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Sospechoso 2

Cuando recibió la noticia de que Alma había desaparecido, no pudo reaccionar. Reconocía que no le sorprendería si la violaban o si quedaba embarazada, pero... ¿Desaparecida? La última vez que recuerda haberla visto, fue cuando la invito a su fiesta, la cual era el viernes.
Debe de reconocer que no recuerda nada de aquel viernes por la noche gracias al alcohol. La resaca que se llevo no valía la pena. La casa de Ruben todos las noches estaba en movimiento, siempre una fiesta, siempre drogas, siempre olvidando. Tampoco hay que creer que Ruben no iba a al instituto. El sólo tenia 17 años, vivía con su madre, ya que su padre lo abandono diciendole bueno para nada.

Vivía constantemente con cansancio, aún sin hacer nada, problemas de concentración, problemas para dormir, el sentimiento de estar vacío, y con algunos pensamientos suicidas. Pero nunca llego a los cortes.

Estaba sentado en una silla, esperando su turno, el chico con rasgos asiáticos y rarito acababa de entrar. A su izquierda, un chico de baja estatura, y a la derecha, otro chico un tanto curpulento. Se sentía un hongo al lado de aquel chico. Pero ni pensar como se debía de sentir el pequeño, pues puede que no tenga músculos como aquel chico, pero si era alto.

Luego de unos minutos, el chico de rasgos asiáticos salio de la sala. Y el policía con anteojos lo llamo.
-Ruben Doblas Gundars... Gunderk... Gun.- Pero Ruben lo interrumpió.

-Gundersen- Dijo mientras se paraba e iba hacia la sala, se sentó en la silla que estaba sola y espero a que ambos policías se sentaran.

-Gracias por presentarse Ruben es...- Dijo haciendo una mueca hacia la vestimenta de Ruben. Unos jeans rasgados, una remera gris con una camisa roja y negra a cuadros y unas zapatillas desgastadas, ¿su pelo? Peinado para arriba.-Un placer hablar con usted...-

-¿Donde esta mi amiga?- Dijo Ruben directo, sus ojos siempre estuvieron húmedos, su desaparición significaba mucho ella era su líder, la mano de quien tomar al cruzar la calle.

El policía suspiro en un primer momento- Es lo que intentamos saber Ruben, llamamos a las únicas personas que agendaba en su celular.- Dijo mientras Ruben escuchaba atento.-Pero necesitamos que cooperes, para poder hallarla así que por que no...- estaba por terminar de decir cuando la información salio de la boca de Ruben como un diluvio.

-Nos conocimos en un fiesta el año pasado, la última vez que la vi fue el jueves para invitarla el día siguiente a una fiesta, ella dijo que si, no recuerdo nada de la fiesta por la borrachera que llevaba, ella y yo siempre hablábamos por mensajes y en las fiestas. Nos acostamos 2 veces solamente. Siempre me habla de una chica llamada Laura, y dice que debemos conocernos, pero nunca me la presento. Mi nombre es Ruben Doblas Gundersen, mi padre me abandono a mi madre y a mi a los 7 años, tengo 17 años, acostumbro a tener fiestas, drogarme, y tomar alcohol.- Termino de decir aspirando una gran cantidad de aire.

Ambos policías se miraron mutuamente y anotaron unas cosas antes de continuar.

-¿Sabes algo de alguna pareja, o persona con la que mantenía una relación?- Dijo el policía con arrugas y un feo lunar al que no podía dejar de mirar.

-No, no, ella no salía con nadie, ella solo tuvo... Ya saben... con unos chicos y unas pocas chicas pero fue solo eso... La última vez que salimos juntos fue para comprar unos discos de música, y un poco de alcohol.- Dijo el menor. Sus ojos seguían empañados.

Ambos policías anotaron unas cuantas cosas, agradecieron a Ruben y lo guiaron hacia la salida.
Ruben paso por el pasillo bajo la mirada fija de todos los otros adolescentes de esa sala.
Al salir de la estación de policía, camino sin rumbo fijo hasta que callo sentado con la espalda en la pared de una casa y mirando a la calle vacía.

Sus ojos le ardían demasiado, así que dejo que las lágrimas cayeran, se tapó los ojos con ambas manos mientras sollozaba.
-Todo es mi culpa- Se dijo mientras lloraba - La invite a una fiesta y ahora no esta gracias a mi- Su llanto se intencifico un poco mas mientras se cubría las ojos.

Separo sus manos de sus ojos, para morder una de ellas para intentar evitar los sollozos.
Estaba allí, tirado en la calle llorando culpándose a si mismo una vez más...