Prologo
Diciembre 2016.
-Percy...- la rubia estaba sorprendida de verlo, después de dos años de su ausencia- ¿Qué está pasando?
La fuerte lluvia convertía el reencuentro de los enamorados en algo dramático.
Percy se encontraba tras la puerta de la casa de su amada, mojado sí, pero algo en él decía poder, algo había cambiado en los dos años que había desaparecido sin dejar rastro tras el llamado de su padre.
Algo importante pasaba en el Olimpo, los dioses estaban inquietos, Artemisa y sus cazadoras habían ido a verla unas semanas atrás para preguntarle si Percy se había comunicado con ella, Annabeth le dijo que no, pero sabía que la diosa no le había creído. Ahora él se encontraba ahí, en la puerta de su casa.
-Annabeth, tengo que decirte algo- la chica se hizo a un lado dejándolo pasar.- He descubierto algo.
- ¿Qué sucede, Percy? ¿Qué tiene a todos tan inquietos?- los ojos color tormenta de la chica brillaban.
-Es algo grave, Listilla- el chico sonrío de lado, segundos después su rostro se oscureció por la tristeza- Te he extrañado tanto.
-Yo también te extrañe sesos de alga- se fundieron en un abrazo que poco a poco dio lugar al reencuentro de sus labios, con una suave caricia- ¿Ya no te volverás a ir?- dijo Annabeth en un susurro.
-Lo siento- Percy apoyo a su frente en la de ella- Tengo que partir...- mirando a la nada sus ojos brillaron- todo cambio, Annie.- la chica frunció el ceño con disgusto.
-No me llames así- se quejó la rubia, el soltó una ronca carcajada.
Tras unos segundos en el solo se dedicaban a mirarse, de comunicarse sin palabras, a ella se le escapo una lagrima.
-No piensas volver, ¿cierto?- pregunto la chica de los ojos tormenta- ¿ya no me amas?
-Nunca dejare de hacerlo- los ojos verdes de él resplandecieron- Te amo.
-Entonces quédate, quédate conmigo- estaba desesperada, no quería perderlo, no de nuevo.- el negó con la cabeza.
-No puedo- era algo que le dolía, pero él tenía una misión, tenía que ayudar a su padre. Poseidón y los olímpicos necesitaban su ayuda.
-Solo esta noche- la chica corto la distancia que los separaba, sus mejillas estaban húmedas gracias a las lágrimas que se le escapan sin control.
-Esta noche- acepto el chico, y se unieron en un beso.
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18 De Agosto 2017.
-Annabeth...- una mujer parecida a la recién nombrada se encontraba de pie junto a la cama- tienes que llevarla al consejo olímpico.
-Acaba de nacer madre -dijo la rubia menor, estaba tendida en la cama de hospital con un bulto en manos
-Ya no hay tiempo hija- Atenea estaba desesperada.
-No quiero estar sin ella- dijo la rubia, abrazando al bebe en brazos- es lo único que queda de él.
La diosa asintió.
-No es seguro para ella, hija- la diosa miro al bebe con una ternura poco habitual en ella- piénsalo, el consejo será en tres días.
En cuanto la diosa se fue, la chica abrazo al bebe, murmurando un suave.
-Tengo que protegerte cielo.
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21 de agosto 2017
Los olímpicos estaban en sus respectivos tronos, Zeus discutía con Poseidón sobre lo que ocurría en las profundidades, que podía cambiarlo todo, Artemisa estaba molestando a Apolo con sus flechas, mientras este planeaba alguna broma con Hermes.
-Atenea- la voz de Zeus resonó- ¿Dónde está?
-Estoy segura que vendrá, padre- la diosa estaba inquieta, sabía que su hija no la defraudaría, pero sabía que su hija se iba a aferrar a su bebe.
Las puertas del olimpo se abrieron de par en par dejando ver a una joven con un bebe en brazos, la chica estaba ojerosa, pero radiante, se arrodillo ante ellos.
-levántate hija- le sonrió Atenea
-Creo que sabes porque estás aquí- hablo Hera- Tu decisión.
-Lo sé, mi señora - trato de sonar respetuosa- pero ahora que tengo a mi pequeña, no creí que la opción aun continuara.
-Annabeth- Artemisa la llamo- Creo que sabes que no es seguro para ninguna, tú tienes una misión que cumplir y un cargo del cual hacerte responsable.
-Pero...- Annabeth miro a su hija, solo hacía tres días que había llegado al mundo.
-Déjanoslo a nosotros- La diosa del amor la ánimo, Annabeth la miro con desconfianza.
-Le daremos una bendición- trato de explicar Apolo- contendremos sus poderes hasta que puedan llevarla al campamento, a los doce años.
-¿Y que pasara conmigo?- dijo Annabeth- ella no sabrá que la amo, no podre cuidar de ella como quiero.
-Annabeth, te convertirás en un ser inmortal, tienes una misión que cumplir, ¿no crees que sería más peligroso si la llevas contigo?
La rubia reflexiono un instante, sus opciones pasaron como una película en su mente y por desgracia ninguna de ellas era buena.
-Acepto- trato de sonar firme.
Los dioses asintieron.
-Estará cerca de Sally para que te sientas mas tranquila- animo Artemisa.
Poseidón se mantenía callado.
-Aunque la pequeña no sabrá que este ahí, podría sacar a relucir su esencia.
-¿Cómo se llama la nena?- pregunto Afrodita, para disuadir la tensión.
-Se llama Silena- dijo la rubia con una sonrisa, que contagio a la diosa agradecida.-Esperen.
-¿Qué sucede, querida?- pregunto sorprendida Atenea.
-Silena tiene que tener un buen fondo de estudias- pidió la rubia- es lo único que pido.- tiene que recibir una buena educación.
Los dioses asintieron, Annabeth le entrego un pequeño dije a Silena antes de entregársela a Afrodita.
-¿Estas lista?- pregunto Hera, la semidiosa asintió.
Una estrella blanca salió del símbolo de poder de cada dios, fusionándose, rodeo a Annabeth convirtiéndolo en una nova, poco a poco se dispersó, dando lugar a la forma humana de nuevo a la chica. Los dioses se arrodillaron.
-Salve, Annabeth Chase, diosa de las ideas y estrategias- dijeron a una sola voz los dioses.
Atenea le había concedido uno de sus títulos, la chica se lo merecía.
La ahora diosa estaba abrumada, no sabía por dónde empezar y estaba nerviosa de lo que le fuera pasar a su hija, pero tenía que completar su misión para mantenerla a salvo, tenía que buscarlo.
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Entre Legados y Semidioses... y algunos dioses.
FanfictionSilena Stuart es una niña de doce años, que desde nació vive en un Orfanato de la ciudad de Nueva York, estudia en una escuela privada gracias a unos fondos misteriosos, ahí conoce a un peculiar chico, Charles Underwood, que al poco tiempo descubre...