Capítulo 1

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Ventanas de tiempo.
Mi hermano mayor siempre dijo que la vida es una bendición sin importar cuán dolorosa pueda llegar a ser. Decía que las acciones crueles se pagaban tarde o temprano y que la acciones buenas se recompensaban... Tarde o temprano... Decía que la familia siempre es lo más importante y valioso. Decía amarnos, a mi hermana, a mi, a nuestra difunta madre  e incluso a nuestro padre ausente por el trabajo.
Mi hermano mayor... Me hizo prometer que no lloraría cuando muriera, pero con su muerte me di cuenta de una cosa: él se equivocaba.
Las acciones crueles no siempre son pagadas, las buenas no son recompensadas. La familia es muy capaz de dejarte a la deriva a cambio de un bien particular y él... A pesar de su corazón tan grande y de realmente habernos amado, nunca se logró amar a sí mismo. Jamás se perdonó.
La primer persona con la que somos crueles, somos nosotros mismo y, la segunda, las personas a las que más amamos... Qué más nos aman.
Mi hermano mayor no logró medir sus acciones. No supo ponerse un alto a sí mismo y eso, a diferencia de los actos crueles o buenos, eso... El no abrir los ojos a tiempo, eso fue lo que lo mató.
Fue un lunes 19 de enero, hace un año.
Ese día volví a casa después de la escuela y no había nadie en casa. Mi padre trabaja prácticamente todo el día, mi hermana, la mayor de los tres, se fue de casa en cuanto cumplió la mayoría de edad. No sabía donde estaba mi hermano, pero podía imaginarlo. Desearía haberme equivocado respecto a eso.
Estudio undécimo  grado y vivo en Estados Unidos, Carolina del Norte, pero soy británica. Nos mudamos a Estados Unidos cuando tenía tres años, por el trabajo del "gran señor Dark", mi padre, el cabrón que causó gran parte de la mierdas de mi familia.
Sin duda, mi hermano mayor nunca supo darle límite a su forma de vida, al igual que mi padre... Al igual que yo.
........

