Escarcha Celeste

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- Jackson Overland Frost -

Ese era su nombre. Y si me lo preguntan, es un nombre ligeramente extraño, no sonaba a que fuese de por aquí para ser sincero; quizá también poseía algún árbol genealógico extraño como para que su apellido fuese algo relacionado al invierno. Aunque si algo era claro, era el hecho de que de ahora en adelante lo recordaría... No solo como el chico del tren que tenía un par de ojos azules de fantasía, si no como el tipo que parecía estar peleado con el peine, como aquél al que le gustaba desteñirse el cabello para parecer anciano y como el compañero que salvó mi trasero.

Definitivamente jamás se me iba a olvidar su nombre...

Luego de que Jack me ayudase y venciera (De alguna manera bastante impresionante) a mis abusores, me ayudó a levantarme y trató de ayudar a que me secara, incluso se ofreció a darme un cambio de ropa extra... Pero como la persona agradecida que soy, rechacé su ayuda y la muda de ropa casi al instante. Modestia, pena u orgullo, aún no sabía cuál de esas tres palabras podría describir mejor el hecho de porqué no me gustaba que la gente me ayudase con mis problemas.

- No gracias, enserio estoy bien -

- No llevamos ni diez minutos de conocernos y ya puedo deducir que me estás mintiendo - Comentó mientras alcanzaba algunos trozos de papel del lavabo, con los cuáles trató de secarme el rostro... Por quinta vez.

- No nos conocemos, ni siquiera sabes aún mi nombre... ¡Y deja de tratar de limpiarme, por amor al cielo! -

Si hay algo que en verdad odio (Más que a mi primo o a Dagur) es el hecho de que me traten como a una damisela en apuros. Sí, está bien, Jack me tomó en una situación que requirió ayuda extra, pero santo Dios, ya tengo pelo en el pecho y vello en la barbilla (Unos cuantos que no se ven a simple vista, sinceramente) ¡Es irritante que la gente me trate aún como a un bebé que no sabe cuidarse solo!

- Claro que nos conocemos, desde el principio del verano de este año. Todos los días nos vemos en el tren, eres el chiquillo que se baja siempre en Punta de Cuervo ¿No? -

Me gustase o no, Jackson tenía un punto; no nos conocíamos "a fondo" pero al menos podía restregarme en cara el hecho de que ya me había visto antes en los trenes que circulaban por la ciudad. Lo cuál me daba a entender que ya podía sentirme más tranquilo, pues al parecer no era el único que había notado su peculiar presencia siempre en el vagón en el que yo estaba... Casualmente a la misma hora, justo en el asiento que va frente al mío...

...

Definitivamente, esto no es una casualidad. Es acoso, maldito sea, y yo que le creí decente entre tanto burro leproso.

- En primera, no soy chiquillo, ya tengo quince años... Y en segunda, el haberme visto antes no significa conocerme, puesto que no sabes mi nombre - Respondí manoteando nuevamente las manos del peliblanco que insistía en ayudarme a secar. Que hablase cuanto quisiera, pero que parase en tocarme y tratar de ayudarme, Joder, que insistencia.

- Henry... -

Un horrible escalofrío me recorrió la espalda al escuchar mi nombre salir de sus labios, sentí como se me erizó la piel y como, por unos cortos instantes, las piernas me temblaban. No podía ser que él fuese un stalker.... ¿O sí? E-Es decir, me ve casi todos los días y ahora resulta saber mi nombre... ¿Es eso normal? Me hice el tonto y fingí que no escuché lo que había dicho, probablemente solo había mencionado ese nombre al aire... O porque tenía un amigo llamado así y quería verlo... O... O... O por cualquier otra cosa.

- Perdona ¿Qué has dicho? -

- ¿No te llamas Henry? -

Muy bien, definitivamente esto es acoso, alguien que me ayude, por amor al cielo.

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