Capítulo 3

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Dylan y yo intercambiamos miradas de confusión. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué podía ser tan grave como para que mi madre faltara al trabajo?

-Es mejor que os sentéis.

Los dos avanzamos lentamente hasta el sofá que había enfrente de mi madre y ella se volvió a sentar con las manos cogidas sobre el regazo y la mirada baja. No nos miró hasta que no empezó a hablar.

-Vuestro padre me ha llamado.

Nos quedamos mudos de la impresión. Que mi padre llamara era definitivamente una mala noticia. Solo nos llamaba tres veces al año, y ni siquiera a nosotros, sino que a mi madre: para nuestros cumpleaños y para navidad. Hoy no era ninguno de esos días. No iba a ser nada bueno, además, no quería que nos arruinara las vacaciones.

-Quiere que vayáis a pasar el verano con él a Australia.

Mi madre nos miró atentamente esperando la peor de nuestras reacciones.

-Esto no puede ser verdad, no nos ha llamando ni visitado desde hace ocho años y ahora quiere que pasemos un verano entero con él. No puede ser verdad –dijo mi hermano frustrado mientras yo aún asimilaba la noticia.

-Mi vida parece un chiste malo –murmuré para mí misma mientras cerraba los ojos fuertemente.-. ¿Por qué? ¿Por qué ahora, justo ahora, por qué ha tenido que esperar ocho años? –le pregunté ahora yo a mi madre.

-Exacto, no se lo habrás permitido... ¿verdad? –mi madre bajó la mirada.- Por favor mamá dime que no.

-Vuestro padre tiene mucho dinero, si me negara, pagaría a unos abogados caros y solo sería una pérdida de dinero y de tiempo. Es mejor que lo hagamos por las buenas.

-Supongo que tienes razón, aunque eso no significa que queramos ir –dije sintiendo aún el enfado dentro de mí.-. Bueno, ¿y cuándo nos iremos?

-Mañana por la tarde. Tenéis que recoger todas vuestras cosa esta tarde y las llevaré por la noche a una empresa que se las llevará a Australia, ya estarán allí para cuándo lleguéis. Mañana os podéis despedir de todo el mundo, pero tened en cuenta que el vuelo sale a las seis y media, tenéis que estar aquí a las cinco.

Me levanté frustrada del sofá y subí a mi habitación a recoger mis cosas. Mamá ya había dejado varias cajas vacías allí así que solo me dediqué a guardarlo todo dentro: ropa, el ordenador, complementos y mis posters de bandas.

Terminé a las siete de la tarde de guardarlo todo. Bajé las cajas y me fui a duchar.

Al salir de la ducha tenía una llamada perdida de Aileen, tenía que llamarla para explicarle todo. Pero la verdad es que no estaba de humor así que simplemente le mandé un mensaje:

"Han pasado muchas cosas, mañana te explico. Quedamos a las 11:30 en el café de la esquina de tu calle."

A diferencia, creo, que todo el resto del mundo, prefería ir a aquel pequeño establecimiento antes que a un "Sturbuck's". La mayoría de la gente me decía hipster, y no se por qué, pero si fuera allí solo empeoraría las cosas además de que sería demasiado cliché.

Puse el móvil en silencio para que nada me molestara y me acosté.

Me levanté temprano aún acostumbrada al horario escolar y me preparé para ir a ver a Aileen.

Llegué a la cafetería media hora antes de lo acordado, así que me pedí un gofre con chocolate, mucho chocolate, y un batido casero de chocolate frío.

A la hora prevista, como siempre puntual, vi la cabeza rubia de mi amiga entrar al establecimiento. Giró la cabeza y le hice una señal con la mano para que me viera. Al llegar le pidió un café a la camarera y una vez se lo hubo traído me miró para empezar la conversación.

-Mara... ¿qué ha pasado? –al ver mi mueca hizo una señal de entendimiento.- Ha sido tu padre otra vez, ¿verdad?

Mi amiga me conocía demasiado bien.

-Mi padre ha llamado. Quiere que Dylan y yo nos vayamos y pasemos todo el verano con él.

-¿En serio? Dios, como odio a ese hombre... –dijo mientras el enfado se iba haciendo notable en su rostro.- Y, ¿cuándo os vais?

-Esta tarde.

Aileen abrió muchos los ojos y me miró con asombro.

-Tenemos que hacer algo para despedirnos –le propuse.

-¡Tengo una idea! Vayamos a mi casa.

Cuando terminamos de comer, pagamos y prácticamente nos fuimos corriendo a su casa, puesto que estaba a menos de una manzana.

Al llegar nos fuimos a su cuarto, corrimos las cortinas y nos pusimos a ver toda las películas de la saga crepúsculo que nos dieran tiempo mientras comíamos helado.

A las cuatro y media me despedí de ella y me fui corriendo para que me diera tiempo a llegar a mi casa.

-¡Mara, por fin llegas!

-Dylan, no exageres, llevas esperando cinco minutos.

-¿Y mamá?

-Ha ido a coger los billetes de avión, está arriba.

En ese momento mi madre apareció en el pasillo. Bajamos en silencio hasta la cochera y sacamos el coche para dirigirnos al aeropuerto.

Cuando llegamos aún faltaban cuarenta y cinco minutos, pero mientras nos registramos se quedaron en quince, que se nos pasaron volando.

-Vuelo 503, aviso al vuelo 503. Por favor embarquen por la línea C.

Esa irritante voz mecánica nos avisó de que ya nos teníamos que ir.

Nos levantamos y nos dirigimos hasta la línea C.

-Bueno, chicos. Supongo que nos veremos al final del verano. Os llamaré esta noche.

Mi hermano abrazó a mi madre y una vez que se despidieron, él se fue a hacer cola para embarcar mientras yo me despedía.

-Mara, se me había olvidado deciros que os quedaréis en la casa de vuestra tía –genial. Y yo que creía que no podía empeorar.

Los Desmond eran la típica familia que se creían superiores solo por tener más dinero y los odiaba por ello. Después estaba mi prima, era la típica zorra del instituto que se acostaba con todo el mundo, aunque por otra parte, mi otra prima sí que era buena persona, aunque le gustaba mucho estar sola y cuando no está encerrada en su cuarto sale con sus amigos a saber dónde.

-Y una última cosa, nunca te olvides de que aunque este verano no esté con vosotros voy a estar aquí esperando a que volváis y eso es una cosa que vuestro padre, por mucho dinero que tenga no lo va a impedir.

Y con esa última frase me despedí de ella hiendo hacia Dylan para esperar en la cola con él.

Ocupé mi sitio al lado de la ventana y vi la pista de aterrizaje donde siempre están las típicas personas con chalecos y señales diciéndole a los aviones lo que debían hacer.

Donde creía que empezaba mi infierno, estaba por pasarme lo mejor de mi vida.

Hold my handDonde viven las historias. Descúbrelo ahora