Una forma humanoide, parece un esqueleto por lo delgado que es, pero aún tiene piel, podría parecer una sombra, pero obviamente no lo es. Lo que más se semeja es un cadáver viviente, su estatura pasa de los dos metros, sus ojos son enormes y tienen forma de gota horizontal, esquivan su nariz. Su rostro siempre tiene una gran sonrisa burlona que muestra sus largos colmillos, esos temibles y desagradables colmillos que puede hacer crecer a voluntad, igual que sus garras, las cuales ha clavado en mi cuello varias veces en mis sueños.
Su nombre es Neo, es una alucinación que presento desde los ocho años, sin embrago, su voz áspera la escucho desde los cuatro años.
Neo se puede llamar mi amigo la mayor parte del tiempo, a pesar de lo molesto que sea casi siempre.
Recuerdo que, cuando tenía ocho años, Neo era una especie de salvador para mí, cuando mi hermano no estaba conmigo. Neo me consolaba, me hacía tener sueños lindos y ver cosas que nadie más podía ver. Los psicólogos supieron desde el principio que no podía considerarse un amigo imaginario, esas cosas desaparecen a los cuatro o cinco años, no llegan a esa edad, pero eso lo determinaron bastante tiempo después, cuando tuve un síntoma mucho peor...
Neo...*
*No puede haber pasado ya un año* dice Neo. Habla sobre mi hermano y yo sé que se siente triste, melancolico, preocupado.
~Es una tragedia~ respondo. Hablar con Neo en público implica hablar mentalmente, claramente no le responderé en voz alta habiendo gente alrededor.
*¿Vas a estar bien?* pregunta.
Al principio era complicado entender los gestos faciales de Neo, normalmente es su entrecejo el que muestra emociones, pero sus labio siempre sonríen. Siempre.
La única vez que lo vi dejar de sonreír fue cuando mi hermana, Denisse dejó la casa y cuando mi hermano...
~No lo sé, Neo, ¿cómo debería sentirme?~ respondo.
*Tal vez fue mala idea venir a la escuela hoy... * dijo Neo, pero no me miraba a mí, miraba a mis compañeros, los cuales me miraban discretamente a mí, casi como si fueran capaces de predecir el futuro y en el futuro vieran que me voy a matar o algo por el estilo.
–Estás bien, Jade?–la voz de Jhon, la única persona en la escuela con la que me relaciono por haber sido amigo de mi hermano, me llama y yo lo miro.
–Realmente no lo sé–respondí sin hacer ni un solo gesto facial.
–No debiste venir hoy – dijo.
–la siguiente semana me debo quedar en el psiquiátrico, así que no quise faltar porque sé que tú también te sientes mal– dije.
–No te debes preocupar por mí...–me intentó tranquilizar.
Cada mes debo ir al psiquiátrico donde me atienden debido a una lesión el el lóbulo izquierdo del cerebro con la que nací, por la que Neo existe, por la que todo parece ser tan distinto para mí y la misma por la que la prensa le da tanta promoción a cada movimiento de mi padre.
Asentí en dirección a Jhon.
–Eres mi único amigo sin problemas mentales y me gustaría que te mantengas sano–dije y Jhon sonrió.
–¿Ni siquiera un pequeña depresión?–preguntó en broma.
–Preferiblemente no–respondí sonriéndo.
–Vámos, es de humanos sentirse mal de vez en cuando –refutó – ¿Quieres que te lleve a casa después de la escuela?
Jhon era un muy buen amigo de mi hermano antes de que falleciera en una pelea callejera, cuando mi hermano tenía mi edad.
Durante el camino no pronunciamos muchas palabras.
Jhon y yo nos unimos aún más tras la muerte de mi hermano. Supongo que el dolor hizo que nos comprendiéramos aún más el uno al otro y que en ocasiones hayamos sido algo más que sólo amigos.
Era un día bastante lluvioso y frío, un típico enero.
Yo perdí la virginidad con Jhon y fue justamente esa noche cuando nos dimos cuenta de que no compaginábamos más que como amigos y decidimos seguir siendo simples amigos y no más.
Sonreí, miré a Jhon y al fin hablé.
–Lo único bueno es que el director ya no nos ha dado sermones –dije y Jhon sonrió con melancolía.
Neo apareció en el asiento trasero de la camioneta, como si supiera que me lastimé con mi propio comentario.
–No extraño los sermones, pero si extraño las tonterías que hacíamos –dijo Jhon y Neo lo miró.
Mi hermano era un año mayor que nosotros, por lo que lo veíamos prácticamente siempre en la escuela y hacíamos tonterías que nos mandaban a la oficina del director, el cual no nos corría de la escuela por ser hijos de el señor Dark y esas cosas.
–Lo extraño... –dije involuntariamente. Hubo un silencio corto, pero incómodo.
–Yo también extraño a Chace, pero debemos olvidar, Jade... Supongo que es lo mejor –Jhon dijo esto con la garganta seca, evitando llorar.
Fijé la mirada en mis manos sostenidas por mis piernas y lo dejé salir. Sentía el liquido caer por mis mejillas hasta mis piernas y los brazos de Neo me rodearon.
Jhon detuvo la camioneta, Neo desapreció y sentí la mano de Jhon en mi hombro. Lo miré y él también lloraba.
–Al final rompimos la promesa –dijo Jhon sonriéndo–. Está bien si quieres llorar hoy, pero, cuando vuelvas de esa casa de locos, te quiero ver feliz y sonriendo de nuevo, ¿sí?

********

La sangre corría por mi brazo y caía en el suelo de mi habitación acrecentando un charco rojo. Pequeñas gotas salpicaban mis piernas. Seguramente mi rostro estaba pálido e inexpresivo. Mis lágrimas caían en mi regazo, la única muestra que podía dar de desesperación, la única forma en que me podía negar a lo que sucedía. El control de mi cuerpo no era mío.
Yo no me quería dañar de esta forma, era simplemente una sensación; como si un demonio se apoderara de mi cuerpo y me obligara a jurar lealtad al mismísimo Satanás con mi sangre.
Eso era, era un demonio obligándome a ser infeliz.
Cuando recuperé el poder de mi cuerpo limpié mis heridas,las cubrí con una venda, lavé el charco de sangre y me dormí.

........

Ahí estaba ella.

Una chica de estatura media, con ojos oscuros, muy delgada, la raíz de su cabello mostraba un color negro, pero lo largo era de diferentes tonos azule y verde agua. Usaba una blusa negra muy holgada sin mangas con estampado de una luna creciente, un pantalón gris y botas negras del estilo militar.
Ella pasaba la navaja por su brazo pero las heridas aparecían en el mío y el dolor lo sentía yo. Se levantó del suelo que era blanco, como la habitación donde estábamos.
–Jade, pórtate bien en el loquero– dijo y desapareció, como siempre.

........

Su piel era clara como la luna de su blusa, la llamé Claire.
Todas las cicatrices en mi brazo estaban ahí por ella.
Claire apareció cuando recién había cumplido diez años, fue entonces cuando me comenzaron a llevar al psicólogo y luego al psiquiatra.
Era de noche aún y mi brazo ardía, pero no me importaba ya. Sólo quería dormir y esperar a que fuera otro día... Otro puto día.

Mi Mejor EnemigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora