5. Soledad

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Después de un largo camino en el que Lucas ni siquiera me habló y me miraba con furia llegamos a una solitaria casa. Sus alrededores estaban aún más solitarios, la casa estaba envejecida, el suelo del porche que se veía en la parte frontal de la casa estaba cubierto de hojas secas de otoño, el marco de madera de las ventanas viejas se veía en mal estado y sus cristales en su mayoría estaban rotos, no había ninguna luz que pareciera provenir de la allí.
El hogar lucía demasiado descuidada por el abandono, pero por encima se notaba que alguna vez estuvo muy bien atendida.
Atravesamos el amplio jardín lleno de plantas demasiado crecidas y descuidadas, el aspecto superficial de la casa atemorizaría a cualquiera pero ni Lucas ni yo teníamos una pizca de miedo, se necesitaba mucho más para que yo sintiera miedo; desde la muerte de mis padres vi tantas cosas horribles que ahora nada me asustaba, nada me había asustado desde hace ya unos 6 años... Nada excepto...Taylor Lautner. Su imagen no salía de mi cabeza, lo veía una y otra vez sin entender por qué no lograba dejar de pensarlo, por qué sentía la necesidad de verlo realmente y de que estuviera a mi lado, extrañamente incluso el sentirme extasiada con su aroma, deseaba volver a mirar esos profundos ojos y ese rostro tan perfecto. Extrañaba todavía volverlo a tener cerca, de solo imaginármelo me causaba terror, como si se tratara de un asesino o algo maligno pero hermoso, ni siquiera un asesino podía asustarme de tal manera, jamás había sentido tanto miedo hacia alguien como lo experimentaba con Taylor. Además había algo más raro... las voces, solía escucharlas cuando estaba sola, no obstante mientras estuve con Taylor las voces misteriosas se intensificaron.
Lucas golpeó la puerta de madera gastada y esta se abrió sin mucho esfuerzo, supuse que la madera estaba tan debilitada por las termitas que en cualquier momento podría deshacerse.
La casa solitaria y vacía me causó mucha nostalgia al verla, parecía que antiguamente, hace muchísimos años, había sido un lindo hogar, con una linda familia.
Tal vez la casa había estado deshabitada durante muchísimos años, se notaba que era muy antigua a juzgar por aquellos muebles del siglo pasado cubiertos por polvo, un gran piano igual de antiguo estaba sobre el suelo de mármol, había adornos costosos de otras épocas, probablemente Lucas tomaría todo y lo vendería para pagar gastos.
Me deleité con esas fascinantes imágenes de aquella morada que en sus tiempos, mientras estuvo habitada, fueron demasiado hermosa y quizá valiosas. Ciertamente, ahora se encontraba en condiciones deplorables debido a la antigüedad que se notaba a simple vista. Había cuadros con imágenes bellísimas de Europa en el siglo XVI, yo sabía poco sobre historia pero había visitado algunas galerías de arte con Lucas y eso me dio algo de conocimientos sobre el tema y sobre la pintura, había extraños jarrones reposando sobre mesas de té que parecían realmente de mucho valor. Pero todo estaba oscuro y tenebroso, había una que otra fotografía desgarrada de una familia extraña y personas desconocidas que eran tenebrosas. Sin embargo yo era valiente y no me asustaban cosas como esas. Polvo y telarañas abundaban por cada rincón de la casa. Desafortunadamente, la fantasía duro poco tiempo.
– Ahora sí vamos a hablar tú y yo. – dijo Lucas con voz molesta y a gritos. – Dime si te acostaste con ese maldito.
– Lucas, no. – repliqué con temblorosa voz. Sabía de lo que Lucas era capaz de hacer. – Yo ni siquiera sé quién es, te juro que yo no hice nada con él, yo no lo conozco, ni siquiera sé cómo llegué a él.
– No mientas Emmerson, ¡¡Andrew me dijo que no supo de ti desde la madrugada, fue a verte al cuarto y tú no estabas!! – me gritó con fuerza. – Te fuiste con ese tipo toda la noche, ¿no es cierto?
– No. – contesté con una débil voz apenas audible. – No es cierto, mira yo no sé cómo explicarlo porque un tipo me durmió y...
Mi voz se detuvo en el acto cuando Lucas alzó su mano y me dio una fuerte bofetada haciendo que diera vuelta mi cara. Sólo solté una débil lagrima, estaba acostumbrada a los golpes, al menos esta vez Lucas no había sido tan rudo como otros días.
– No te creo nada, linda. – sonó la airada voz de Luca. – No te doy más fuerte porque me da miedo arruinar tu belleza.
– Lucas... – balbuceé con voz quebrada y a punto de llorar. – Te juro que no hice nada.
– No vayas a llorar, me vuelve loco cuando empiezas a chillar. – se acercó hacia mí y puso sus labios sobre mi cuello. – Ningún hombre te tocará... júrame que seré el primero en tenerte.
– Sí Lucas, te lo juro. – él empezó a besar mi cuello y yo me quedé muy, muy quieta, bajó sus besos hasta mis hombros.
– Sabes que lo he hecho todo por ti. Lo sabes, ¿no? – aclaró Lucas y siguió besándome, me rodeó con sus brazos apretándome con fuerza por la cintura. – Sabes que todo lo que hago es por tu bien y porque te amo, ¿no?
– Lo sé, Lucas lo sé.
Lucas me jaló por el brazo rústicamente y me apegó hacia su cuerpo para luego lanzarme de manera salvaje en uno de los viejos sofá que se encontraban en la casa, tumbó su cuerpo encima del mío y acarició mis piernas con sus dedos, mi cuerpo se tensó y al igual que siempre lo único que hice fue quedarme inmóvil. Lucas besaba mis labios y yo no respondía a nada, me levantó la camisa para deshacerse de ella.
– Lucas no por favor. – le rogué de verdad que no me tocara.
En mi voz se escuchaba el tono de súplica, pero Lucas pareció no escucharme, él siguió tocando mi abdomen y mi espalda y cuando quiso subir hasta mi pecho. Yo cubrí mis senos con mis manos y empecé a llorar suplicando que no me hiciera nada.
– ¡Maldita sea, Emmerson! – exclamó Lucas enfureciéndose como loco. – ¿Cuándo demonios piensas dejar que te haga mía? ¿Piensas ser una virgencita toda tu vida?
– Me da miedo... – chillé con voz gutural.
Lucas se levantó de encima de mí, y se apartó con furia interrumpiendo mi diálogo a gritos.
– ¡¡Cállate!! Deja de lloriquear niñita... Adiós, voy a pasar la noche con una mujer de verdad.
Se acercó a la puerta preparado para marcharse.
– ¿Me dejarás sola? – empecé a sollozar. – Sabes que me da mucho miedo estar sola.
Ese era uno de mis únicos temores, era por eso que yo estaba tan aferrada a Lucas. Odiaba y me atemorizaba estar sola, jamás pude superar ese temor que incluso cada vez crecía más. Por tal motivo cada noche que pasaba junto a Lucas dormía a su lado y me aferraba con fuerza a él para asegurarme de que no me dejara mientras yo dormía, mi temor era tan grande que prefería estar en compañía de cualquiera antes de estar sola, ese miedo lo había desarrollado luego de que mis padres murieron, ya que cuando estaba sola esas horribles visiones y voces me atormentaban y atemorizaban sin parar.
– Eso te pasa por ser una tontita niña llorona que le tiene miedo a todo. Vendré por ti en la mañana Emmerson. – escuché a Lucas explotando de rabia.
–Lucas no quiero estar sola, te lo pido no me dejes. –mascullé–. No sabes lo horrible que es sentirse como yo me siento cuando estoy sola.
Me ignoró y salió por la puerta rota de la casa vacía.
Estaba sola y asustada, sentada sobre un sofá que no me pertenecía, en una casa que tampoco me pertenecía y que ahora que estaba sola si empezaba a asustarme su terrorífico aspecto.
Cuando yo estaba sola era vulnerable a todo, cuando yo estaba sola todo me asustaba. Podía echarme a llorar en cualquier momento, podía empezar a gritar histérica, pero en lugar de eso sucedió algo más extraño. Fijé mi mirada en una habitación que se veía con la puerta entre abierta, me llamó la atención de manera tan increíble que hasta pude olvidarme del hecho que estaba sola.
Vi a través de la puerta entre abierta una cama enorme y antigua, sus sabanas eran apenas de un color rosa desteñido por el tiempo, era de madera sólida y sobre el colchón había una muñeca pequeña vestida con un hermoso vestido de época de color blanco y su cabello eran bucles pelirrojos. Una extraña atracción me hizo mover mis pies y empezar a caminar hasta aquella puerta, era como si mis pies se movieran por su propia voluntad y yo no tuviera control de ellos, era como si estuviera poseída y me sentía absolutamente atraída de forma sobrenatural por entrar a ese lugar. Mis pies continuaron dando pasos hasta que estuve frente a puerta de madera pintada en color blanco, apoyé ambas manos sobre la misma y la empujé lentamente. Vi el resto del interior del cuarto, parecía ser la habitación de una niña, sus muebles eran de madera ya envejecida por el tiempo, había una caja de música sobre la mesa del tocador que tenía una pequeña muñequita tallada de una bailarina, sobre las dos mesitas de luz habían antiguos libros y una lámpara decorada, cada adorno y cada detalle se veía hermoso aunque estuviera viejo y descuidado, también pude observar una gran ventana con cortinas blancas y rosadas por la que se miraba la luna con aspecto espectacular.
Quedé paralizada mirándolo todo con atención y examinando cada detalle de cada objeto, me acerqué hasta la caja de música y antes de que pudiera siquiera tocarla empezó a sonar por sí sola una melodía hipnotizadora, me hubiera asustado de no ser porque la música me estaba embobando como jamás lo habría imaginado.
– Sonó sola. – pensé cuando caí en la realidad.
Seguía sonando aquella música, quise tocar aquella cajita y me puse frente al tocador observando mi reflejo en el espejo, bajé mi mirada hasta la misma cajita de música y moví mis manos para tomarla, pero cuando solo milímetros de distancia separaban mis temblorosas manos de esta escuché una horrible voz ronca y maligna.
–¡¡Alto!! – escuché decir a esa voz como si estuviera hablándome al oído. – ¡¡No toques!!
Aparté mis manos de la cajita y cuando volví mi mirada de nuevo hasta el espejo quedé petrificada al ver esa imagen, mi corazón se paralizó y me aterroricé de manera terrible, sentía que mis pulmones se cerraban por el miedo tan grande que me invadía cada parte del cuerpo, mi piel se erizó, estaba muerta del terror, totalmente sin habla e inmovilizada. ¿Dónde quedó a la que nada le atemorizaba?




Ángeles vs. Demonios (Taylor Lautner)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora