Día normal, como todos.

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-¡RING, RING! ¡RING, RING!

Un día más de rutina. A despertarse. Hoy tengo que ir a la escuela. A veces, solo me gustaría quedarme en casa... leyendo algo...

Pero no. Debo levantarme y hacer mi vida. Por lo que salgo de la cama y comienzo a vestirme.

-Buenos días papi- digo, entrando en la cocina. Mi padre está sentado en el sofá, viendo un partido de tenis. Hoy me toca preparar el desayuno. Por lo que tomo unas rodajas de pan y las pongo en la tostadora. Me preparo un té. Para mi padre, café.

En fin, un día rutinario.

-Hoy salgo mas tarde, ya que tengo gimnasia- le explico a mi padre, llevándole su desayuno. Me siento en el sofá más cercano, dispuesta a pedirle dinero para un libro. Instantes antes de pedírselo, me arrepiento. Tal vez no lo necesito.

No tanto como él.

-Belle, querida- dice él, apagando el televisor- hoy... no iré al trabajo... no me siento muy bien que digamos.- entonces, me paro.

-¿Te duele algo, papá? ¿Qué sientes?

-Nada cariño, solo... no estoy muy bien con mi jefe ahora.- Por alguna extraña razón, no le creo.

Ya terminé mi desayuno, por lo que tomo mi bolso, mi abrigo y mi lectura actual -Lesath- y salgo de la casa.

***

Me extraña muchísimo ver a un joven esperando cerca de la puerta, pero luego me doy cuenta de que solo es Gastón, un muchacho de la ciudad.

-Buen día, Belle. ¿Cómo estas?- me pregunta. Es así todos los días, Gastón, un joven apuesto, de ojos negros inquietantes, me acompaña al colegio. A veces, no puedo evitar sonreír ante las miradas de odio de las chicas, Gastón, es muy lindo, y la mitad de las adolescentes de mi curso (y de otros también), están locas por él. A mí, por el otro lado, no me atrae. Puede ser caballeroso, pero eso no quita su arrogancia e inmadurez.

-Me encuentro bien, por suerte, ¿y tú? ¿Cómo van tus clases? - le pregunto, sonriendo con amabilidad, también esto es parte de la rutina, ahora, el se pondrá a hablar de sí mismo y podré pensar en mis asuntos. Como de costumbre, no lo escucho. No es por mal educada, sino, por que no soporto el hecho de que sea tan egocéntrico. O sea, yo también soy algo egocéntrica, pero lamentablemente, él me supera.

En cuanto llegamos al establecimiento, me despido lo mas cordialmente que puedo de Gastón, y corro a reencontrarme con mis amigas, Jessica y Melina, a quienes no veo desde hace dos semanas.

-¡Belle!- exclama Jessica, corriendo a abrazarme. Por lo general, el contacto físico me incomoda, pero quiero mucho a estas chicas, de hecho, ya no me molesta tanto.

Melina y Jessica, a decir verdad, son mis únicas amigas, y no pasan de eso. Nunca logré llevarme bien con las personas de mi edad, siento que son inmaduras. Esto, desde luego, es algo incómodo, el simple hecho de no poder hablar abiertamente con adolescentes, es un asco. Pero tiene su ventaja. Todos, incluyendo a profesores, vecinos y familiares, no me ven como a una simple muchachita, que no sabe valerse por sí misma, sino, que ven a una adulta formada. A veces creo que mi madre estaría orgullosa de mí.

Mis amigas comienzan a parlotear, como unas cotorras, hablan de lo que hicieron en las vacaciones, de chicos, de ropa, y otros temas, que, sinceramente me aburren. Por lo que tomo mi libro, y me voy a un lugar algo apartado, para leer.

Mientras camino, escucho a algunos estudiantes susurrar. Dicen cosas como: "Ahí va esa chica tan extraña", "Que rara es" o "Es un misterio". Desde que me mudé a esta ciudad, no puedo evitar escuchar comentarios de ese estilo. Otra razón por la que no soporto a los adolescentes de hoy. Y sí, sé que sueno como una vieja malhumorada diciendo eso, pero es la cruel verdad.

Cuando me siento a la sombra de un gran pino que hay en patio del colegio, un perro blanco como la nieve se acerca a mí, el es, en cierto punto, mi compañero de lectura.

-Mira Bonito, ¿no te parece una portada encantadora?- le digo al canino, lo sé, Bonito no es el mejor nombre del mundo, pero es lo primero que se me viene a la cabeza cuando lo veo. No sé de qué raza es, solo lo veo cerca de ese pino siempre, y hablo con el, mientras leo. Y sí, parece que estoy loca, pero, cuando estás en una ciudad en la que a nadie le gusta leer, te las tenés que arreglar como podes.

-Mira, esta es mi parte favorita, cuando ella encuentra el amor- digo- ¡Al fin!- suspiro. El esta distraído, por lo general, siento que me escucha, tal vez, hoy no sea su día. De repente, suena la campana, arrancándome de mis pensamientos, avisando que debo ir a clases.

Por lo que tomo mis cosas, y camino por el patio, hasta entrar en mi salón. Veo a Jessica y a Melina sentadas juntas en un banco, siempre son compañeras, nunca se han sentado conmigo. Queda un lugar libre, al fondo, así que rápidamente me dirijo allí, donde no voy a destacar.

Por lo general, las clases son lo mas aburrido del mundo, sobre todo hoy, que volvemos todos de las vacaciones, pero logro poner atención a la explicación del profesor.

Y así es como pasan mis días de colegio. Aburridos y sin sentido. Como mi vida, en fin.
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Bueno, espero que les haya gustado, no se olviden de comentar que les parece y compartirla para que más gente sepa de esta pequeña historia. Un beso, Vicky :)

La Bella y la Bestia... del siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora