Capítulo 2

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"Como ya sabes, la primera vez que estuvimos en Arendelle fue por la coronación de tu tía Elsa. Cuando llegamos, hacía un día soleado, muy bonito y muy... Normal. Al principio, no nos llamó mucho la atención eso de que tus tías hubieran estado encerradas trece años, como tus abuelos nos contaron, pero más tarde empezamos a entender su importancia.

Tu madre estaba tan entusiasmada como... Bueno, como ella suele estarlo cuando se entusiasma. Pero no era la única. Nosotros estábamos en el puente del castillo justo cuando abrían las puertas, así que vimos pasar a tu tía Anna corriendo y, créeme, ¡cantando! En aquel momento no sabíamos que era ella, pero ya había conseguido impactarnos.

La ceremonia de la coronación no fue nada fuera de lo común. Recuerdas la nuestra, ¿verdad? Pues bastante parecida, aunque se coronaba una persona y no dos. Jamás he vuelto a ver a tu tía Elsa tan seria como en aquel momento, te podrás imaginar por qué. Estaba demasiado concentrada en que nadie notara que tenía poderes. En aquella capilla nos dimos cuenta de que la chica pelirroja que había cantado antes era tu tía.

Ya en el baile de celebración fue cuando empezaron a pasar... Cosas raras. Lo primero que vimos al acercarnos a la comida, aparte de los montones de chocolate, fue una tarta medio deshecha por culpa de un busto que alguien le había puesto encima. ¡Sí, todavía me acuerdo de esa tarta!

-Eso me da muy mal rollo... -Le dije a tu madre, señalando la tarta.- ¿Se supone que está hecha para que me dé mal rollo? ¿Es una de esas cosas raritas de la realeza?

-Mmm... Tal vez. –Fue su única respuesta. Estaba tan extrañada como yo y miraba aquello de arriba a abajo.

Cualquiera hubiera dicho que el resto de la noche pasaría de forma normal. Pero noooo... En esta familia nada puede ser normal, por lo visto. Bailamos, saludamos a tu tía Elsa con todas las formalidades y todo eso, y hasta buscamos a tu tía Anna para presentarnos, pero ya sabes con quién estaba en ese momento. Todo muy bien, hasta que tus tías empezaron a discutir y a Anna le dio por quitarle el guante a Elsa. Gran error. Enfadada como estaba, su poder se descontroló.

Con un movimiento brusco de su mano, una especie de carámbanos gigantes y afilados como lanzas salieron del suelo en dirección a nosotros y a la mitad de los invitados. En lo único que podía pensar en aquel momento era en sacar a tu madre de allí. Ni siquiera me había fijado en que Elsa había salido corriendo y en que la gente estaba gritando. Aquello parecía una auténtica locura.

El duque de Weaseltown o como se llame salió corriendo también con sus hombres, seguidos de Anna y el príncipe Hans, al que todavía no habíamos tenido el disgusto de conocer. Mientras tanto, yo... Digamos que estaba en estado de shock.

-Le sale hielo de las manos. Me he quedado de piedra. Le sale hielo de las manos y es de verdad... ¿POR QUÉ LE SALE HIELO DE LAS MANOS?

-¡Eugene!

-¿QUÉ?

-¡Ni que eso hubiera sido lo más raro que hayas visto en tu vida! ¡Deberíamos salir fuera! Está saliendo todo el mundo y yo quiero saber qué está pasando con mi prima. ¡Vamos!

Tu madre me cogió de la mano y, esquivando los carámbanos que seguían intactos en el salón del trono, prácticamente me arrastró hasta el patio del castillo. La locura aumentaba por momentos y no parecía querer parar. ¡Estaba nevando en mitad de julio!

-Parece que el hielo no es lo único... -Observó tu madre, mirando al cielo.

Cuando pudimos localizar a tu tía Anna, estaba subida a un caballo con solamente una capa por encima y gritando a todos los que estábamos allí:

-¡Dejo al príncipe Hans a cargo!

-¿Anna? ¡Espera, espera! –Exclamó tu madre mientras intentaba abrirse paso entre la multitud y llegar hasta ella. Demasiado tarde. Salió al galope por la puerta principal en menos de lo que se tarda en decir "sartén".

Tangled FractalsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora