Hoy es un día nublado, algo totalmente normal en Seúl.
Estaba caminando por un parque en busca de un buen lugar donde sentarme a leer. Cuando al fin lo encontré abajo de las hojas de un árbol, una gota de lluvia cae sobre una página de mi libro.
Me levante, guardé el libro en mi mochila y comencé a correr hacia mi casa, lo cual no duro mucho pues choqué con alguien por lo que caí al suelo.
—Oh, lo siento mucho— dijo un chico el cual me ofreció su mano para levantarme —Perdona enserio no me fije— me miro preocupado.
—N-no pasa n-nada— logré articular, pues normalmente yo no hablo con chicos —Y-yo tampoco me fijé— tomé su mano y me levanté.
—¿Te encuentras bien?— preguntó con cierto tono de preocupación —Estas toda mojada— me acercó a el bajo su paraguas.
—Estoy b-bien— me alejé de el —Tengo que irme—
Dicho esto seguí camino a casa de manera mas tranquila, pues, ya estaba toda empapada de agua así que un poco más de lluvia no haría diferencia alguna.
—¡Espera!— gritó el chico con el que choqué mientras se acercaba —Dejame acompañarte a casa como compensación por hacerte caer— dijo tratando de calmar su agitada respiración.
—E-esta bien así— respondí mirando mis pies —Después de todo y-yo no estaba poniendo atención— el rió.
—¿Siempre hablas así o estas nerviosa?— comentó burlándose.
—¿¡Y que si siempre hablara así!?— Pregunte algo enojada, pues ¿que tiene de malo que las personas tartamudeen?
—Estas nerviosa— afirmó sonriendo —Te pongo nerviosa y por eso no querías que te acompañara a tu casa... ¿O me equivoco?— me miró divertido.
—Te equívocas— confirmé.
—¿A si?— me miro a los ojos —¿Entonces porque no querías que te acompañara?—
—Porque no te conozco— me encogí de hombros —No soy tan tonta como para dejar que un desconocido me acompañe a casa—
—Esta bien— se rindió —Tu ganas, soy Mark— sonrió ¡diablos la sonrisa de este chico si que es hermosa!
—¡Oh! S-soy ____— rió al notar que lo estaba mirando —Amm... Creo que dejó de llover, me tengo que ir— estaba dispuesta a ir a mi casa cuando Mark me sujeta y de un momento a otro pasó su brazo por sobre mis hombros y caminaba conmigo —¿Q-que haces?— pregunté sorprendida por su acto anterior.
—Te acompaño a casa— dijo restándole importancia.
—Ya te dije que...— me interrumpió.
—Que no eres tan tonta como para dejar que un desconocido te acompañe a tu casa— me imitó —Pero lamento decirte que ya no somos desconocidos— Sonrió —Ahora sabes mi nombre, y yo el tuyo—
—Esta b-bien— el rió —¿Q-que?— pregunté.
—Otra vez estas nerviosa— sonrió —Pero ¿porque?— me miró curioso.
—Y-yo— dije nerviosa —¡Oh! Allí esta mi casa— me detuve frente a ella.
—¿Vives aquí?— dijo volteando a ver a mi casa. Yo asentí con la cabeza contestando su pregunta.
—¿Por qué?— lo miré.
—Es que yo vivo allí— dijo señalando la casa de a lado. Sonrió. —Ya vez, después de todo no somos desconocidos—