Esos días fueron un lío total. Carlos era mi mejor amigo, el primer amigo que había tenido, realmente, y no quería que se enfadase conmigo.
"¿Por qué se iba a enfadar contigo?" dirá la gente. Pues es una historia muy larga. Empezaré por el principio.
Thy siempre me había llevado loco. Bueno, desde que la conocí. Al contrario de lo que piensa Carlos, yo sabía quién era ella antes de que él me la presentara. Éramos pequeños, en un parque. Barbie ya no se acuerda, pero ella tuvo mucho que ver.
Pero eso tampoco importa. Todo empezó cuando yo tenía unos once años. Una tarde, volviendo del entrenamiento de fútbol, pasé como de costumbre por el parque en el que solía ver a Thy todos los jueves. De normal solo nos sonreíamos, pero ese día fue distinto.
-¡Déjame o me voy a chivar!- gritó la voz de Thylane desesperada. Se oyeron risas y burlas imitándola.
La Glorieta estaba casi vacía ese día; era 25 de junio y todo el mundo se iba de veraneo. Busqué de dónde venían los gritos y ví a Thy luchando por que la soltasen unos niñatos. Iban a nuestro colegio, tenían un par de años más que yo, pero no me importó.
-¡Parad!- antes de darme cuenta, estaba delante de ellos, con la cara roja de la rabia.
-¿Y este niño no va a nuestro colegio?- dijo uno de los chicos, con cara de asco.
-Es uno de los pequeños, Javi- habló el más alto; solo le tomó un segundo examinarme y girarse de nuevo-. Ya se irá.
-¡Se lo voy a contar a mi hermano- amenazó Thylane, desesperada-, y os va a dar una paliza!
Los tres chicos se giraron a mirarle con los ojos abiertos, y yo aproveché para acercarme al que se llamaba Javi y darle una patada en la espinilla.
-¡Ay!- exclamó, mirándome con cara de odio. Empezó a venir hacia mí. Tuve deseos de tirarme encima suyo y darle puñetazos, sabía que podía derribarlo si quería, sabía que podía incluso matarlo si algo no me frenaba. Pero no lo hice. No quería que Thy pensara que era un monstruo.
-Vámonos, Javi- dijo entredientes el único chico que hasta entonces no había abierto la boca-. Ya hablaremos con él otro día.
La forma en la que dijo "hablaremos" me dejó bien claro que pensaban en todo menos en algo razonable. Thy les miró con cara de asco mientras se marchaban, y yo estuve todo ese rato mirándola a ella.
-¿Qué ha pasado?- le pregunté, al cabo de unos minutos. Ella me miró como si reparase en mí en ese instante.
-Estaban molestando a Alba- dijo, con rencor. La miré curioso, no sabía que alguien de apariencia tan inocente podía hablar con tanta ira.
-¿Quién es Alba?- me aventuré a preguntar.
-Una de mis amigas-. Parecía mucho más tranquila, y me acerqué a ella unos pasos.
-¿Te acompaño a casa?- vivía ahí al lado, por eso sus padres le dejaban bajar sola.
Negó con la cabeza:
-No tengo que volver hasta las siete y media- miró su reloj- y aún son las cinco menos cuarto. Alba se ha ido a casa corriendo, a buscar a su hermano mayor, pero me parece que no le va a hacer mucho caso.
-¿No se ha quedado contigo?- me extrañé, sintiendo como mi enfado iba en aumento.
-No- me dijo, como si se burlase de mí-, yo le dije que fuese a por su hermano, más que nada para que no se pusiese a gritar y a llorar.
Fruncí el ceño. No me gustaba que pensase que podía reirse de mí. La cogí del antebrazo y tiré de ella.
-¡Oye! ¡Qué haces!- dijo, bastante enfadada. Yo empecé a andar hacia mi casa, aún agarrándola.
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Cuando volvimos a sonreír
Teen FictionSilvia tiene once años cuando sus tíos, Guillermo y Jacqueline, mueren. Oliver, Thylane y Bárbara, los tres hijos de éstos, se mudan a casa de Silvia, sus padres y sus dos hermanos mayores, Alex y Carlos. Óscar, el mejor amigo de Carlos, intenta ayu...