Capítulo dos: El closet.

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Quisiera decir que fui valiente y corrí a buscar a mi mejor amiga, pero lo único que pude hacer fue salir corriendo de la casa y llamar a la policía. Sentía como si hubiesen pasado siglos hasta que vi una patrulla acercarse y se estacionaron justo al frente de mi.

-¿Usted llamo a emergencias?

-¡Un psicópata entro a la casa y tiene a mi mejor amiga en el cuarto de huéspedes!

-Señorita mantenga la calma, vamos a actuar.

La policía entró a la casa y cuando fueron hasta la puerta del cuarto de huéspedes tuvieron que derribarla porque tenía seguro, pero al entrar ella no estaba.

-¿Ségura que no tiene más pistas? -preguntó de nuevo el oficial.

-Solo tengo esa nota es todo.

-Le recomendamos que permanezca en casa y no salga por nada. Tendrá dos oficiales custodiando la propiedad todos los días y a todas horas hasta que el agresor aparezca.

Por un momento sentí un gran alivío al saber que sería vigilada, pero no lo sentía del todo ya que en parte era mi culpa que ella no estuviera aquí, ella que era como mi hermana de otra madre se había pérdido y por mi culpa. Aunque trato de darme consuelo diciendo que si hubiese ido tras ella hasta ese cuarto, probablemente mis esfuerzo habrían sido en vano y que nadie nos estuviera buscando ahorita, pero ese consuelo no funciona.

Pasan los minutos, pasan las horas y ya no me siento cómoda en lo que antes era como mi hogar. Siento que alguién me observa y me sigue a cualquier habitación en la que vaya.

-Kara.

Podría decirse que he pérdido la cordura pero escuché como alguién susurraba mi nombre, y parecía la voz de Jennifer.

-Kara, ven.

-Jen ¿estás aquí?

Caminaba por el pasillo buscando el origen de esa voz que parecía como si viniera de todas partes, estuve a punto de búscar a los oficiales pero no lo creí necesario, ya qué si ella estaba aquí y me estaba llamando, significa que esta a salvo.

-Kara, por aquí.

Esta vez pude escuchar mejor y me guié siguiendo la voz hasta donde yo creí que se originaba. Volvió a susurrar mi nombre y si, ya no habían dudas, venía del cuarto de huéspedes.

-Entra.

Poco a poco entro en aquella habitación de la que ahora no tiene puerta y me quedo parada justo en el medio esperando que algo pasara.

-Jennifer, ya estoy aquí.

-Ven a búscarme.

Su voz se escuchaba claramente que provenía del closet y lentamente comienzo a dirigirme hacía este. Tenía tanto miedo de que fuera mi mente la que me jugaba algún truco extraño, pero por otra parte pensaba que podía ser ella y estaba atrapada ahí. Toco las perillas y lentamente comienzo a abrirlo.

-Sácame de aquí -por su voz se notaba que la pobre estaba llorando eufórica- ¡Me están lástimando!

Terminó de abrir aquel closet como una fiera y comienzo a registrarlo de manera impaciente en búsqueda de mi mejor amiga la cual aún así no aparece.

-¡Jennifer! -gritó desesperada- ¡¿Dónde carajos estas?!

Sigo gritando su nombre y aún no recibo respuestas, y los oficiales suben alarmados con sus armas en manos listos para cualquier cosa que podría pasar. Al parecer fue otro sucio truco de mi mente.

-Señorita Freetman ¿Se encuentra bien? -pregunta con preocupación uno de ellos.

-La escuché gritando, esta aquí -alcancé a decir llorando a mares- ¡Está en ese maldito closet!

Los dos jóvenes se ponen en acción y comienzan a registrar el closet, hasta que escuchan unos golpes que al parecer venian debajo del piso.

-¡Kara te lo pido, sácame de aquí! -al fin, Jennifer ha gritado otra vez.

-¡Ya vamos a por ti!

-¿Está segura de que la casa no tiene algún sótano que conecte con esta habitación?

-Por supuesto, la vendadora nos lo confirmó y llevamos dos años viviendo aquí.

-Sea como sea, tendremos que romper la madera del piso para sacarla.

-Hagan lo que tengan que hacer y solo sáquenla de ahí.

Pasamos lo que podría decirse que fue una eternidad buscando algún objeto que nos ayudara en nuestra nueva labor, hasta que se me ocurrió salir rápido a pédirle un hacha al vecino.

-Listo, oficial.

Volvímos a subir hasta la habitación y ellos comenzaron a golpear el piso de una manera muy fuerte y apresurada. Sentía como cada vez estabamos más cerca de sácarla de allí y ponerla a salvo. Podía verla salir corriendo hacía mi, ya faltaba poco.

-Johnson, pásame la linterna -inmediatamente lo hizo y las respuestas que obtuvimos fueron más rápidas de lo que esperabamos- ¡Ya la vi!

Rápidamente uno de los dos se metió a búscarla y cuando por fín la tuvo en brazos, el otro ayudó a subirla con cuidado. Corrí hacía su lado preocupada, y todo estaba bien para mi hasta que le tomaron el pulso.

-Señorita Freetman, lamento decirle que su mejor amiga murió -No podía procesar todo esto, pero lo que me dijo a continuación me dejó en shock- Pareciera como si llevara horas muerta.

En la puerta de mi casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora