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En su cama sobraba espacio, o faltaba piel.

Una de dos.

Y aquello la estaba matando.

Pensar en la posibilidad de él allí,abrazándola por la cintura,

era la tortura, sin duda, más horrible que jamás de había autoimpuesto.

Y no podía dejar de darle vueltas a aquel vacío,

físico y emocional, que la perseguía

 como si de su propia sobra se tratase.

Mis MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora