Un sueño en el cielo.

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Cuando estaba en el avión me quedé dormido en el asiento, y tuve un sueño muy extraño.
Yo estaba en el avión, cuando empezó de aterrizar, tomé mis cosas del compartimento superior, y bajé del avión, caminé hacia el lugar donde se entrega el equipaje, tomé mi maleta y caminé a la puerta de salida.
Iba caminando cuando vi a uno de los niños del orfanato, su nombre era Josué.
El me vio y puso cara de sorpresa, pero yo fui quien me sorprendí más.

- ¡Josué! ¡¿Pero que estás haciendo aquí en la Ciudad de México?! - le dije yo casi gritando del susto.

- Daniel, escucha - me dijo el mirándome a los ojos - tú debes regresar a Guadalajara, este lugar no es para ti, hazme caso, regresa.

Yo me quedé paralizado, pero me enojé y seguí caminando, salí a la calle del aeropuerto y empecé a buscar un taxi, cuando veo al perro del orfanato, su nombre era Taquito, un perro grandote y peludo, el perro corrió a mí y me empezó a ladrar.

- Taquito, cálmate, ¿qué pasa? - le dije pero él seguía ladrando muy alterado, entonces me agarró de una pierna con su boca haciendo que me cayera, él me arrastro hacia la puerta queriéndome indicar algo, me paré muy enojado.

- Taquito, ¡vete de aquí! - le dije gritando, agarré mis cosas y seguí buscando un taxi.

Vi a un señor que estaba de espaldas con uniforme de taxista.

- Disculpe, ¿está en servicio? - le pregunté y cuando volteo me di cuenta que era Laura, una de las encargadas del orfanato, me paralicé.

- Sí claro, ¿lo llevo a Guadalajara?

En ese momento morí del miedo... No entendía que ocurría, corrí lejos de ahí, me sentía aterrado, estaba del otro lado de donde había empezado a correr y me senté en una banquita que había ahí.
Sentía mi corazón que latía muy rápido, fue cuando vi a mi mamá sentada a lado de mí, me quedé completamente sorprendido, ella me tomó de la mano y me dijo:

- Hijo, tienes que regresar a Guadalajara, allá estás seguro, aquí solo te vas a encontrar con problemas, regresa, por favor.

Me asusté tanto que desperté, el vuelo había terminado, ya estábamos en tierra y la gente se empezaba a parar de sus asientos para bajarse, respiré hondo... Qué pesadilla, pensé.
Me paré, tomé mis cosas el compartimento y lentamente salí del avión.

Almas vagabundasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora