El renacer

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Si. Muy oscura. Las paredes estaban más desgastadas que de costumbre, las cucarachas se habían adueñado del piso por completo y un hediondo olor cargaba el ambiente. Nada relacionado con la vida se le podría atribuir a aquel apartamento. Fue entonces cuando la luz se hizo derepente. Aquellos ojos que tanta injusticia habían visto, se abrieron inyectados en sangre. Paco empezó a tomar consciencia y se levantó lentamente tras lo que parecía una larga siesta. La realidad había cambiado para Paco, pero él no se dio cuenta hasta unos instantes después, cuando todavía confuso, observó sus manos y sus brazos. Fue corriendo hacia un espejo pero cayó al suelo. No sintió ningún dolor en la aparatosa caída, pero algo no iba bien. Lo último que recordaba era cómo estallaba su cerebro literalmente, cómo es que podía estar allí? vivo?. Se levantó lentamente y caminó de igual manera hacia un espejo. Mientras caminaba, una duda se apoderó de su cabeza. ¿Cuál es mi nombre?. Paco todavía estaba confuso y quizás fuera por eso por lo que se preguntaba cosas tan absurdas, cómo no se iba a acordar de cuál era su nombre?. Toda duda quedó enterrada cuando se quedó petrificado mirando el espejo. No sólo eran sus manos ni sus brazos. Toda su piel estaba podrida, completamente ensangrentado por las llagas que cubrían su cuerpo. Había perdido casi todos sus dientes y parecía tener rotas un par de costillas, probablemente habría estado mucho tiempo tumbado, inerte sobre el suelo. Paco no alcanzaba a entender que era todo aquello. Es más, una terrible angustia recorrió todo su cuerpo, si así se le podía llamar ahora, cuando recordó su nombre. Recordó su nombre. Nada más. Se encontraba muy confuso y frustrado, sensación que le generaba una extraña familiaridad. 

El panorama que se encontró en la calle al salir de aquel piso no le ayudó en su confusión. Se acercó lo más rápido posible a un hombre que vagaba por allí cuando tropezó con un banco y escuchó el crujir de lo que probablemente sería su tobillo. Una de las peculiaridades de su nuevo estado es que Paco no sentía dolor. Se levantó y se acercó al hombre. Lo intentó, lo intentó con todas sus fuerzas, pero tras varios minutos detrás de aquel hombre que parecía un anciano por su forma de caminar, no consiguió decir más que un "perdone", ininteligible para cualquier humano, suficiente para el pobre Paco que parecía estar sudando sangre. Fue entonces cuando Paco se dio cuenta de que aquel hombre no era un anciano. Ni si quiera era un hombre. Ni una mujer. Paco no consiguió distinguirlo de lo podrida que estaba su cara. Lo intentó de verdad, y cuando fue a colocarse las gafas para tratar de ver mejor, se dio cuenta de que no las llevaba puestas, ya no necesitaba gafas. Las llevaba en el bolsillo, aún así, se las puso. Un fogonazo se iluminó en su cabeza. Fue algo fugaz. Una especie de flashback. Se recordó a él mismo dando vueltas en aquel piso, vagando, esperando una muerte segura y el momento justo en el que se quitaba las gafas y se las guardaba en el bolsillo.

De repente volvió a la realidad. Se encontraba en medio de la calle. Contemplando el panorama. Decenas, quizás centenas de seres cómo él y como aquel hombre, se arrastraban por la ciudad de Madrid. No sabía cómo sentirse, estaba condenado a estar muerto en vida para el resto de la eternidad?. Paco se había convertido en un Zombie, pero los zombies desde cuándo sienten?, o tienen consciencia de ello?. Para él, todos esos muertos vivientes no eran cómo él. Ellos parecían tontos. Se caían cada dos por tres, se pisaban unos a otros, se daban golpes. Parecían vagar sin ningún tipo de pensamiento en mente.

