Cuando llegué a Río, mi mente me llevó de nuevo a nuestra historia.
Los veinte años que te había conocido.
Los diez sin ti.
El último día que pasamos juntos.
Estabas supuesto a servir en el ejército y yo estaba supuesta quedarme y terminar la escuela cuando todo lo que realmente queríamos hacer era pasar el resto de nuestras vidas juntos.
Estabas demasiado asustado para admitirlo, pero yo no.
Era evidente con las lágrimas que escapaban de mis ojos cada vez que te vi el mes que estabas listo para irte.
Diez años sin amor después de haber sido presentada a la belleza que es puede volver loco a cualquiera.
Mi hermano me advirtió. Mi madre me guió.
Me distes tu collar cuando dijimos adiós.
El collar que no he quitado desde ese dia. El último recuerdo de ti.
Lo único que queria era la sensación de tu pelo, el toque de tus dedos, tus suave labios sobre los míos, el olor de su espalda y tus ojos marrones mirando profundamente en mi alma que elegí solamente exponer a usted y sólo usted.
Fuiste la razón por la que viví.
Tú eres mi hogar.
No es una exageración cuando digo que no he vivido en diez años.
He estado atrapada en una tumba esperando pacientemente tu regreso.
Dijiste que me amabas.
Te dije que lo digas una vez más, con sentimiento.
La ira inundándome se fue a través de cada posible escape de mi cuerpo cuando empezaste a dejar ir de mis manos cuando ya estabas siendo llamado a el autobús para abordarlo.
Repetiste las palabras una vez más con toda la pasión que tenías en tu cuerpo.
Lo sé porque me parecistes vacío. Vacío porque te deshiciste de todo el amor en tu alma para dármelo a mi.
Repetí esas palabras. Esas promesas.
Nos dimos un último beso en los labios y te fuiste en ese autobús.
No había ninguna posibilidad de moverme mientras que el autobús se alejaba y te despediste una vez más con tu mano a través de la ventana trasera.
Me pregunto lo que piensaras o lo que vas a dicir cuando me vez de nuevo.
Lo sabré pronto.