Le pregunté a mi amiga lo que te pasó.
Hace diez años que no he escuchado tu nombre y ahora, en el primer instante que volví a escucharlo, mis pulmones y mi corazón se recordaron de lo que se siente al estar enamorado.
Ella me dijo que después de haber terminado tu servicio en el ejército te fuiste a vivir en Puerto Rico.
Es decir, hasta ahora.
Cuando te mudaste de vuelta a casa a Brasil.
A Río.
Yo simplemente sonreí y mantuve mi boca cerrada, a no dejar que los miles de pensamientos que tenía corriendo por mi mente desesperada escapara de mis labios y permitir que mi entusiasmo sea evidente.
Despues lo miré a él.
Le pregunté cuando llegamos a la fiesta "¿cual es?"
Él simplemente sacudió la cabeza y dijo, "ninguna."
Él mintió.
Mi hermano le advirtió. Su madre lo guió.
Tan audaz el de no pensar: "Ella es una amiga de mi mujer."
Eso no le impidió.
Vi a los dos coqueteando antes de que el le tomara la mano a ella y se atrevió a dejarme en la fiesta sola. Los dos escaparon de la habitación llena de gente con sólo el toque de uno al otro.
Pude ver el amor en sus ojos y en la de ella también.
El amor que no he tenido en mí durante diez años.