Capítulo 2.

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Pudimos entrar al colegio, lo que nos dijeron fue que a los nuevos los presentarían en las aulas. Vanessa se quedó con su novio en la esquina del establecimiento, como siempre entra tarde. Pero ésta vez era tarde, más de lo usual, decidí ir a buscarla. Pero cuando la veo me sorprendo al ver un cigarrillo en su boca, ella me vió y se quedó inmóvil. Ella tiene quince años, Austin casi dieciséis, pero él estaba demasiado mal, me quedo paralizada ante toda la escena. Fui caminando rápidamente para sacarle a ese asesino de la boca y pisarlo, ella comenzó a toser, mientras que el novio se enfadaba conmigo.

-¿Qué te pasa?-exclamó. No había nada malo, sólo que está muy deteriorado debido a las drogas, pero con todo lo que pasó lo entiendo en algún punto. Pero Vane no tenía nada que ver, ¿para qué la mete a ella?

-Vane, ¿cómo podes hacer esto? ¿Qué otras porquerías te metes?-sentencié, estaba muy nerviosa por todo esto.

-Habló Miss Santa.-gritó, ella se refería a que, intenté suicidarme hace unos meses. Bebí alcohol, y fumé cosas que no conozco, para salvarme me lavaron el estómago, y esa fue mi salvación. Igual, no podías comparar un suicidio con ésto.

-No porque vos no tenes novio, o no podés fumar significa que ella no puede.-atacó el adicto. No le respondí, lo único que pude hacer fue agarrarle el brazo a mi mejor amiga y huir a la escuela, pasamos a regañadientes por el auxiliar.

-Qué sea la última vez que me haces una cosa así.-me susurró Vanessa, con un toque de enojo en su voz.

Entramos a la clase, la maestra nos fulminó con la mirada. Un chico nuevo estaba sentado en el asiento del lado derecho mío. Estaba bueno, llevaba puesta una remera gris con un jean negro, apórtando las Vans como calzado, u cabello se veía despeinado. Me senté en mi lugar, al lado de él, me dí cuenta que él me estaba estrechando la mano. Wow, me estaba hablando de verdad.

-Oye, me llamo Fabricio.-susurró lo suficientemente alto para que lo escuchara, tenía un lindo nombre.

-Oye, me llamo Amanda.-imité, una malísima imitación, aun que lo hice reir mientras agarraba su mano. La maestra de Cálculo nos miró de reojo, mientras que escribía en el pizarrón. Pude sentir mis manos sudando, pero no le dí importancia.

-Señorita, ¿podría enseñarle las instalaciones al señor Méndez?-preguntó la profesora Marconi. Asentí, dando a conocer mi aceptación. Fabricio también asintió ante la mirada de la profesora.-Señorita Magnielli, ¿podría enseñarle las instalaciones al señor Precati?-señaló a un chico guapo junto a Lucky. Ella asiente, pero el señor Precati buscaba a Vane, hasta que la encontró y sonrío.

-Está bien.-comentó con la misma sonrisa de antes.-Pero, soy Alex. Vane no entendió nada, pero asintió, de todas formas.

Empezamos a hacer ecuaciones, demasiado aburridas, copié para hacer las cuentas en casa. Cuando sonó la campana, me dirigí a la clase de Química. El nuevo que se sienta al lado mío, Fabricio, me empezó a seguir a la clase. Esperen, ¿por qué me sigue? Ni idea, pero lo está haciendo. Capáz no sabía donde ir, creo.

-¿Fabricio?-asintió. Obvio que no me iba a olvidar su nombre, obvio.-¿Me estás siguiendo?-¡directa! ¿Dónde? Yo iba a paso de tortuga, pero el me miró confundido, capáz lo asusté.-Lo siento, no era mi intención asustarte.

-Me tenés que enseñar las instalaciones, ¿recuerdas?-dijo sonriendo a medias.

-Si, claro, de acuerdo.-dije sútilmente.

Luego de un rato terminé de enseñarle la escuela, eran las once menos veinte, ya faltaban dos horas para que se acabe la jornada.

-¿Ya tienen casa?-pregunté intentando sacar un tema. Él asintió sonriendome, dedicandome esa sonrisa a mí.

Amanda Ray.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora