Capitulo 2

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No tenía mucho que presumir, no llamaba la atención, y como su padre le había dicho alguna vez, Era un bueno para nada. Si las personas entendieran, el poder de las palabras, si las personas se dieran cuenta de lo peligroso que es, entenderían aquel dolor. Es como si se clavaran en su mente, como si no quisieran salir de su cabeza, esas palabras vivían allí dentro, arruinando momentos y sentimientos, y sobre todo, quemando cada mínima esperanza.

Sus ojos verdes no se movían de aquella foto de su amiga, tenía con ella su coleta, sus largas pestañas y sonreía con aquel brillo único que tenían sus ojos. En sus manos había un libro, que él le había regalado por navidad. Sabía que ella seguramente tendría mejores regalos, y que otras personas de seguro le habían regalado cosas mucho mejores, pero este era su pequeño aporte.

La foto estaba en blanco y negro, y debajo de esta decía su nombre y apellido, y debajo, si la veían que llamaran a cualquiera de todos los números que había allí abajo. Luego otra hoja exactamente igual salió de la fotocopiadora, y otra, y otra, y otra...

De verdad no podía creer lo que había pasado. Ella era como una luciérnaga en una noche sin estrellas, era SU luciérnaga. La única luz que le iluminaba, y ahora mismo, ella podría estar con cualquier persona, en cualquier parte del mundo, haciendo cualquier cosa. No podía olvidar su sonrisa, y quería pensar lo mismo de ella. Quería creer que ella lo recordaría como él lo hacía, pero sabía que no lo haría, ella era la clase de persona que le gusta tener todo en su poder, que solo pensaría en ella misma y en nadie más, aun sintiendo que ella era un desastre.
Pero quería pensar que ella recordaría la forma en que la miraba, y le sonreía.
De una forma que nadie más lo hacía.
Sonriéndole de una forma enamorada y loca.

-Es un buen libro- escucho como decía una voz en a sus espaldas. Se volteo para ver quién era el emisor de aquella voz, uno de los chicos, tenía que bajar un poco la mirada para lograr verlo a los ojos, su pelo negro hacia un gran contraste con su piel pálida. Marcándole sus clavículas que dejaba ver aquella remera holgada, notando su mandíbula dibujada, y sus ojos negros.

-¿Lo has leído?- Pregunto viéndolo como giraba su mirada y pasaba su mano derecha, delicadamente por una de las sillas.

-Bueno, cuando pasas tanto tiempo sin hacer nada, necesitas entretenerte un poco- Dijo con una sonrisa. Rubén no podía evitar que su mirada se diríjase a sus largos, pero delgados, dedos que estaban unidos a su huesuda palma. El pobre chico seguramente moría de hambre.- Terrible final por cierto, la historia es buena- suspiro- Pero esperaba algo diferente, no ese complicado enigma.- Concluyo el más bajo.

Acercándose unos pasos más a él, Rubén pregunto.- ¿A qué te refieres? Creía que eso era lo mejor de los libros, su misterio y el enredo entre los personajes. Todo ese... Drama innecesario, pensé que eso era lo excitante.- Termino de decir, tomando como referencia los pocos libros que había leído.
Alejandro levanto la mirada, y vio que Rubén estaba a unos simples pasos de el.-Lo es, de verdad, pero... Ese libro, "Invierno del 46" era tan simple, pero tan simple. Un simple personaje, con una vida tan simple, podías predecir todo lo que ocurrirá, pero el final, fue como una estar escuchando a Beethoven, y que de un segundo a otro The Offspring suene.- concluyo.

Rubén lo miro atento, tenía tanta clase al hablar, pero a la vez era tan simple, mientras que para él, era un milagro que no haya soltado una grosería en medio de esas 2 o 3 oraciones.

-¿Y tú? ¿Algún libro que te haya gustado?- Pregunto el chico mirándolo a los ojos fijamente, como si estuviera intentado leerlo, a el.- No soy realmente un chico de libros, prefiero las películas de acción y terror, recuerdo que la primera que vi fue "sé lo que hiciste el verano pasado" fue la polla en aquel momento.- Respondió con una sonrisa.

La puerta se abrió de golpe dejando ver el cuerpo de Frank. - Perdón tíos, creí que no habría nadie.- Dijo un poco incómodo.
Alejandro y Rubén se alejaron mientras que Frank pasaba entre ellos para buscar las fotocopias de Alma. Alejandro no pudo evitar mirar todo el cuerpo de Frank, un cuerpo... Perfecto. Sus brazos, su cuello, todo lo que estaba al descubierto era perfecto, y debajo de toda la ropa que lo cabria debía ser igual de perfecto. Tenía una voz muy diferente a la de él, muy nítida, muy masculina, mientras que la de él, era casi inexistente por la falta de energía, por la falta de fuerza.
Mientras tanto, Rubius, lo veía como alguien perfecto también, Frank tenia abdominales, tenía unos brazos fuertes, tenía una sonrisa increíble, y un pelo perfecto, su ropa siempre limpia, tenía una altura moderada y no era un "poste de luz" como decían sus amigos.

-¿Vienen?- Pregunto Frank sacándolos a ambos de su trance con él.
-¿A dónde?- Preguntaron al unísono.-Vamos a pegar los carteles por todos lados, vamos.- Los tres chicos salieron de la habitación para ir a la puerta de la casa de Alejandro, allí se encontrarían con todos y pegarían los carteles. Necesitaban encontrarla, debían encontrarla...


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