El olor

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Era viernes. Ese día teníamos Biología, Historia y una materia que se agrega al programa de las escuelas religiosas: Catequesis.

En las clases de Biología me va bastante bien. En Historia... no sé si pueda haber una asignatura más aburrida en la tierra.

Durante los recreos los Merodeadores se veían muy cansados (claro, si casi no durmieron). Se sentaron en los bancos del patio y bostezaban, se desperezaban y recostaban.

-¿Ven? Les dije que se duerman temprano- les regañé.

-No nos dormimos tan tarde- se excusó James- Lo que sucede es que no estamos acostumbrados a levantarnos tan temprano.

-¿Y a qué hora se levantan normalmente?

-A las ocho treinta a.m. Y luego tenemos clase a las nueve.

-Claro. Re tarde- dije yo- Van a tener que...

Iba a decir que van a tener que acostumbrarse, pero... no. Ellos tienen que volver, de lo contrario muchas cosas van a cambiar. Digo, Harry tiene que nacer, y si James está acá nunca se va a poner de novio con Lily, y Sirius no va a ser el padrino de Harry y Remus no le enseñará defensa contra las artes oscuras y Harry no sabrá hacer un patronus... Si... se complica.

-¿Qué es lo que tenemos que hacer?- preguntó James.

-Volver- dije yo- Tienen que volver a su mundo.

-¿Y cómo vamos a regresar?- preguntó Sirius.

-No sé- contesté- Tengo que pensar.

Me levanté de mi asiento y fui a dar una vuelta.

-¿Se puede saber que le hiciste?- preguntó James a Sirius.

-No le hice nada.

Remus y James lo miraron serios.

-Bueno, solo me acerqué demasiado... no sé que me sucedió, pero tenía curiosidad.

-¿Curiosidad?- preguntó Remus.

-En realidad pensé que estaba soñando- dijo Sirius- Y me dejé llevar.

-Eres un tonto- dijo Remus.

-Si... pero, no te culpo- dijo James.

-¿Qué quieres decir?- preguntó Remus.

-Bueno... ella es linda.

-¿Ya te olvidaste de la pelirroja?- preguntó Sirius.

-No, no la he olvidado- respondió James- Es solo que...

-¿Qué?

-No sé.

Estaba en un pasillo mirando por la ventana. ¿Qué iba a hacer ahora? Cada día que los Merodeadores pasan aquí es un riesgo.

-¿En qué pensás?- preguntó alguien. Lo miré y era Iván.

-En nada. Solo... en mi loca vida.

-Living la vida loca- dijo él y empecé a reir- Ya, te conozco. Algo te pasa.

-Si. En realidad me pasa de todo. Ha! No te conté las últimas noticias.

-¿Qué pasa?

-Mi vieja... se fue a Milán.

-¿A Milán?

-Si. Y me avisó por teléfono unos minutos antes de subir al avión.

-¿En serio? ¡Qué loco!

-Si. Así es mi vida. Y mi viejo... no sé ni donde está. La última vez que lo contactaron estaba en Bariloche.

-Sí que se da la gran vida.

-Ahora entendés por qué estoy pensativa?

-Bueno, no te pongas así. Sos joven. Tratá de disfrutar tu vida.

-Es difícil... ¿Sabés una cosa? Me di cuenta que con la vida que llevo, yo tendría que ser un caos. Tendría que ser drogadicta o alcohólica o zorra. Sin embargo...

-Sos una chica sana, mantenés tus materias al día, no andás con malas juntas...

-Si. Como dijo Cameron en Dr. House, los buenos hijos se crían solos.

Nos fuimos juntos al salón. A pesar de todo creo que los problemas me rebasan y no soy del todo buena ocultando mis sentimientos.

-Ya todo se va arreglar- me dijo Iván.

-¿Cómo dice el mano santa?

-Me leíste el pensamiento.

Ese comentario me hizo sonreír. Hace poco que nos hicimos amigos, pero Iván es un buen amigo. Me acerqué a él y me dio un abrazo. De pronto sentí un olor... ese mismo olor que sentí en el quiosco.

-Iván... ¿Estuviste fumando?

-Eh...

¡Estuviste fumando!

-Solamente fue una pitada y ya.

-No te puedo creer. ¿Y qué pasó con eso del pacto de no volver a fumar?

-Es más difícil de lo que parece.

-¿Y a mi me lo decís? ¿Te pensás que no sé lo que es?- Me alejé de él. El olor me impregnaba.

-No me dejés así.

-Me estás matando- le dije.

Me fui a mi asiento. Los Merodeadores ya estaban en sus lugares.

-¿Qué fue eso?- me preguntó James.

-Nada.

-Lo estabas abrasando y luego te enojaste con él- dijo Remus.

-Si. Es que... es mi amigo, pero un día de estos lo voy a matar.

-¿Oíste eso, Canuto?- dijo James- Si no te comportas con ella te va a matar.

-¿Por qué quieres matar a Iván?- preguntó Remus serio.

-No lo dije literalmente- respondí entre risas por su expresión- Es que... es un nabo.

La argentina y los Merodeadores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora