Nueva idea.

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Si hay algo que me molesta muchísimo, es seguir una rutina. Pero no seguirla, se me hace demasiado extraño.

El jueves desperté pensando qué tendría una clase de inglés. Obviamente, me sentí desconcertada en cuanto abrí los ojos, pero luego, recordé donde me encontraba. Y no pude evitar llorar como una niña. ¿A quién estoy engañando? Cuando dije que no quería seguir con mi vida rutinaria, no me refería a esto. Simplemente, extraño todo.

Extraño el levantarme y encontrar a mi padre viendo la tele, extraño hablar con mis amigas, extraño a Bonito, extraño mi vieja habitación, mi hogar, la escuela, el paisaje, el aroma que sentía cuando volvía de casa; pero sobre todas las cosas, extraño mi libertad.

Soy una prisionera, y me encuentro a la merced de una bestia.

***

Cyril, definitivamente, es la persona más orgullosa, egocéntrica, arrogante y soberbia que había conocido jamás. Tras la "ofensa" que debió resultar para él, que yo no cenara la primera noche, Cyril no comparte la mesa conmigo. Cuando pregunté donde comía, George, un amable señor, respondió que lo hacía en su cuarto, solo. Las únicas veces que lo veo en el día, son las horas que tenemos clase. Y cada tanto, me lo cruzo en el pasillo.

La Señora Madden, es tan gentil, que se ofrece, junto con Lúcido y George, a darme una "visita guiada", como lo llaman ellos, por la casa. Al parecer, llevan mucho tiempo trabajando acá, ya que conocen una gran parte. Me llevan a través de un pasillo que no conocía, este, estaba atestado de espejos y cuadros, la mayoría, según me contaron, pintados a mano por Cyril. Muchos de ellos representan naturaleza muerta, otros, son rosales y, al final de aquel pasillo, hay una retrato de una mujer de cabello oscuro y unos ojos azules, idénticos a los de Cyril.

-Es su madre, la anterior dueña de esta casa- dice George, al verme observar la pintura. Era simplemente perfecta, los rasgos de la mujer se encontraban trazados firmemente y jugaba con los clores logrando un color de piel pulcro.

-Su nombre era Selene, la señora falleció cuando Cyril tenía solo ocho años- agregó la señora Madden.

-Igual que mi mamá- digo casi en un susurro- Ella era preciosa- no sé por qué, pero siento el deseo de hablarles sobre ella, parecen comprender, por lo que se sientan en el suelo, y me escuchan.

-Su nombre era Elizabeth, y era muy joven. Estaba locamente enamorada de su familia, era muy feliz, siempre que podía cantaba. Era, en su tiempo, una reconocida vocalista de un grupo. Solía decirme que era su más preciado tesoro- hice una pausa, mientras una lágrima caía silenciosamente por mi mejilla- yo...- no podía seguir hablando, la voz no me salía. En ese instante, ellos me encerraron en un cariñoso abrazo, lleno de comprensión.

Como si estuviese programado para arruinar momentos emotivos, la bestia se asomó por la puerta de la que supuse que sería su habitación, y una mueca de desagrado se formó en su rostro.

-¿Qué hacen en la puerta de mi cuarto?- rugió.- Todos ustedes tienen entendido que no pueden venir a esta parte de la casa, ¡Fuera!- gritó desaforadamente.

Automáticamente, todos nos levantamos de un salto, y corrimos lejos de allí.

No acostumbro a dormirme llorando. Pero hoy, si lo hice. Entre la charla sobre mi madre y los gritos de este insensible, un nudo de angustia se formó en mi pecho. Y encima el maldito me invita a cenar. Ni loca iré.

Y así fue como me dormí llorando, y me desperté con los ojos repletos de lagañas, que asco.

***

Cuando bajo para desayunar, George, Lúcido y la señora Madden, me esperan sentados en la mesa, sirven el desayuno, y charlamos animadamente, creo que por fin tengo buenos amigos, que saben escuchar y comprender.

Por lo que me contaron, todos los que trabajan aquí, tienen una especie de contrato por muchos años, inquebrantable. Me parece una vergüenza, condenar a una persona a trabajar en un lugar por mucho tiempo, aunque, según ellos, acabas por acostumbrarte.

-¿Acostumbrarse a la esclavitud?- pregunté inocentemente.

-Belle, esto no es esclavitud, es solo un trabajo- responde George, con paciencia.

-La señora Madden no puede ver a su hijo, Lúcido no ve a su esposa y tú, George, te alejaron de tus padres. ¿Cómo viven con eso?- replico.

-Los mantenemos, gracias al dinero que ganamos, ellos pueden tener una vida llena de lujos- responde Lúcido, claramente irritado, por lo que decido dejar de preguntar, y el desayuno continúa con su aire armonioso.

Pero este último diálogo despierta en mí una idea.

Escapar.

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Chan. Bueno, no. Que les parece? Acá les traigo otro capítulo :) Espero que les guste, no se olviden de decirme si les gusta o no, y compartan para que más gente la lea. Un beso, Vicky :)

La Bella y la Bestia... del siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora