Prólogo

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Había una vez en un reino muy lejano, llamado "El bosque encantado" una gran celebración. La Princesa Emma, hija del Rey David y la Reina Snow, cumplía cinco años. Para la ocasión se decidió festejar haciendo un gran baile en el castillo real.

Emma era una niña hermosa, tenía los ojos color verde como su madre y el cabello color dorado como su padre. Emma estaba feliz. Le encantaba todo lo que estaba relacionado con los bailes: las ropas, las parejas bailando, la música, las luces, los colores, la comida, todo. Después de bailar un largo rato con su padre, buscó a su madre y la encontró sentada en el trono. Corrió hacia ella y se hundieron en un calido abrazo.

- ¿En verdad te tenes que ir esta noche mamá? – Preguntó Emma.

- Si, tengo que irme, Regina me está esperando. – Respondió Snow. – No te preocupes, la semana que viene David y vos vendrán a unirse con nosotras a Storybrook. – Agregó recordándole el plan a su hija.

- Pero... - Comenzó a protestar Emma.

- Tengo un regalo para hacer que nuestra separación sea más corta. – La interrumpió Snow entregándole una pequeña caja redonda color dorada. Había

- ¿Para mí? – Preguntó Emma agarrando la caja con una sonrisa. - ¿Es una caja para guardar joyas? – Cuestionó curiosa.

- Si, para vos, por tu cumpleaños. – Contestó Snow y sacó un colgante de su bolsillo. – Pero no es para guardar joyas. Está es una caja muy especial, mira. – Indicó mientras usaba el dije del colgante para abrir la caja.

- Es una caja musical. – Dijo Emma mirando la caja maravillada al escuchar la melodía que salía de ella. – Es nuestra canción. – Afirmó sonriendo al reconocer la música.

- Podes escucharla cada vez que me extrañes. – Sugirió Snow. – Y cuando volvamos a estar juntas, la escucharemos y cantaremos. – Aseguró acariciándole la mejilla.

- Gracias mamá, me encanta. – Agradeció Emma abrazándola.

A pesar de que la promesa era que iban a estar todos juntos en Storybrook, eso no sucedió. El motivo por el cual iban a ir a Storybrook era para escapar del poderoso hechicero Rumpelstiltskin. Era un hombre peligroso, maligno y poseía magia negra. El cumpleaños de Emma se vio interrumpido con su llegada.

- ¿Cómo te atreves a aparecer en el castillo cuando es el cumpleaños de mi hija? – Preguntó David furioso.

- Vengo a entregarle su regalo. – Respondió Rumpelstiltskin con una sonrisa maléfica. – Mi regalo es la maldición de que todos esta noche van a morir. – Exclamó haciendo salir rayos de magia verde de sus manos, lo cual hizo que todas las lámparas del castillo exploten.

Después de que consiguió la atención de todos los presentes en la fiesta, Rumpelstiltskin agarró el amuleto que llevaba colgado de su cuello y soltó magia negra, la cual fue invadiendo poco a poco todo el castillo. Los invitados empezaron a correr asustados, buscando la forma de escapar.

Snow tomó la mano de Emma y empezó a hacer camino hacia la salida, pero Emma se soltó diciendo que debía buscar su caja musical. Snow siguió a su hija hacia la biblioteca. Emma encontró la caja musical y la agarró en sus manos con fuerzas. Snow volvió a tomar a su hija de la mano y quiso salir por donde habían venido, pero vio que venían guardias de Rumpelstiltskin, así que no podían escapar por allí. De repente un niño de cabello oscuro y ojos azules apareció del otro lado de la biblioteca, y les indicó como escapar por un pasadizo detrás de una de las estanterías. A Emma se le cayó la caja musical y quiso volver por ella, pero el niño la detuvo empujándola y cerrando la entrada del pasadizo. Los guardias entraron a la biblioteca y al no encontrar a la reina ni a la princesa, pelearon contra el niño hasta que perdió el conocimiento al recibir un fuerte golpe en la cabeza.

El pasadizo llevo a Snow y a Emma hacia fuera del castillo. Ambas corrieron lo más rápido que pudieron, pero la nieve lo hacia difícil. De un momento a otro, Emma cayó a la fría nieve, Rumpelstiltskin había agarrado su pierna y no la dejaba moverse. Snow tiró de los brazos de su hija con fuerzas para soltarla, pero el hechicero era más fuerte que ella. Estaba a punto de perder a su hija, cuando el hielo alrededor de Rumpelstiltskin comenzó a derretirse y él cayó dentro del agua. Snow sostuvo a Emma con fuerzas y una vez que estuvo libre comenzaron a correr de nuevo. 

Snow guió a Emma hacia las vías del tren. Los planes en un principio había sido que Snow se vaya a Storybrooke sola, pero con todo lo que había pasado esa noche la situación había cambiado. Snow iría a Storybrooke con su hija, después verían como iban a hacer para volver a comunicarse con David. Corrieron al tren, el cual ya estaba en marcha. Un oficial llamado Graham ayudó a Snow a subir al tren, pero Emma se quedo abajo. Snow gritó por su hija y la vio correr desesperada y asustada al tren. Lograron darse la mano, pero Emma tropezó y el tren siguió avanzando, dejándola atrás e inconsciente. Snow intentó saltar del tren, pero Graham se lo impidió.

Desde esa noche, el Rey David y la Reina Snow no volvieron a ver a su hija y nunca más se volvió a saber nada acerca del hechicero Rumpelstiltskin.

La Princesa EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora