Punta de Cuervo

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Ahí estaba otra vez...

Sí. Era imposible no reconocerlo. Aquél cabello alborotado, más despeinado que el mío al despertar; de un color jodidamente extravagante porque, por favor, nadie podía tener las hebras tan blancas como las canas de un anciano... Y mucho menos teniendo esa edad... ¿O sí? ¡No, claro que no! ¡No seas estúpido! Seguramente se lo ha desteñido a puro capricho. Aunque, debo admitir que no le sentaba nada mal el color; podría jurar que inclusive resaltaba gracias a esos redondos y perfectos ojos azul---...

Ah. Una lástima. Ha sonado la campanilla...

Esta es su estación...

Alcé la mirada dirigiendo mi vista hacia el panel de estaciones... No pude evitar hacer una mueca de extrañeza al darme cuenta de que el tren estaba en la estación equivocada. Bueno, equivocada en el sentido de que "él" no solía bajar en esa estación. Él siempre bajaba en "Los Guardianes" y ahora mismo el tren se había detenido en "Punta de Cuervo"... ¡N-No es que sea un acosador, si no que es inevitable fijarme en esos detalles si siempre nos vemos a la misma hora y justamente en el mismo vagón! Sea como sea; la verdad era raro, siendo que yo era el único idiota que bajaba en esa estación tan poco transitad--...

¡Un momento! ¡Punta de Cuervo! ¡Pero que estúpido!

Tomé mis cosas lo más rápido que pude: Mi mochila, mi portafolios, mi libreta de mano y mi chaleco de piel. En momentos como ese, agradecía infinitamente que el tren fuese más viejo que las ramas de mi árbol genealógico (Literalmente hablando claro) y que sus puertas tardaran en cerrar casi tanto como el tiempo que tarda una mujer arreglándose. Me colgué la mochila a un hombro y traté de correr lo más rápido que pude hacia la puerta.

- ¡N-No! ¡No cierren las puertas aún! -

Pasé como un rayo a través de la gente, y al notar como las puertas comenzaban a amenazarme con cerrarse, en un momento de desesperación, me lancé hacia afuera, tratando de salir como si escapase de alguien...

Que alegría sentí justo cuando sentí una dura y fría superficie de concreto golpearme en el rostro. Bueno. Había al menos salido del tren...

Lentamente fui tratando de levantarme, tomando del suelo algunos papeles que habían escapado del portafolios y justo en ese momento sentí un fuerte pinchazo en mi cara. Con temor acerqué mis dedos a mi nariz, puesto que estaba completamente seguro de que de ahí provenía el dolor; y no tardé en pegar un ligero grito en cuanto me toqué, así como alejé automáticamente mi mano justo cuando sentí un espeso líquido entre mis dedos. No quise mirar, ya sabía lo que era, y el hecho de observarlo solo me causaría nauseas.

- Bien hecho tonto, te has dado el primer golpe del día... -

Continúe con lo mío, tratando de ignorar el hecho de que probablemente me había roto la nariz y esta sangraba a borbotones. Terminé de agarrar las hojas con mis bocetos y los conté antes de meterlos nuevamente en el portafolios... No tardé en dar un respingo en cuanto noté que me hacía falta uno en específico...

"No, no... Debe... ¡Debe seguir por aquí!"

Habiéndome puesto de pie, miré por todos lados en busca de ese dibujo tan especial para mí; y por suerte, estaba tan solo a unos metros de mí. Sin embargo, de repente escuché una campana; la cuál reconocí casi de inmediato...

- El tren de las 9:00... -

Se me habían pasado los segundos en lo que estaba tirado, y no había siquiera pensado en el hecho de que el otro tren no tardaba en llegar. Si no me apresuraba, las otras personas del tren saldrían como una estampida, y además de que podrían pisar mi trabajo, podrían dejarlo tan arrugado que se me haría imposible recuperarlo... Corrí hacia él sin dudarlo ni un segundo, y a pesar de que el mismo viento se ponía en mi contra haciendo volar la hoja, no me detuve, comencé a dar leves saltitos, como un niño que trata de recuperar su globo. Tenía que recuperarlo ¡A como diera lugar!...

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