Capítulo 1. Lauren.

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La melodiosa voz de Brad se intercala con los pensamientos de mi subconsciente, estoy bailando al ritmo del compás de la canción, él está enfrente, quieto, me mira con sus ojos cristalinos, de inmediato aparto la vista avergonzada y Brad estira su brazo para cogerme cuando algo empieza a golpearme en la cara. Abro los ojos y la fuerte silueta de Brad se convierte en mi mejor amiga Meghan.

-¡Lauren, quieres apagar la alarma de una vez!. El indeseable ese me está dando dolor de cabeza.

-Buenos días Meghan- Contesto con voz ronca.

Meghan ha sido mi mejor amiga desde que nos pusieron en la misma habitación, a veces se comporta de manera pesada con que si está gorda y que Jacky nunca se enamorará de un bollito de crema, como ella se llama así misma, pero salvo por esas charlas con las que me tortura, Meghan es el mayor apoyo que tengo.

-¿Queréis hacer el favor alguna de las dos de abrirme el dichoso bote del tinte?- Pregunta Valentine un tanto irritada.

Valentine, mi otra compañera de habitación, lleva dos años con nosotras, se mudó a nuestra habitación después de que por experimentar con varios tintes llenara por accidente toda la ropa y cama de sus otras dos compañeras. Es una chica bastante peculiar y alocada pero desde el minuto uno que estuvo junto a nosotras le cogí un cariño impresionante.

Miro el reloj, las ocho y diez, me pongo a hacer la cama y el suave tacto del edredón me tienta a meterme bajo él, pero sé que no debo por lo que continúo haciéndola. Abro el armario, me coloco el uniforme formado por unos leggins negros y una sudadera azul marino, cuando termino me pongo la etiqueta pegada a la sudadera que indica que soy de la sección de literatura. Una vez lista salgo al pasillo, me cruzo con dos chicas, una de escultura y otra de arte dramático. El internado está dividido en artes, pintura, escultura, arte dramático, literatura, danza y música. Cada miembro del internado pertenecemos a una de estas secciones.

Llego al comedor y me siento junto a Meghan, Valentine, y Connor, un chico de piel oscura y mirada alegre. Finalizamos el desayuno y cada uno nos dirigimos al bloque de nuestro arte.

Hoy las clases me están resultando un poco aburridas, para colmo el almuerzo de las doce lo debo de tener ya en los pies porque me rugen las tripas del hambre. El enorme reloj de la pared marcan las dos y tres minutos en poco menos de media hora podré estar degustando un delicioso plato del comedor.

El maravilloso sabor de la empanada hace que me imagine en uno de esos sitios con agua y arena al que llaman playa, como las que salen en algunas pelis que hemos visto. Me encantaría poder sentir el tacto de la arena, cómo resbala entre mis dedos, tal vez haciéndome cosquillas o tal vez quedándoseme pegada como les pasa a esos hombres de las películas.

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