Desdén

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Su corazón se consumió integro, dentro de su cavidad torácica. La espera lo mató. Ella lo mató. Aquella misma que una tarde de Septiembre le juró amor eterno. Aquella misma que lo dejó sentado en el banco de la terminal, con la cara entre sus manos, llorando lágrimas de dolor.

Destruido una vez su pobre corazón, la sed de pasión convirtió en veneno espeso cada gota de sangre.

Sus manos frívolas se cerraron en un puño dolido. Los pies se le enfriaron, transmitiendo escalofríos punzantes por toda la médula espinal.

Sus ojos, negros de odio, plasmaron una mirada fulminante sobre el cielo desnudo de nubes, y en un último suspiro, mientras caía al suelo una pierna a la vez, murmuro su nombre jurando venganza.

De amores no correspondidos y Otras CuestionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora