Capítulo 2. Lukas

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Abro los ojos, lo primero que veo es la lámpara de la habitación, es grande, extravagante, colorida, sin mucho sentido en su forma pero hay algo que la hace muy bonita, supongo que como todos nosotros.

Lo primero que hago es levantar a Thomas, es mi mejor amigo aquí, le conozco desde que era un crío, me acuerdo perfectamente del primer día que le vi, ese enanillo de pelo rubio y ojos azules que parecía que no había roto un plato en su vida. Recuerdo que al principio pensé que nunca podría ser amigo de alguien aparentemente tan débil pero supongo que las cosas van cambiando con el tiempo.

-¡Arriba rubiales!- no acoge el grito con muy buen humor.

-Hay una cosa que se llama despertador, y que yo sepa tú no te llamas despertador te llamas Lukas Parker- me gruñe

-¡Pero que jaleo es este sino son ni las 8! –dice de repente Jacky que se acaba de despertar.

Jacky es el otro chico de nuestra habitación, es como nuestro hermano pequeño por decirlo de algún modo, siempre está bromeando y tiene un carácter bastante infantil, pero tiene un corazón que no le cabe en el pecho. Como dice una de nuestras profesoras "un buen muchacho el chinito este...".

Voy directo al baño, con pereza la verdad, porque yo no quería levantarme, pero hoy es lunes y hay que empezar con energía. Me lavo la cara con agua fría y noto esa sensación congelada desde el dedo gordo del pie hasta el último pelo de la cabeza, pero me alivia.

Ya vestido con el uniforme del internado, una camiseta azul marino con la etiqueta de cada sección (en mi caso Arte dramático) y unos pantalones del mismo color, me dirijo hacia la cafetería. Saludo a varios compañeros por el pasillo y cuando llego a la mitad giro para dirigirme a la pasarela que me llevará al comedor. Pulso el botón y la plataforma llega a los pocos segundos. El edificio está dividido en 4 secciones con un gran patio interior, donde está el comedor, la cafetería y un gran jardín, por así decirlo es como un cuadrado con otro cuadrado dentro. Cada sección se conecta por pasarelas con una plataforma central que sube y que baja. Como un ascensor.

Entro para el desayuno y me siento en la mesa con Thomas, Jacky y algunos compañeros más de arte dramático. Unas mesas más hacia mi derecha está ella, tan radiante como siempre junto a su mejor amiga, me quedo mirándola como un tonto cuando suena el timbre que indica que es hora de irse a clase.

El resto del día voy a seguir pensando en ella.

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