1. Primer encuentro

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Roma – Italia.

Taylor se encontraba en un club nocturno poco conocido de Roma, su vaso de Sherry Cobbler reposaba en sus manos mientras él devoraba con la mirada a una sensual chica de cabellos dorados que le bailaba exclusivamente a él. 

Ella pasó sus manos por su pecho para seducirlo y se sentó sobre sus piernas quedando frente a Taylor y él no movía ni un centímetro de su cuerpo, sólo mantenía su pícara sonrisa con audacia. Al mirar por detrás de la espalda de la chica rubia del cabaret que tenía sobre su regazo su mirada captó de manera inmediata una imagen que tomó toda su atención. Con curiosidad él siguió observando de manera interesada mientras aquella mujer lo seguía acariciando con lujuria.

Lo que él estaba observando más allá de la mujer casi desnuda que danzaba sobre él era a una chica muy joven, esa niña abarcó toda su atención, ella estaba inconsciente en brazos de un tipo extremadamente ebrio que se reía a carcajadas con otros robustos y gruesos hombres también ebrios. 

El aspecto de esa chica daba pena ajena, su vestimenta estaba rasgada y sucia tal y como si se tratara de una mendiga, como si viviera en la calle, llevaba unos cortísimos shorts de tela de Jean que dejaban descubiertas casi por completo sus largas piernas, y llevaba una ancha y larga camisa de color blanca y mangas cortas que cubría casi del todo sus shorts. Sin dudar Taylor sabía que era la camisa de un hombre. El cabello de esta chica era una larga y hermosa melena de abundante y espeso cabello oscuro y excesivamente despeinado como si nunca en la vida le hubieran mencionado la palabra peine, esa despeinada pero aun así hermosa cabellera le colgaba en el aire mientras ella estaba cargada en brazos de aquel hombre.
A pesar del aspecto descuidado que daba aquella joven adolescente Taylor sintió que era la niña más atractiva que él hubiera visto jamás, ella era atrayente y tenía algo especial que destilaba brillo y completa belleza; su tez era de un color brillante como dorado o cobrizo por efecto de un bronceado perfecto, tenía los pies descalzos y levemente empolvados por la parte de abajo como si hubiese caminado descalza, sus muñecas estaban cubiertas por gruesas pulseras de cuero marrón y negro, sus manos colgaban por efecto de la gravedad a los lados de su cuerpo inconsciente, su rostro era muy aniñado, tenía largas pestañas que reposaban en sus parpados cerrados, en sus mejillas se podía notar el color rojizo que enternecía aún más su cara, estaba tan sonrojada que no se podía diferenciar si era efecto de la sangre que le había llegado al rostro o si estaba igual de bronceada que el resto de su cuerpo, sus labios eran delgados pero perfectamente contorneados y con la forma perfecta que deberían poseer los labios femeninos, su nariz era perfilada y delgada, sus cejas eran solo un poco gruesas pero con la forma perfecta. A ella parecía no sobrarle ni faltarle nada.
– Yo la haré mía primero. – masculló el tipo que la tenía en brazos.
– Vamos puedes compartir a esa belleza con tus amigos. – escuchó decir Taylor a otro de los tipos.
Taylor escuchó con atención y realizó su primer movimiento en varios minutos que llevaba inmóvil. Movió su mano y la colocó sobre la cintura de la bailarina erótica que tenía al frente para apartarla delicadamente como todo un caballero, después de haberse quitado a aquella falsa rubia de encima se acercó hasta los tipos que tenían el cuerpo de la joven en brazos y llevaban una alegre discusión sobre quien se quedaría con el cuerpo.
– Señores, permítanme, yo debería ser el primero que posea a la chica. – dijo Taylor con cordial elegancia.
Los hombres detuvieron su discusión y se apresuraron a mirar a Taylor de arriba a abajo hasta que la voz del tipo que tenía a la chica en brazos resonó.
– Creo que nadie te ha invitado a unirte a nuestra conversación. – gruñó el tipo con afán.
– Dame a la chica ahora. – dijo Taylor.
– ¿Estás loco? De verdad piensas que voy a entregarte a mi linda Emmerson? – dijo mientras acercaba hacia él, el inmóvil cuerpo de la joven para darle un beso justo en los labios.
– He dicho que me entregues a la joven. – dijo calmado Taylor, pero a punto de perder la paciencia.
– ¡¡JA!! – canturreó nuevamente el grosero tipo. – Ya crees que voy a hacerle caso a un niñito caprichoso como tú. Te mereces una buena paliza.
– Será mejor que te arrepientas ahora de querer pelear porque vas a salir mal herido. – dijo Taylor con aire presumido.
El tipo lo fulminó con la mirada y pareció haberse enojado demasiado.
– Ten. – le dijo a otro de los hombres que andaban con él mientras le entregaba el cuerpo de la chica. – Creo que tienes ganas de pelear, ¿cierto?
– La verdad, tú me fastidias. – respondió Taylor con aire burlón. – Hubiese sido más fácil que me dieras a la jovencita esta de una buena vez y te habrías evitado la pena.
El tipo tenía intenciones de alzar su puño para ir directo a golpear a Taylor.
– Déjalo Brandon. – le susurró al oído otro de los tipos al hombre que le buscó pelea a Taylor –Puede ser muy peligroso, he escuchado que ese chico es muy, pero muy peligroso.
– Está bien. – dijo Brandon. – Me gustaría comprobarlo.
Brandon se arremangó las mangas largas de su camisa doblándolas a la altura de sus codos mientras Taylor permanecía en silencio aguardando con mucha seguridad y confianza. Brandon alzó su mano para atacar justo en el rostro a Taylor pero antes de que este pudiera realizar cualquier movimiento Taylor se adelantó y lanzó su puño directo al estómago de Brandon golpeándolo con una increíble fuerza.
El tipo se quedó sin aire en el acto y cayó al suelo mientras ponía ambas manos sobre su abdomen y abría ligeramente su boca intentando recuperar el aliento.
– Hey. – gritó otro de los tipos al ver a su amigo en el suelo de esa forma. – ¿Qué sucede contigo?
– ¿Qué? – preguntó Taylor. – ¿Alguien más quiere pelear?
– ¡¡Vámonos!! He dicho que es peligroso este tipo. – dijo el muchacho más joven, pero igual de robusto que los demás refiriéndose a Taylor.
Otro hombre del bando de Brandon atacó a Taylor por la espalda rodeando su cuello con las manos e hizo fuerza para estrangularlo o al menos dejarlo sin respirar. Taylor vaciló y empezó a quedarse sin aire cuando este hombre apretó su garganta con tal fuerza que estaba comenzando a serle doloroso, la falta del aire estaba haciendo que su rostro cambiara notablemente de color y recién Brandon empezaba a recuperarse del golpe en el estómago que le había dado Taylor.
Al cabo de minutos de que Taylor seguía luchando para zafarse de las manos del tipo que lo tenía ahorcando, cayó al suelo casi desmayado y sin aliento.
Brandon se incorporó y pateó sus costillas, Taylor se retorció adolorido.
– Vaya, vaya. – dijo Brandon con tono burlón mientras miraba a Taylor tirado en el suelo –. ¿Este es el hombre tan fuerte y peligroso del que hablabas? No, creo que te has equivocado. ¿Que no ves que es un jovencito llorón?
De inmediato Taylor recuperó sus fuerzas, sus ojos se oscurecieron, se puso de pie con increíble agilidad y se lanzó hacia Brandon. Lo golpeó en todas partes dejándolo nuevamente tumbado en el suelo, cinco hombres más se unieron a la pelea, todos en contra de Taylor. Él los atacó de manera demasiado natural y sin ningún esfuerzo dejándolos a todos adoloridos y tendidos en el suelo.
– Dame a la chica. – reclamó Taylor ardido por el enojo.
El hombre aterrorizado de Taylor le entregó en brazos a la chica aun inconsciente. El contacto con la suave piel de la joven Emmerson hizo que Taylor se estremeciera de manera que él no logró entender.
Antes de que pudiera llegar el personal de seguridad a echarlo del lugar él huyó sigilosamente con la chica en brazos.
En las afueras del Cabaret estaba detenido, en el viejo callejón sin salida, un auto extremadamente antiguo, reposando sobre el asfalto. Cualquiera podría asegurar que ese auto jamás podría estar andando aun sobre las calles cuando se trataba de un auto auténtico de los años 1930, pero estaba tan bien conservado que cualquiera hubiera pagado una millonada o incluso el doble del valor de los autos más nuevos y modernos por aquel coche de montaje antiguo.
Taylor abrió la puerta del copiloto de ese auto y dejó a Emmerson recostada delicadamente sobre el asiento mientras él tomaba su lugar del conductor y empezó a conducir hasta el primer motel que encontrara para pasar la noche. Cuando se puso a pensar mientras atravesaba las calles de Roma andando con su auto se dio cuenta de que él mismo no sabía su interés por aquella adolescente con inocentes curvas en su cuerpo. Él no lograba entender porque había peleado con un montón de hombres sólo por tener en sus brazos a aquella niñita, ni siquiera sabía que iba a hacer con ella ahora que la tenía.

Ángeles vs. Demonios (Taylor Lautner)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora