Capítulo 4

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POV Christian

-Hola, hermano mayor. Cuanto tiempo sin vernos.

-Hola Mia - Digo exasperado.

-¿No te parece que es hora de visitarnos? - Reclama Mia al otro lado de la línea.

-Estoy muy ocupado Mia. . .

-¿Y cuando no lo estás? - Me interrumpe.

-Tengo cosas que hacer.

Suspira fuertemente para que la escuche - Adiós, Christian.

Corta el teléfono.

No me gusta nada que la latosa de mi hermana me haya cortado el teléfono. Sí, es cierto, hace tiempo que no voy a Bellevue. Pero tengo una enorme empresa que requiere mi atención ¡Qué no lo entiende! No puedo visitarla cada vez que se le antoje.

En fin, debo prepararme para la gala de esta noche.

-Señor, han traído esto para usted - Taylor me entrega una cajita plateada, adornada con un exagerado moño negro.

La recibo y leo el remitente. Elena.

Miro a Taylor y su gesto es serio y neutro como el de una piedra.

-Señor, ¿va a requerir de mí esta noche? - Rompe el silencio

-No Taylor, toma la noche libre. Yo iré a una cena de negocios. Te avisare si hay cambios.

-Como diga, señor. Me retiro.

Y se va.

De seguro Taylor se imagina a qué clase de cena de negocios me refiero. No importa, me vale mierda lo que él piense. Además, debe de estar encantado por quedarse con Gail, ya que hace tiempo que lo tengo hasta muy tarde en la empresa.

Tomo un café bien cargado mientras termino de revisar unos papeles que la torpe de Olivia olvido darme. La caja ya la abriré después, por ahora solo la he dejado en mi habitación.

Voy a mi cuarto, me doy un baño y me visto con un esmoquin negro, unos pantalones a juego y mis zapatos. Pero esperen. ¿No dijo Elena que la fiesta era de máscaras? Y yo que recuerde no tengo ninguna. En ese momento veo la caja de Elena sobre mi cama y la tomo. Cuando la abro veo que su contenido es nada más y nada menos que. . .  Una máscara negra y, adjunta a ella una nota:

Sabía que lo olvidarías, querido.

Te espero con ansias esta noche, no me falles.

                                                  Elena L.

Elena me conoce muy bien como para adivinar que con todo el trabajo que tengo, olvidaría algo una máscara. Además, me gusta que sea simple y discreta. Nada de colores escandalosos, ni lentejuelas, ni nada por el estilo.

Esmoquin. Pajarita. Pantalones. Zapatos. Máscara. Estoy listo.

Al llegar al lugar acordado veo que es enorme. Raro, ¿no debería no llamar la atención? Es una mansión preciosa, perfectamente cuidada. Con paredes blancas y de mármol. Sospecho que Elena y su socio anónimo tienen contactos para que la policía no los moleste.

Le dejo mi Audi al Ballet y entro.

No bien ingreso en la casona una pelirroja camarera me ofrece una copa de champagne, mientras me aletean sus más que híper maquilladas pestañas. Tomo la copa y sigo mi camino.

Me pierdo entre la gran multitud. Hay muchas personas en este lugar, aunque están bajo el anonimato de la máscara.

-Christian - Elena me toma del brazo.

Más que una sumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora