El día después

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La casa donde vivo se encuentra ubicada a tres cuadras de la avenida principal, por la calle Tucumán 1415, entre Belgrano y Moreno. Lo que adoro del lugar en donde vivo es que, si bien poco a poco se va poblando de edificios súper altos, hasta ahora conserva el encanto de las casas bajas, poblando de árboles las desoladas veredas y dándole un toque cálido a nuestra ciudad. La disposición de las manzanas, calles, se rige bajo la forma de damero, inspirada en los españoles, que trajeron consigo esta estructura cuando Colón descubrió América.
- Mamá, ya estoy de vuelta.
Cierro la puerta con llave y busco a ver si hay alguien en casa. En la mesa de comer veo una nota.
" Amelia, salimos a comer. No tardaremos. Traeremos postre. Te queremos."
Ya. Tengo la casa sola.
Me voy al cuarto de mis papás y me recuesto en su cama de dos plazas a mirar un poco de televisión y comer los twisttos que encontré en la mesa del living. Por suerte encuentro la repetición de mi serie favorita así que me dedico a mirar y comer. Al cabo de un rato mi móvil vibra. Es un whatsapp. Es Isaías.
"Hola."
Una sensación de ilusión con mezcla de resignación se apodera de mí, causandome un dolor en el pecho, haciéndome sudar y poniéndome todo el cuerpo de color rojo pasión. Miro incrédula el teléfono y pienso si debo responderle o no.
"Hey hola."
Dejo el celular tirado en la cama, confiando en que él no responderá, cuando vibra otra vez.
"Hoy te vi."
Levanto las cejas sorprendida.
"En donde me viste?"
Al instante responde.
"Con las chicas, caminando por la costa."
Él me vio. Una inmensa emoción se abre paso pero la reprimo, aún no se a donde quiere llegar con esto.
"Ahhh si, hoy por suerte coincidimos con ellas para salir."
Esperaba un 'ahhhh', un 'ok' como respuesta, pero no.
"Tenemos que vernos."
Me tiemblan las manos. ¿Acaso no es esto lo que yo siempre había soñado? ¿Qué él volviera a buscarme?
"Para qué?."
"Necesito verte otra vez."
Me desarmó. Él aún tiene ese maldito poder sobre mí. Tengo que usar lo poco que me queda de razón para responderle.
"Ahorita estoy hasta el cuello de obligaciones, no se si pueda."
"Por favor, necesito verte, sentirte otra vez."
Eso ya no me gustó. Sentirme. ¿Qué demonios quería decir?
Oigo ruidos en la puerta de entrada y despierto. Todo fue un sueño. Agarro el cel y compruebo que no hay ninguna conversación con él. Mis papás y mi hermano llegaron con empanadas en los brazos.
- Bella vida la tuya, ¿eh?
Sonrío.
- Mejor imposible, papá. ¿Cómo les fue?
- Venimos con comida, así que nos fue de maravilla.
Me levanto de la cama, salgo de la pieza y voy al living. Solo yo comeré así que no es necesario hacer la ceremonia previa a la cena. Mis papás están más que cansados, y junto con mi hermano ya se acuestan a dormir. Ceno sola.
No puedo. Sinceramente no puedo dejar que me deje caer otra vez.
Junto mi plato y demás y los lavo. Al terminar paso por el baño me cepillo el pelo y los dientes, me pongo el pijama y me voy a mi habitación, me meto en la cama y dejo libres los sollozos que me he guardado antes de caer en un profundo sueño.

Odio tener que madrugar. ¿Porque no podemos disfrutar de unos de los placeres de la vida que, además, es gratis? Junto la voluntad más voluntariosa para sacar mi cuerpo de la suave cama. Las 7:15 de la mañana. Busco una remera, unos jeans para vestirme. Es el primer día de clases cursadas del segundo cuatrimestre.
Mi universidad se halla establecida en un campo de enormes dimensiones, que tiene el acceso sobre la avenida Libertad. Como queda al otro lado de la ciudad, mi papá me acerca en nuestro auto, un polo modelo 97, o sino voy en transporte público. Cuando uno se va acercando al lugar, al principio distingue el campo en los que los estudiantes de Agrimensura realizan sus prácticas; siguiendo la misma linea, se alza la edificación en donde se dictan clases de Ingeniería, separada por un campito muy bien cuidado de la facultad de Ciencias Exactas. Un poco más alejado, pero con otro acceso sobre el mismo camino, se encuentra el edificio de Derecho. Por obra del destino, el colectivo te deja en la puerta de cualquiera de las entradas, y para volver, las paradas están en frente a las mismas, cruzando la avenida.
- Amelia, ya despertaste.
Mamá me mira sorprendida desde la puerta de mi cuarto. Ella siempre se levanta cuando voy a la mañana y me prepara el desayuno.
- Si mami, al que madruga, Dios le ayuda.
Sonreímos las dos, ella entra y se sienta en mi cama. Me mira.
- Hija, con tu papá te vamos a apoyar en tus estudios. Haremos lo que podamos para que puedas recibirte, pero tú tambien debes poner de tu parte. Nadie tiene la vida comprada y no sabemoa cuanto tiempo más estaremos contigo y con tu hermano, así que si esta es tu carrera metele. No quiero que te pase lo que a mi me pasa.
La miro y la entiendo. Por más sinceramente me da muchísima flojera estudiar, se que el bien es para mí. Y que además el bien será para ellos.
- Mamá, esta es mi carrera y sabes que lo que empiezo siempre lo termino.
La abrazo fuerte antes de que se vaya a recostarse un ratito más antes de irse al trabajo. Por suerte papá me acerca hoy al Campus. El viaje es aburrido cuando se tiene sueño, es divertido cuando hay buen humor. Hoy el sueño domina todo así que vamos callados. Me deja en la puerta del edificio y lo despido. Es hora de buscar el aula e ir a clases. Entro en el primer edificio para luego salir a un patio y entrar en el segundo. Pregunto en alumnado el aula que corresponde a mi materia, agradezco y subo por las escaleras al primer piso.
Terminada la clase me dirijo al bar. Necesito tomar algo dulce. El bar esta saliendo del segundo edificio de la facultad a la derecha del primer edificio. Recorro el camino de asfalto mirando los árboles y disfrutando la brisa que trae consigo el aroma a mañana y pasto recién cortado. Adoro estar aquí. Entro al lugar que es bastante grande y siempre tiene como clientes a los alumnos de Odontología, ya que su facultad esta pegada a la segunda edificación de la mía. Saco del excibidor un Bagio, pago y me dispongo a salir cuando choco contra alguien y sin querer caen todas sus hojas de apuntes y prácticos. Me quiero morir, más papelones no puedo hacer. Con la cara colorada y el cuerpo que me arde por lo nerviosa, culpable y avergonzada que estoy, me agacho y le ayudo al chico a levantar lo que en el accidente cayó, sin mirarlo a la cara. Cuando termino de juntar y le paso las hojas, nuestras manos se rozan y siento un cosquilleo en todo mi cuerpo. Lo miro a la cara exigiendo una explicación y veo que él me mira asombrado. Es más alto que yo, aproximadamente una cabeza, cabello oscuro y semi largo, ojos marrones, un rostro muy bonito a decir verdad. Bajo la remera que lleva puesta se puede deducir que esconde un cuerpo trabajado y musculoso. Sonríe.
- Yo... lo lamento- empiezo a decir-, no te vi, estaba en otro planeta, perdón.
- No pasa nada, a cualquiera le puede pasar- me sigue sonriendo mirandome. Dios, tiene una hermosa sonrisa-. Soy Luca.
- Yo Amelia, un placer.
- ¿A dónde vas a tomar el jugo?
- En el solcito, a consegir un poco de calorcito porque me estoy congelando.
- ¿Te puedo acompañar? Pongo la galletita- sonríe animado.
Lo miro estudiandolo, sorprendida por la invitación. ¿Qué pretende?
- Dales. Compra lo que quieras pero que no sean pepas por favor.
- A mi tampoco me gustan las pepas.
Sonrío y le espero. Cuando viene veo que eligió un paquete de twisttos sabor jamón ibérico. Mi favorito. Salimos y en el camino de asfalto por el cual caminé, encontramos un asiento vacío. Nos sentamos allí y empezamos a conocernos, él estudia física, esta en tercer año de la carrera, ama tocar la guitarra y cantar. Por obra del destino, habla italiano. Me dijo una frase y cuando le pregunto que significa, me dice "la mujer que tengo enfrente es hermosa", y me sonríe, tímidamente, como pidiendo perdón de antemano por si me molestaba el comentario. Yo me pongo roja y no respondo, pero le miro sonriendo. Cambiamos de tema y seguimos conociéndonos. Él me cae bien.

El Chico de la PrimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora