Como no quería seguir recordando todo lo que sucedió aquel día, decidí meterme en la cama con el móvil. Podía seguir hablando con Chloe acerca de la consecuente excursión, ya que le había colgado de mala manera, o también podía hacer lo que llevaba pensando un buen rato. Tendría que decirle a Tyler que aceptaba que viniera a recogerme, pero sería un poco brusco empezar una conversación así. Aunque ahora que caía, las últimas palabras suyas fueron bruscas, así que las primeras mías deberían ser igual.
Retiré los cojines de la cama, quité las sabanas y encendí la pequeña lámpara. Sujetando el móvil entre las manos, suspiré y abrí el chat. El nombre de Tyler estaba muy abajo en las conversaciones archivadas. Nunca quise borrar los mensajes por si se arrepentía de lo que me dijo, pero fui muy ingenua, porque seguramente lo que me quería decir ahora no tenía nada que ver con pedirme perdón. Selecioné la conversación y visualé su última conexión, hace media hora. Escribí a toda prisa:
-¿Por qué quieres verme ahora? Y sí, puedes venir- abandoné el chat a toda prisa y dejé el móvil en la mesilla. Apagué la luz y me acosté. Tardaría en dormirme, pero era tarde y necesitaba descansar para mañana. Si no me contestaba ahora no me quedaba otra.Sentados en el coche, la luna se alzaba paciente y observadora. Un gran descapotable negro y unos asientos de tapicería de piel eran el escenario. Su pelo moreno brillaba con destellos cegadores y unas motas de polvo levitaban entre los dos. Se volvió y pude contemplar sus cristalinos ojos verdes oliva. Centelleaban al son de mi corazón. ¿Por qué todo parecía tan claro? Se acercó a mí y pude contemplar sus preciosos labios y entonces... Me desperté sudando entre las sábanas. ¿Me había acostado pensando en Tyler? ¿Por eso había soñado con él? Pero no era Tyler, él no tiene el pelo moreno y los ojos oliva y centelleantes. Intentando dejar a un lado esa angustiosa sensación de que casi lo beso en sueños, me apeé de la cama y me acerqué al armario para coger mi ropa de la excursión. Una camiseta básica y unos pantalones rotos iban bien con mi humor de la mañana. Cerré la ventana, que curiosamente estaba abierta, y bajé a toda prisa las escaleras. Mi madre ya me esperaba es la isleta de la cocina, cuando a esa hora solía estar todavía dormida. Quería despedirse.
-Buenos días. - levantó la cabeza y sonrió con cierta timidez. ¿Y esa sonrisa?
-Buenos días. ¿Y esa sonrisa?- intenté ser simpática porque me iba esa mañana, pero entonces me acordé que vendría a recogerme Tyler y tuve que actuar para disfrazar mi cara de disgusto.
-Nada, es solo que... Bueno, mejor ya te lo cuento cuando vuelvas de Montreal, porque es una cosa que lleva su tiempo.
-Bueno vale, pero ahora me dejas con la intriga.- sonreí, aunque no lo hacia tan habitualmente.A las 8 pasó un coche cerca de la entrada de nuestra casa. Yo ya esperaba detrás, de pie y con la maleta junto a mis costillas. La casa estaba silenciosa, y más que se iba a quedar cuando me fuera. Se escuchó un "clic" proveniente de un coche cerrándose y sonó el timbre. Estaba nerviosa, más por que iba a volver a ver a Tyler después de 3 meses sin ningún contacto, que por la excursión. Me giré y abracé a mi madre.
-Cuídate, ¿vale? No quiero que cuando vuelvas de Montreal parezcas otra persona.
-Y tú, no vaya a ser que cuando vuelva haya alguien más en casa.- no reaccionó a mi intento de broma, así que añadí- Te quiero.
-Y yo también. Adiós. - me quitó las manos de los hombros para abrir la puerta, y salí.
Allí estaba Tyler, con una mochila colgada en un solo hombro y una gorra de su equipo de rugby. Llevaba lo que llevan todos los chicos en situaciones informales: una camiseta negra y unos vaqueros. Me dió un vuelco al corazón cuando lo ví. Dios mío, ¿tan arrepentido estaba? Lucía nuestro colgante, uno con mi inicial. Yo tenía uno con la suya, pero lo tengo bien guardado y despintado.
-Hola. Me alegro de volver a verte. Yo... Te echaba de menos. - se le veía inseguro y más tímido de lo normal. Se llevó la mano a la nuca. Yo seguía plantada en las escaleras.- sé que te preguntarás porque te he llamado ahora, después de tanto tiempo y de lo que dije...
-Sí, me lo pregunto- antes de decir nada, quería ver que era lo que tenía preparado.
-Pues, es que de verdad siento aquello que te dije. Fue muy cruel, pero esa noche me lo estaba pasando demasiado bien como para que algo así... Algo así me lo estropeara. Y estaba bebido, creo que mucho. No me acordaba mucho de esa noche, pero el otro día recordé lo que te dije y me sentí muy mal. Sabía que tenía que disculparme aunque tan tarde ya no valga. Así que, lo siento.- reconociéndolo, no esperaba que dijera algo así tan pronto. Esperaba una discusión y gritos, y ahora era yo la que no tenía palabras. Sobre todo porque mi madre estaría espiando por las ventanas.
-Gracias, estaba esperando a que te disculparas. Aunque no es que haya estado viviendo esperándolo. Tu ya me entiendes. ¿Podemos ir al coche?- parecía más tranquila de lo que lo estaba en realidad.
-Sí, claro. Deja que yo lleve tu maleta- hizo el amago de cogerla, pero yo se la retiré.
-No, yo puedo. Pesa demasiado.- delicadamente, me retiró la mano del mango de la maleta y la cogió él, arrastrándola tras de sí y acercándose al coche.Cuando llegamos al colegio, aparcó y apagó el vehículo.
-Has estado muy callada.
-Es que no sé que decir. Entiéndelo, de repente apareces cuando ya pensaba que no volverías y revives lo que sentí aquel día. No tienes derecho a hacer eso, porque no deberías controlarme de esa manera.
-Pero eres tú la que tienes que controlarte. Mira, no solo te he llamado para disculparme. Un año es mucho tiempo y muchos recuerdos, y los echo de menos. Yo... Te echo de menos. Y te necesito.- mi corazón se ablandó. Ahora entiendo por qué mi madre me dijo que le diera otra oportunidad. ¿Siempre fue de esta manera? Yo también lo echo de menos, pero no se si sería correcto pasar por alto la manera en la que me insultó, y también a Abigail.
-¿Qué significa esto? Es normal que eches de menos esos momentos, pero no creo que me eches de menos a mí. No puedo ignorar lo que dijiste porque deberías haber medido tus palabras. - lo miré, y él me observaba con cara dolida. Entonces, se inclinó sobre mí y me agarró la cara con sus manos, plantádome un tierno beso en los labios que hizo que mi corazón acabara de derretirse. Era como mi sueño, pero con un Tyler real. Cuando se retiró, me sonrió y siguió mirándome fijamente. Estaba imnotizada con sus ojos caramelo.
-¿Me prometes que te pensarás lo de volver a intentarlo?- me agarró las manos.
-Sí, lo pensaré.
Nos quedamos mirándonos unos segundos, luego aparté mi manos y salí del coche lentamente.
-Adiós.
-Hasta luego, Dania.
Cuando terminé de bajar, observé y continuaba en el coche, con las manos en el volante y serio. Sonrió y volvió a encender el coche. ¿Seguiría queriéndome? ¿O simplemente quería a los recuerdos que tuvimos juntos? Lo que sí era cierto es que había despertado en mí los dormidos sentimientos que yo misma había acostado a la fuerza, y que él había tomado como suyos para volverlos a revivir.
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Recordados.
Ficción GeneralDania era una chica canadiense más desequilibrada que normal. Su vida había empezado a enderezarse después de muchas vueltas, pero algo volvería a cambiarla. ¿Y si todo lo que creías a cerca de las almas gemelas no fuera cierto? ¿Qué, de repente, t...