Capítulo. 5

3.1K 238 33
                                    

Me inclino sobre la cama, apoyo una mano contra su mejilla y comienzo a trazar lentos y suaves círculos sobre ella.

Es aún más hermosa de cerca: tez pálida, largas pestañas, labios carnosos y además, morena.

No puedo hacer esto. No puedo ser el hijo de puta que le haga daño. En el estado en el que se encuentra sería prácticamente violación.

Veo que abre los ojos brevemente y luego vuelve a cerrarlos. Tiene el rostro contraído, el ceño fruncido y gime. Conozco esos síntomas, está teniendo una pesadilla.

-Shhh. . . Duerme, Anastasia – Susurro mientras repito en su mejilla la acción anterior.

De seguro la han drogado. La idea me irrita, cómo han podido hacerle eso a una pobre chica. Esto no se va a quedar así, hablare con Elena. . .

¿Qué estás haciendo? ¿Desde cuándo te importa lo que pase con estas putas drogadictas? Tú no eres así, Grey.

Me quito el traje junto con la camisa, los pantalones y el resto de mi ropa hasta quedar en bóxer únicamente. Aparto el edredón del lado contrario del de Anastasia y me meto dándole la espalda. Aunque debo admitir que tener a alguien tan cerca cuando estoy a punto de dormir me pone nervioso, después de un minuto y medio, mis parpados ceden.

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------

-Mierda – Me quejo.

El poco frecuente sol de Seattle ha decidido asomarse por la venta, justo apuntando a mi rostro. Me remuevo en la cama y me doy cuenta de que estoy sudando. Malditas pesadillas. Trato de recordar sobre qué trato esta vez, aunque ya tengo bien claro que pocas veces cambian. Siempre lo mismo: la puta y el proxeneta. En el momento en que me doy cuenta de que esta vez no he soñado nada, mis fosas nasales son invadidas por un exquisito y más que agradable aroma.

Anastasia.

Mis ojos se abren como platos al localizar mis brazos alrededor de su pecho y mi pierna exageradamente entrelazada a la suya.

Parece un ángel. Un ángel despeinado y con la boca ligeramente abierta y que, aun así, consigue verse endemoniadamente bella.

Nada que ver contigo, Grey. Ella debe ser el ángel y tú el demonio.

Resoplo de la frustración que tengo al no poder tocarla.

Decido que lo mejor será irme y olvidar todo esto.

Olvidarla.

Me visto y voy directo a la puerta. . .

-¿Quién demonios eres?

Me volteo.

-¿Qué hago aquí? ¿A qué viniste?- Para y señala a ambos con el dedo – Acaso. . . ¿Acaso nosotros tuvimos. . .?

-¿Sexo? – Termino la pregunta.

Se ruboriza y me doy cuenta de que de algún modo se ha vuelto más sexy.

Asiente.

Podría mentirle y decir que sí, solo para ver su reacción y divertirme un poco, pero en vez de eso digo:

-No, no hemos tenido sexo.

Sonrío torcidamente al ver que esta ruborizada al punto del escándalo. Pero ella no se da cuenta, está más ocupada viendo la máscara que llevo en mi mano.

-¿La fiesta estuvo divertida?

Si recuerda lo de anoche.

-La verdad no he estado mucho en ella, Anastasia.

Me mira perpleja.

-¿Cómo sabes mi nombre?

Mierda.

-Lo han mencionado en la subasta.

-¿Por qué?

-Bueno, creo que por lo menos querían que supiéramos el nombre de. . .

-No. Me refiero a. . . Por qué pagaste por una noche conmigo, si no ibas a . . . Tener la noche conmigo.

-No lo sé. Digamos que fue un. . . <<impulso>>.

-¿Impulso? ¿O sea que tienes tanto dinero que al no saber cómo perderlo, lo has gastado en la primera cosa que has visto?

Quiero decirle que no ha sido la primera cosa que he visto, que ha sido la única que me ha atraído. Pero como lo ha dicho de esa forma tan grosera y, no puedo ponerla sobre mi rodilla y darle unas buenas nalgadas, respondo:

-Exacto.

Joder, como me ha gustado lo de las nalgadas.

En su mirada ronda la decepción.

Tu solita te lo has buscado, pequeña.

-Bueno, ya debes irte. Joe me dijo que solo puedes quedarte hasta las 06:15, y ya son las 06:20.

-¿Me estas echando?

-Solo no quiero que me encierren de nuevo.

Me le quedo viendo un largo rato hasta que la puerta de la habitación se abre.

-Señor Grey, lo siento pero ya es la hora.

Fulmino con la mirada al grandulón que acaba de entrar.

Anastasia me da un suave toque con su hombro, la miro y veo una súplica en sus ojos.

<<Por favor, no>>

No me había dado cuenta que estaba apretando mis manos. Decido frenar mis pensamientos y acomodarme la corbata, para luego salir por la puerta.

El hombre, al que casi golpeo, debe atender una llamada, así que le pide a Anastasia que cierre la puerta.

Doy un par de pasos por el pasillo hasta que me paro, giro sobre mis talones y la veo. Y ella me ve. Ambos nos vemos. Azul contra Gris.

-Señor Grey. – Susurra.

-Anastasia. –Musito en todo su esplendor.

Y la puerta se cierra.

Mierda, quiero volver a verla.

Holaaaa! Perdón por no subir y por tanto suspenso. Si el capítulo les gusto dejen estrellita y/o comenten. 

Nos leemos pronto. XX

Más que una sumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora