Capítulo 1

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En un sector pobre de la ciudad, en donde las condiciones de vida no eran las mejores, se encontraba Daniela, una joven estudiante de diecisiete años que vivía en un barrio pequeño junto con su padre, Fernando, un ex militar retirado por problemas de salud que lo han imposibilitado para llevar una vida de trabajo normal. También estaba su hermana menor, Elena, quién en ese entonces tenía catorce años (a dos meses de los quince) y por quien Daniela habría hecho lo que fuera para protegerla.

La joven no se preocupaba demasiado de ver que no tenían suficientes recursos, era feliz con su familia, sabía que su padre se esforzaba día a día poniendo en riesgo su salud para darles a ella y a su hermana lo que necesitaran, sin embargo le apenaba que su padre no la dejara trabajar para ayudarlo. Él necesitaba un tratamiento médico, necesitaba medicinas que no eran para nada de fácil acceso, pero su padre insistía en que él las mantendría y no dejaría que sus hijas abandonasen los estudios. La madre de Daniela había muerto muy joven, ella recordaba que apenas tenía seis años cuando ella los dejó, desde entonces los tres se mantenían con lo poco que tenían, pero les bastaba por el momento.

Como cualquier joven, Daniela asistía al colegio a diario, era una alumna bastante destacada, de buen comportamiento, además de ser querida por muchos al tener un carácter dulce. Es todo esto lo que logró que ella conquistara el corazón de José, quien a pesar de sus veinte años, no pudo evitar fijarse en Daniela siendo años más joven. Ambos se conocían de toda la vida, fueron amigos desde muy pequeños y desde hace poco más de un año José reconoció que estaba completamente enamorado de ella, desde entonces eran inseparables, a pesar de recién estar comenzando con su vida, tenían esperanzas de seguir juntos y formar una familia...

Siendo ya el segundo semestre del año escolar, Daniela volvía a la escuela luego de las vacaciones de invierno. Se encontró con Sofía, su mejor amiga, y juntas volvían una vez más al colegio para continuar sus vidas escolares. No era extraño caminar por las calles que conducían a la institución y ver de vez en cuando algún lujoso auto, era un secreto a voces que los narcotraficantes rondaban esas calles buscando sicarios, nuevos aprendices, jovencitas. A nadie le extrañaba encontrarse con una persecución tanto entre matones como con la policía, cuando esto sucedía, no quedaba más que refugiarse en sus casas pues era lo que se vivía a diario, por ello pocos eran los que no terminaban siendo como ellos.

-Y allá va otro...-dijo Sofía - ¿Sabes? No veo la hora para salir de éste basurero para siempre, lejos de todo esto.

Sofía movió sus manos señalando los alrededores de la población.

-Creo que hay muchos que piensan igual, lo difícil es que eso pase. Al menos que los sigas a ellos -por ellos, Daniela se refería a quienes habían optado por ir por la vía ilegal, lo que ella trataba de evitar por enseñanzas de su pade.

-Sí, aunque créeme que preferiría vivir toda mi vida aquí que terminar drogada, alcohólica y anoréxica como la Trepadora.

La Trepadora era una conocida mujer del mismo barrio en que vivía Daniela y su amiga, fue vecina muy cercana y amiga de su padre. Sin embargo, cuando tenía quince años, se la llevaron unos hombres que aparecieron de la nada. Más tarde la soltaron pero nunca volvió a ser la misma, pues se comenzó a dedicar al negocio de la prostitución, escalando rápidamente en ese mundo y se impuso como una de las proxenetas más famosas. Hoy se sabía que tenía mucho más dinero del que podía gastar, pero los rasgos que antiguamente le daban una belleza inigualable habían desaparecido. El padre de Daniela siempre le contaba que iban juntos al colegio y ella era una de las mujeres más bellas que él hubiera conocido.

-Creo que cualquier cosa sería mejor que su vida -finalmente respondió Daniela.

...

Llegando al establecimiento todo estuvo en orden, se reunieron con sus compañeros y charlaron sobre las dos semanas que tuvieron libres. Al sonar la campana todos se acomodaron en sus respectivos asientos, entró el profesor y alistaron sus cuadernos y libros de la materia. Para la sorpresa de todos, el profesor anunció la llegada de una nueva compañera que se uniría a ellos en el nuevo semestre. Parecía que provenía de otro lugar, a diferencia del resto, se notaba el uso de ropa de calidad, ojos verdes y un cabello teñido con mechas rojas. Su expresión parecía ser el de una persona normal, sin embargo Daniela creía que había algo tras esa mirada.

Terminada la primera hora Sofía y Daniela salieron al patio para refrescar sus mentes un rato. Junto a un árbol, había una banca vacía y allí charlaron largo rato.

-Te fijaste en la mirada de la nueva -comenzó Sofía - Ella quiere dar a entender que es una buena persona pero estoy segura de que esconde algo. Sólo hay que ver la manera en que viste.

-Me dio la misma impresión cuando la vi...

-Y a mí me parece que no es muy amable hablar a las espaldas de otros.

Ambas amigas pegaron un salto y se sorprendieron al darse cuenta que quien las había interrumpido era su nueva compañera. Quedaron sin habla, ninguna supo disculparse del mal entendido.

-Vaya... tranquilas que no muerdo. -La joven se sentó con ellas -No me molesta que hablen de mí, la gente suele hacerlo, suelo dejar impactados a quienes me ven. Por cierto soy Martina, como para que no me sigan llamando "la nueva" a mis espaldas.

-No quisimos ofenderte, nos causó curiosidad tu llegada. Pocos entran a estas alturas del año -se disculpó Daniela.

-Lo sé. La verdad no estaría aquí si mi mamá no hubiera insistido tanto. No sé por qué se molesta la verdad... si tengo menos tiempo, menos dinero llega...

-¿A qué te refieres? -habló Sofía, quien se había mantenido atenta analizando a Martina.

Martina le dio una rápida mirada a Sofía, al parecer no le causó buena impresión, pues cuando hablaba con Daniela mostraba simpatía, cosa contraría ocurrió ésta vez, ya que su expresión se puso seria de un momento a otro.

-Son... no importa, ya van a tocar.

Sofía miró la hora y quiso adelantarse ya que tenía que hablar con el profesor antes de la clase. Cuando Daniela comenzó a caminar a su sala Martina la detuvo.

-¿Puedo hablar contigo un segundo?

-Dime.

-Quería decirte que me gusta tu estilo. Tu cabello negro azabache, tus ojos azules combinan perfectamente... eres un poco delgada y te faltan curvas, nada que no se arregle con ejercicio y en aspecto eres armoniosa.

-¿Disculpa?

-Tómalo como un cumplido. Puedes lograr grandes cosas si te lo propones.

-No entiendo a qué te refieres.

Martina se acercó y casi en un susurro le respondió:

-Cuando quieras salir de ése barrio en el que vives, darte una buena vida, ayudar a tu papá a salir adelante con su enfermedad y lograr todo lo que quieras, no dudes en avisarme. Yo sé que hay posibilidades para ti.

Dicho esto se fue a la sala dejando a Daniela parada en medio del patio. Pasados unos minutos fue descubierta por el director entre su ensimismamiento, corrió a la sala sin poder todavía creer lo que le habían dado a entender.

El precio de la pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora