Primer día como corredor

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-"¿¡Cómo qué el laberinto!?" dije sin entender. La verdad, no imaginaba que esa maqueta fuera aquel laberinto...
-"Llevamos tres años recorriéndolo y haciendo esta maqueta por cada sector nuevo que descubríamos. Créeme si hubiera una salida ya la habríamos encontrado hace mucho tiempo..." contestó él bastante deprimido.
-"Pero... Debe haber alguna salida. Igual si vamos a donde dejamos al lacerador encontramos algo... Cualquier cosa. No nos podemos quedar parados, debemos hacer algo."

-"Puede... Está bien, mañana lo investigaremos, y si no tendremos que seguir recorriendo el laberinto... Imagino que ya tendrás una idea de como es, ¿no?"
-"Sí, hasta sabría encontrar donde dejamos al lacerador." le sonreí triunfador.

-"Ahora si me disculpas, la "cama" me espera." decía mientras me alejaba con un montón de cansancio. Eugin rió mientras nos dirigíamos a dormir de una vez por todas. Estaba agotado, así que nada más tumbarme caí en un profundo sueño, pero justo como el otro día me había ocurrido, esos extraños sueños que parecían ser recuerdos volvieron a mi.

~Sueño~
Había a mi alrededor un grupo de aproximadamente diez personas. Entre ellas estaba la chica rubia de los otros sueños o... Recuerdos. Todos ellos decían cosas de sacar a alguien de algún sitio peligroso. No podía distinguir quien decía el qué. Luego me encontré en la jaula de nuevo, subiendo mientras vomitaba... Como aquella vez...
~Fin del sueño~

Al despertar el sol comenzaba a salir, vi que Eugin y Jonathan hablaban en voz baja para no despertar a nadie. Me acerqué a ellos y les sonreí adormecido.
-"¿Qué Jack, preparado para tú primer día?" dijo Jonathan con una enorme sonrisa de entusiasmo. Yo asentí cansado y los tres nos acercamos a las puertas del laberinto, las cuales permanecían aún cerradas, pero sabíamos que pronto se abrirían.

Y efectivamente así fue, esperamos unos minutos y las puertas se abrieron ante nuestros ojos. Nada más abrirse los tres entramos con rapidez, para no desperdiciar ningún momento ahí dentro. Al parecer Eugin y Jonathan ya habían preparado una gran bolsa con el agua y unos bocadillo, y obviamente, como yo soy el nuevo, me toca cargarla...

-"¿Sigues recordando donde está el lacerador?" me preguntó Eugin.
-"Claro que sí. ¡Seguidme!" dije mientras aumenté la velocidad. Ellos me siguieron y yo gire a la derecha, luego a la izquierda y después seguí todo recto para después hacer aún más giros, hasta encontrar a ese asqueroso bicho.

-"¡Muy bien! Yo lo maté y yo lo encontré, así que les toca buscar pistas." les sonreí mientras me reía en su cara. Ellos rodaron los ojos en un suspiro y comenzaron a ver que había en lo que quedaba del lacerador ese.

Al parecer encontraron algo, se trataba de una especie de maquina del tamaño de la mitad de un brazo, que emitía un ruido casi inaudible. Jonathan la sacó con asco del estomago de ese bicho y se la entregó a Eugin lo más rápido que pudo. Todos oíamos el ruido que esa extraña cosa emitía, por instinto, Eugin lo dirigía de un lado al otro lentamente hasta que en un punto el ruido aumentó, al percatarse de esto lo alejó de donde la había situado y no se oyó nada.
-"Creo que esto sirve para que los laceradores encuentren su nido." suponía Eugin mientras iba hacia el sitio que la maquina indicaba.

-"¡Alto, alto alto! ¡Alto! ¿Piensas ir al nido de esas cosas asquerosas? ¿¡Tú estás loco!? Si me costó matar a este imagínate matar a miles de ellos." me puse nervioso mientras gesticulaba con mis brazos de forma exagerada.
-"No va a pasar nada, tenemos cuchillos. Además no nos acercaremos demasiado." comprobado, este tío está completamente loco...

Pero bueno, cómo dice el dicho: si un amigo va hacia el nido de unos bichos asesinos que te pueden arrancar la cabeza en menos de medio segundo, tú vas detrás... ¿O no era así? Bueno, a lo que me refiero: ya que iba a morir alguien, ¿porqué no morir todos? ¿Tampoco es así? Pff... Bueno que sí, que en el fondo me daba curiosidad saber dónde se encontraba ese nido.

El misterio del laberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora