruesa me quita ese momento, asustándome. Abro los ojos y me encuentro con el mismo chico de antes; la campera, jeans y zapatillas eran las mismas. Su largo flequillo tapaba la mitad de su rostro y por un momento creí que era una peluca.
– ¿Sabes hacia donde es el centro?—Era demasiado serio para mi gusto, pero al mismo tiempo me agradaba un poco que fuera así. Aunque hubiera querido contestarle, no pude. Mi voz se perdió hace un año cuando la depresión y la fatiga se apoderaron de mí. Todo me dejaba sin palabras; todo y todos. Luego de un año sin hablar con nadie, perdí el habla y no sabía ni siquiera cómo empezar una conversación; ni seguirla. Señalo hacia mi derecha sin apartar la vista de él, ni él del suelo. Asiente y desaparece. Un impulso me dice que lo siga, pero no lo hago.

Antes de llegar a mi destino, paso por labiblioteca donde la señora Cynthia,dueña del lugar, me saluda al entrar con un abrazo y una caricia en mi cabello.
– ¿Buscabas algo, querida?— Le regalo una sonrisa y señalando un libro quehabía apoyado en su escritorio, entiende el mensaje de que buscaba, justamente,un libro. Me guía hacia uno de los grandes estantes que tiene y escoge uno a supreferencia.
– Adolescencia, romance, ciencia ficción y suspenso. Sé que te gusta llevareste tipo de libros así que escogí este para ti. – El nombre del libro setitulaba "Hush, hush"; la tapamostraba un muchacho con el torso desnudo, jeans negros y alas negras quesalían desde su espalda. «Un ángel caído»pienso. Me despido de Cynthia con otro abrazo y una sonrisa, cargando el nuevolibro entre mis mano y mi cadera, para luego abrazarlo y mantenerlo seguro deque otro empujón no lo tire.
Luego de dos cuadras, alzo la mirada yme encuentro con las grandes rejas del cementerio. Al encontrar un banco debajode un árbol, me acomodo y comienzo a leer luego de volver a revisar el lugar paraque esté todo tranquilo como esperaba. Largo un suspiro y comienzo, «Capítulo 1».

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