La carta

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Ah, Hiccup, Hiccup. Las reglas son simples: O cierras la boca y me obedeces, o vete despidiendo de tu vida en Berk... ¿Entendido, Hermano?

....

No encuentro las palabras exactas para describir la pesadilla en la que estoy encerrado, mi vida se ha vuelto en un martirio, algo que apenas puedo sobrellevar sin estallar en gritos de desesperación cada vez que alguien me hace la inocente pregunta sobre si "estoy bien".

¿La razón? Hace ya más de cinco meses he sido extorsionado por el ser más despreciable que he tenido la desgracia de conocer, teniendo que guardar silencio, obedeciendo a sus órdenes inmundas como un pobre animal indefenso. Un demonio de cabello rojo y sonrisa diabólica que me tiene literalmente en sus garras, la palabra "desquiciado" se queda corta para definir la especie de sujeto que lidera la tribu Berserker, Dagur El Desquiciado(*) es la representación en vida de la maldad y repugnancia juntas, obsesionado por hacer pedazos lo poco y nada que me queda de dignidad.

Y todo por un descuido mío, por una tontería... Por jugar con el destino una tarde de invierno.

Hace algunos meses antes, mi vida en Berk transcurría con normalidad, pues digamos que mi rutina casi siempre era igual: Levantarme todas las mañanas bajo el crujir de mi tejado debido a los saltos de un ansioso Toothless, después de comer algo salir en dirección a la Academia de Dragones a comenzar una nueva lección, discutir con mis pseudo alumnos-amigos, solucionar problemas entre lagartijas escupe fuego y vikingos peludos, regresar exhausto a mi hogar, recibir una "tranquila" charla de padre a hijo por parte del jefe y, finalmente, llegar a mi habitación junto a mi mejor amigo... para reencontrarme con un burlón peliblanco quién todas las noches me espera sentado en el marco de la ventana, listo para propinarme un abrazo apretado y un beso congelado en la frente a modo de consuelo... justo antes de meterme una bola de nieve en los pantalones. Si bien no es fácil llevarse tranquilamente con Jokul Frosti, ya después de haber caído unas cuantas veces en sus bromas tontas te das una idea de cómo soportarlo o terminas acostumbrándote a tener un idiota bromista rondando a tu alrededor ¿Qué quién es Jokul Frosti? Es sólo un idiota encargado de traer el invierno y repartir diversión a diestra y siniestra en los lugares que visita, pero para nosotros los vikingos, este sujeto es una leyenda a la que se le debe respeto pues en Berk nieva nueve meses al año y graniza los otros tres gracias a este mismo risueño papanatas que se desvive en gastar bromas a quién encuentra en su mira. Lastimosamente yo siempre fui su blanco preferido para fastidiar, al principio traté de espantarlo como pude, ya sea lanzándole sal creyendo que esta lo quemaría, insultándolo con furia e incluso lo ignoré por varias semanas... pero nada resultó, Jokul Frosti (o Jack Frost como prefiere ser llamado) había sido flechado sin querer por mí, un vikingo delgaducho, de dientes torcidos, mejillas regordetas repletas de pecas y sin la fuerza suficiente para levantar un hacha, un ser sin gracia ni atractivo. Yo en ese entonces solo tenía ojos para mi única musa en toda la isla, una rubia valiente y guerrera que podía quebrarme un brazo sin dificultad y yo no opondría resistencia, Astrid Hofferson era mi razón de vivir, mi amor de infancia y adolescencia, ella era el tipo de vikingo ideal que siempre deseé ser y traté desesperadamente de que me notara por un largo tiempo. Sin embargo, a pesar de haber logrado que al fin me prestara atención después casi haber muerto en una batalla contra un colosal dragón que había tiranizado a todo el archipiélago durante generaciones, convirtiéndome en un héroe que trajo la paz a la tribu de los Hairy Hooligans... nuestra relación fue débil, lo que resultó en un quiebre no muy bonito, haciendo que la posterior amistad entre nosotros se volviera distante y nos evitáramos mutuamente hasta el día de hoy. Pero no me arrepiento de aquel primer amor fallido, ya que como lo dije antes, tenía detrás de mí a un cabeza de alcornoque que me seguía como un dragón a una cesta de pescado, quizás mi enorme necesidad de ser aceptado y querido por alguien fue lo que me llevó a terminar por corresponder a los sentimientos de Jack, en verdad no lo sé, mas he de decir que él no es un mal chico después de todo... solo un poco infantil a veces. Nada que un vikingo que trata con dragones no pueda soportar.

Trato sucioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora