Paolo
Me despierto con el sonido de la trompeta del campamento, “cómo odio ese sonido”, tiro las sábanas hacia un lado. Pero no me levanto, por favor hoy es domingo, debería aun estar durmiendo. Después de varios minutos, recostado sobre mi cama recuerdo lo que debo hacer.
“¡Demonios! Las flores de Odette”. Casi las olvido.
Me levanto apresuradamente, me coloco un pantalón deportivo, voy al baño, me echo agua en el rostro, lo seco. Cuando salgo al cuarto tomo el primer suéter que encuentro. Corro hacia la cabaña del conserje. Al llegar, toco la puerta, esta se abre.
—Buenos días, Don Juan, vine por mis flores.
Él sonríe, mientras entra a su cabaña.
—Ya decía yo que te estabas tardando —grita desde dentro, después vuelve con un pequeño ramo de flores—. Estos jóvenes enamorados.
Me entrega el florero, es hermoso, desde el día martes que tuve mi cita con Odette, que por cierto fue perfecta, ya que ella me aceptó; he estado dejando en su puerta un ramo de flores.
—Gracias Don Juan —le entrego un sobre con dinero.
Esta vez no corro ya que no quiero tropezar. Cuando llego a la cabaña de Odette, ya observo movimiento. Estoy indeciso si tocar o no, pero lo hago.
Cuando se abre la puerta, es Odette, en su rostro hay una hermosa sonrisa y sus ojos, esos bellos ojos verdes, me sonríen a mí.
—Buenos días, princesa. Te traje unas flores —le entregó las flores, ella las toma, las acerca a su nariz, aspira y sonríe.
Oh Dios como adoro su sonrisa.
—Paolo, son hermosas. Gracias, aún no sé cómo lo haces pero, gracias —ella responde.
—Gracias a ti.
— ¿Por qué? —pregunta ella confundida.
—Por aceptarlas... —su rostro se empieza a teñir de un rosado—, y por aceptarme a mí.
Me gustaría darle un beso, pero no me he lavado los dientes.
—Te veré más tarde.
Me doy la vuelta...
—Paolo espera —dice ella.
—Rose y yo iremos a cabalgar, me preguntaba, ¿te gustaría acompañarnos?
Cabalgar. Caballos. Campo. Recuerdos. Mi madre. Pienso que es una muy mala idea, pero recuerdo la canción que Odette me dijo que escuchará. Inhalo profundo, después de exhalar...
—Sí —hay una sonrisa en su rostro—, me gustaría.
—Está bien, nos vamos a las 3 de la tarde, estaremos en el inicio del sendero.
—Si, allá las veo.
Me siento un poco vulnerable, iremos a dar un paseo a caballo. La razón por la que dejé de montar a caballo, fue porque no tenía a mi madre, y ahora me siento tan vulnerable, nunca me ha gustado sentirme así.
Llego al inicio del sendero, aún no las veo, son las tres en punto. Estoy tomando la decisión de irme, pero a los lejos ya las veo. Odette me ve y corre hacia mí, creo que parara pero se topa conmigo dándome un abrazo.
—Me alegra que vinieras —se separa de mi, veo una sonrisa en su rostro.
Ahora si puedo hacerlo, así que la beso. Ella se queda de pie, pero al instante se relaja.
—Bueno, me alegra que se quieran, me iré adelantando —Rose habla.
Empiezo a reír, Odette también lo hace. Rose se adelanta, mientras yo entrelazo mi mano con la de ella y caminamos. Vamos despacio ya que quiero disfrutar mi tiempo con Odette, pero veo que Rose lleva prisa.
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Odette y Paolo © (J #1)
Novela JuvenilOdette es gimnasta, tiene 17 años, le gusta practicar este deporte, desde muy pequeña le ha encantado. Ella es muy buena en lo que hace, ha ganado muchas medallas y trofeos. Pero tiene un pequeño defecto, es orgullosa. Cuando en una competencia le v...