Prólogo

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-¿Qué carajos te hace pensar eso? -como siempre los comentarios fuéra de lugar de Jennifer, me hacían quedar un poco confundida y a la vez me daban un poco de risa.

-Es que tienes facciones de psíquica ¿ségura que no quieres asistir a la sesión de esta noche?

-Creéme, no hay nadie más escéptica que yo.

-Y por ese motivo deberías ir.

-Jen, es mi última palabra.

Y así transcurrió el camino a casa, un trayecto muy corto para una conversación tan extensa. Al llegar, Jen subió a su cuarto y comenzó a prepararse para la reunión de esta noche. Ya saben, típicos jóvenes sin nada más que hacer que meterse con el "más allá".

Pasó el tiempo y Jen ya se había ído y yo aún no sabía que hacer. Decidí acostarme en mi cama, ya qué era lo único qué se me ocurrió para hacer en una noche de halloween y caí profundamente dormida.

Eran exactamente las 12:58 AM cuando derepente un "toc, toc" me despertó, pensé en ignorarlo imaginando que se trataba de cualquier otro ruido molesto, pero luego me dí cuenta de que alguién estaba tocando la puerta.

-Muy raro, Jen dejando las llaves -suspiro y me levantó con pereza de la cama y bajo corriendo hasta la puerta- esperate, dejame encontrar las llaves.

-Débajo de la alfombra.

Un momento, esa voz no era la de mi mejor amiga. Busqué las llaves debajo de la alfombra y en efecto ahí estaban ¿quién coño era y cómo podía saber donde se encontraban las llaves de mi casa? Cada milésima de segundo que pasaba hacía que esto se volviera aún mas aterrador cuando derepente vuelvo a escuchar ese "toc, toc" y una pesada respiración que cada vez se acelaraba aún más, "toc, toc" de nuevo.

-Quién quieras que seas, esto no es divertido y si no te vas llamaré a la policía -en este momento era más miedo que persona, podía sentir como mis manos temblaban y como poco a poco comenzaba a erizarme.

-Me encanta visitar inesperadamente a las personas como tú.

Su voz era tan gruesa y chillona a la vez, cualquiera que lo escuchara asi fuera en un pequeño susurro podía quedar aturdido. Escucho como unos pasos se alejan y subo de nuevo a mi habitación esta vez no me acuesto ya que después de aquel momento se que no lograré conciliar el sueño, solo busco mi  teléfono y me pongo revisar cualquier estupidez que se me venga a la mente.

-Kara, ya deja de pensar en eso no seas ridícula -y esta soy yo en un patético intento de darme ánimos- Nadie te va a venir a secuestrar.

En ese momento mi teléfono se apaga y no entiendo el porqué si tiene la batería completa y está súper nuevo de caja, justo cuando estoy a punto de estrellarlo contra la pared gracias a mi mal genio, viene el tormento de nuevo "toc, toc" y lo que me asusta aún más es que ya no viene de la puerta de la casa, sino del closet.

-Que mal educada eres ¿no te gusta atender a las visitas? -poco a poco la puerta del closet se fue abriendo ante mis ojos sin rebelar rastro de alguna persona- Me temo que no querrás saber que les ocurre a los mal educados...

-¡No! -es lo único que alcanzó gritar antes de caer inconsciente.

En la puerta de mi casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora