Saqué el mapa de Río y un lápiz rojo.
Rodeé mi destino antes de poner me mis gafas de sol y bajar la ventana.
El aire llenó mis pulmones con pasión y pertenencia.
Veinticuatro años brillaba dentro de mí treinta y cuatro años de edad.
En el camino hice varias paradas.
Visité a mi madre y le dije de mi plan antes de decir adiós.
Me detuví en un puesto de frutas y tomí un jugo de mango y piña fresco minetras que llegué a conocer el vendedor.
Me detuve en puestos artesanales y compré algo de cada uno- encontré un regalo que sabía que amaras.
Al día siguiente, mientras continuaba el viaje por carretera, me detuví en una pequeña playa y pense en lo que te iba a decir.
Hice un viaje con un pescador local y conocí a su familia con quienes pasé la noche después que hicimos una gira por varias islas cercanas.
El tercer día me fui lo más rápido posible hasta el fondo de la costa.
Un día más, hasta llegar a mi destino.
El destino que se fue de mí hace diez años.
Mi hermano me advirtió. Mi madre me guió.
Estaba segura de que eres el único que agita mi corazón.