Se escuchaban unos gritos y los zombies se acumulaban y acudían en masa hacía un punto. Antes de pensarlo, Paco ya se estaba moviendo hacía allí y sentía cómo sus tripas rugían. Un claro signo de estar muerto de hambre y nunca mejor dicho. Una hermosa joven con el pelo recogido en una coleta lloraba y suplicaba piedad mientras un zombie se estaba comiendo su pie. (No era distinto de lo que te hacía tú novio en la vida real) pensó Paco inesperadamente para sus adentros estallando en una sonora carcajada al ritmo que le permitía su organismo. Ese pensamiento había sido, cruel?. Paco se sentía terriblemente arrepentido de haber pensado eso. Observó cómo se comieron a la joven de principio a fin, dejando un brazo. Paco se quedó clavado en ese brazo. Al observarlo, sólo tenía hambre, el cual sentía que saciaría al comérselo. No podía ser. Pero antes de que pudiera pensarlo ya se lo había comido. Jamás antes había comido algo tan delicioso.

Se hizo la noche en Madrid y Paco se preguntaba qué es lo que había podido ocurrir para que todo hubiera cambiado tanto. Tras varias horas de reflexión y varias intentonas de encender el televisor de un piso que había ocupado (mucho más espacioso que en el que vivía) vio un periódico encima de la mesa de lo que parecía una cocina. Al cogerlo no vio nada que hiciera referencia a los extraños seres que vagaban por la ciudad. Había una carta al lado del periódico, era una multa por exceso de velocidad. Eso hizo que se hiciera la luz en su cabeza y recordó su moto. Recordó el Kebab. También recordó que en ese establecimiento se recibía la prensa a diario así que fue a buscar su moto al piso dónde antes vivía.

Un zombie en moto. Cualquier superviviente como aquella joven que se comieron que le viera, podría flipar en colores. Pero de camino al trabajo, el cual recordó perfectamente, no se encontró con nadie. 

Frenar fue otra cosa porque su mundo se había ralentizado y calculó mal. Se comió el establecimiento. La moto quedó empotrada contra el cristal y un humo blanco salía exageradamente. Paco parecía haberse roto el brazo y una pierna. Pero se levantó cómo si nada. No sentía dolor. Entró cojeando al Kebab y abrió el baúl de la prensa, y vaya que si encontró algo.

"La gripe aumenta", "incontrolable", "síntomas extraños de la gripe","primeros muertos por la gripe","los muertos no pueden volver a la vida", "situación incontrolable", "no salgan de sus casas", "cuarentena en 3 continentes".

Deja de contar, estos eran los titulares de unos cuantos periódicos a medida que la epidemia de la gripe se fue expandiendo. Parece ser que la gripe fue causante de todo. Los infectados morían a causa de la gripe y el virus se apoderaba de su cerebro después de muertos.

-Por...por...porfavor...- Un hombre, escondido detrás de una escopeta agachado en la barra, apuntaba a Paco con el arma. 1, 2, 3, incluso 4 disparos recibió. Inútiles. Una ira incontenible se apoderó de Paco, así cómo un hambre atroz. Era Mohamed. Su ex-compañero. (Si, seguro que os acordáis, aquel que junto a sus otros compañeros y su jefe, se burlaba de él en su idioma natal.). Paco no recordaba esto, sólo sentía odio, rencor y hambre. Mohamed era más bien grueso. Tras varios minutos de súplicas, Mohamed dejó de hablar. No por voluntad propia, por supuesto. Cuando Paco llegó a la altura de su estómago, la pérdida de sangre y de órganos muy importantes, le obligó a callarse para siempre. Así fue cómo Paco sació su hambre y su rencor. Se sentía más tranquilo. Se dio cuenta de que aquel cabrón sabía a Kebab y entonces entendió todo. Se echó a reir al darse cuenta de la ironía.

Relatos de un ZombieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora