Requiem (One Piece)

Forever

Una delicada mano femenina dejo el ramo de flores en la tumba. El modesto anillo de oro, brillando durante un segundo como si fuera consumido por el fuego.

Aparto la mano de la tumba y la apreto contra su pecho, justo donde latia el corazon.

Era la primera vez que visitaba aquel lugar. Dos años atras, habia estado tan inmersa en su dolor, que no habia podido asistir al funeral. Y durante aquellos dos años, se habia estado preparando para aquel momento.

Ya era hora de que enfrentara la realidad.

Se habia mentalizado para ello, creando una coraza alrededor de si misma para evitar derrumbarse. Pero estar alli, de pie, frente a las tumbas de los dos hombres mas importantes de su vida, era demasiado para su corazón.

Aquel fatídico día de hacia dos años, los Marines habian destrozado mas vidas de las que creian. A ella, la habian dejado sin un padre, y sin el hombre al que amaba.

Inspiro hondo. Ella, Nanami, no era una mujer que se dejara llevar por los sentimientos y no pensaba hacerlo en aquellos momentos.

— Ace, padre... —se detuvo, sin saber bien que decir. Sus ojos azules vagando por los nombres inscritos en la piedra —, hoy parto al Nuevo Mundo. La tripulacion de Shirohige sigue en pie y vamos a apoyar a Luffy en su sueño. Yo... — cerro los ojos durante un segundo e inspiro —, gracias... por todo.

Sonrió y, con cierta vergüenza, se limpio una lágrima traicionera que había escapado de sus ojos. Con un suspiro, dio media vuelta... y una mano -grande, cálida, familiar- se poso en su espalda, empujándola. Nanami avanzo un paso sin quererlo y rápidamente se giro.

No había nadie detrás suya. Solo la tumba que rezaba Portgas D. Ace. Avanzo un paso hacia esta y una suave brisa se enroscó en sus largos cabellos rubios.

Nanami sonrió levemente, mientras lágrimas surcaban sus mejillas. Miro una ultima vez la tumba frente a ella y asintió con la cabeza.

Girándose y caminado con paso seguro, se dirigió hacia donde la esperaba su bote para regresar al barco. En su mente, aun presentes las palabras que el viento le había susurrado al oído, con una voz familiar.

— Prométeme que seras muy feliz. Te estaré esperando.

Sonrió mas ampliamente.

— Te lo prometo, Ace.

Y pensaba cumplir con su palabra.