Capítulo 37.

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Luego de terminar el helado nos dirigimos a nuestros respectivos hogares, Vanessa derramó un par de lágrimas al dejarla en la casa. Chris me acompañó al edificio en el que vivía.

-Chris, en cuanto sepa el día que me voy, te aviso y organizamos algo.-dije besandole la mejilla, sólo que él lo convirtió en un corto beso en los labios. Antes de entrar, abracé fuerte al chico que tenía como novio, él correspondió apretando mucho más.-Te amo Chris, sabélo.

-Yo también te amo Amanda.-afirmó, mientras abría la puerta. Le dediqué mi mejor sonrisa cuando él, simplemente se alejaba hacia su auto. Subí nostálgicamente hacia mi casa, algo me detuvo.

-¡Ey!, tú, sí, tú. Ven aquí.-me gritó Fabricio desde lo lejos del pasillo del edificio donde vivía. Apreté los puños, ya que eso me hacía sentir menos nerviosa. Cada vez que él me hablaba, estaba su presencia o pensaba en él se producía algo inexplicable en mí. No lo sé, capáz repulsión, asco, nauseas, alegría, tristeza, enojo .. No lo sé. Me dí vuelta, abrí los ojos como platos. Él estaba ahí con su sonrisa perfecta, sus hoyuelos donde siempre estan cuando se le forma una sonrisa en el perfecto rostro que tiene. Sus ojos miel, expresaban ternura.

-¿Qué sucede?-pregunté mirándolo.

-Lamento que te tengas que ir por esto. Nuestros padres no quisieron hacer esto, creo.-comentó acercandose un poco más a mí.

-Claro que no quisieron. Pero, no tienes que lamentar nada, creo que es lo mejor para Gus.

-¿Gus? ¿Quién es Gus?-preguntó confuso. Se nota que no sabrá nada sobre su hermanito.

-Así llamaremos al bebé.-sonreí y él sonrió apenado.

-Lamento que no pueda estar en su vida, y también lamento que él no esté en la mía.-dijo nostálgicamente. Le sonreí mientras le abrazaba, seguramente era duro para él que pasara esto. Él no podía, y no quería limitarse a la presencia de su hermanito, pero nuestros padres lo decidieron así y no podíamos hacer nada.-Pero sin embargo es hermoso el nombre de Gus, seguramente por Augustus, ¿verdad?

-Claro.-afirmé deshaciendo ese abrazo. Lo miré a los ojos y me despedí con un fuerte, pero corto, abrazo. Empecé a caminar hacia las escaleras, para luego empezar a subirlas.

Cuando pude llegar a mi casa, entré y me saqué las zapatillas. Estaba muy cansada como para hablar con alguien, o hacer algo. Cuando estaba en mi habitación Alaska tocó mi puerta para luego entrar.

-Aman, anda preparando el bolso. Nos vamos el jueves.-sentenció, no lo podía creer estabamos martes y apenas ayer lo acordamos. Me dediqué a abrir la boca en forma de asombro.-Es así, mamá lo tenía desde hacia dos semanas a los pasajes linda.

-¿Dos semanas?

-Sí, dos semanas.-afirmó, se fue de mi habitación para dejarme sola y dejarme con mi duda. Empecé a agarrar cosas así, y ponerlas en una maleta mediana. Era difícil meter quince años en una maleta. Metí mucha ropa, o la que más quería, o la que me entraba. Tengo ropa que me entró hasta los doce nada más. Soy muy rara. O exageradamente anormal, no lo tengo claro todavía.

Agarré mi móvil y me dispuse a mandarle un mensaje a Chris avisándole de mi partida.

Amanda: Chris, el jueves me voy a Puerto Madryn.

Chris: ¿Ésta noche? Sí, ésta noche haré algo muy especial por tí Amanda. Te amo.

Amanda: De acuedo, ¿a qué hora vendrás?

Chris: A las ocho estáte lista :)

Amanda: Ok c:

Eran las cuatro de la tarde, así que tenía tiempo para arreglarme. Bajé las escaleras de mi casa para avisarle a mi mamá.

Amanda Ray.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora