Capitulo IX

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¿Habían notado que cada vez que comienzo a decir algo sobre mi día, digo que ha pasado increíblemente lento? ¿Qué quiero irme a casa y dormir? ¿O algo por el estilo? Pues, esa tarde ya no fue así. Desde que encontré aquel pequeño mensaje, mi día mejoro completamente, nada de lentitud, nada de aburrimiento, nada de estrés.

Desde que leí el mensaje de Reid, no pude quitar la estúpida sonrisa de mi rostro, me era inevitable, me desesperaba a mí misma por ser tan ilusa, pero ya había asumido que era una adulta con un corazón adolescente. Y desde el punto de vista de mi conciencia, eso no era bueno, sabía que todo este "enamoramiento" o como se le llamara, terminaría en algún momento, pero justo ahora eso no me importaba, sabía perfectamente como ahogar aquella voz en el fondo de mi cabeza.

Tan solo dos horas después, las capetas habían desaparecido, los reportes habían sido hechos, revisados, entregados y enviados, y yo... yo estaba más ansiosa a cada minuto. El reloj de la pared marcaba las siete cincuenta de la tarde, mi turno terminaría en diez minutos y por lo tanto el de Spencer también.

Lo había visto pasar un par de veces durante la tarde, nuestras miradas se cruzaron solo una vez y solo nos sonreímos de manera medio nerviosa, medio feliz. Sinceramente, yo no sabía cómo explicar con exactitud el sentimiento que estaba creciendo dentro de mí, pero lo único que no quería era enamorarme, aunque cierta parte de mí ya lo estaba, pero me negaba a aceptar la idea.

Por fin, el reloj marco las ocho en punto. Recogí mis cosas tratando de no olvidar nada, tome mi chaqueta, me despedí de Anderson y Davis, y encamine mis pasos hasta el ascensor, no sin antes mirar hacia su desocupado escritorio.

Tenía el corazón en la mano cuando crucé la puerta de cristal que separaba a UAC del resto del edificio del bureau. El pasillo frente al ascensor estaba vacío, a excepción de dos agentes conversando al final de este.

Me detuve en frente de uno de los ascensores y saque la nota desde el bolsillo exterior de mi bolso, y allí estaban aquellas palabras garabateadas por él. Volví a releer la nota y la guarde en el mismo lugar que antes, por alguna razón, me sentía demasiado inquieta. Mi querida conciencia comenzó a maquinar una y mil posibilidades en torno al asunto, y en cada una de aquellas posibilidades yo salía lastima, herida, ofendida, etc. En fin, en ninguno de los escenarios yo salía bien parada de la situación.

Inquieta, mire mi reloj, el cual marcaba solo tres minutos después de las ocho. A esas alturas ya tenía un plan de como destripar a Spencer en caso de que me plantara, bueno, en realidad, no haría eso ni un millón de años, pero si iba a decepcionarme mucho.

Mi mente no paraba de crear uno y mil escenarios vergonzosos para mí, y en mi fuerzo de liberarme de ellos, me había quedado atrapada en mis pensamientos. Tenía la mirada fija en algún lugar del suelo, con cara de pocos amigos cuando sucedieron dos cosas; algo se posó en mi cintura y una voz hablo cerca de mi oído.

-Espero no estés molesta por hacerte esperar. –dijo Spencer tomándome por la cintura.

El corazón se me detuvo en seco y creí haber perdido el aliento por medio segundo, por alguna razón, yo poseía un pequeño botón desde el cual podían desarmarme, pero no cualquiera podía encontrarlo, y Spencer lo acababa de activar. Sentí las piernas temblar al mismo momento que daba un respigo por la sorpresa.

Su mano se retiró de mi cintura después de quedarse un par de segundos allí, y me rodeo para verme a los ojos. Francamente, no sé que cara de estúpida habré puesto que él soltó una corta risita al verme de frente.

-Me has asustado –logre articular unos segundo más tarde, cuando todo mi sistema volvía a funcionar con normalidad.

-Lo siento –se disculpó añadiendo una de esas sonrisas que solo el tenia, mientras presionaba el botón para llamar el ascensor. -¿Un día agitado?

-Más o menos, pero logre terminar todo a tiempo. ¿Y el tuyo?

Un pequeño timbre sonó justo al momento en que las pesadas puertas metálicas del ascensor se abrían para nosotros.

-Solo espero que no llegue un caso justo esta noche –respondió un poco cabizbajo.

Cada segundo de su vida era incierto, el teléfono podía sonar en cualquier momento avisando que otro caso llegaba y tendría que irse en busca de otro asesino, secuestrador o monstruo que anduviera merodeando en alguna ciudad del país, arrancándoles la vida a personas inocentes y a otras no tan inocentes.

Spencer me hizo una pequeña seña para que entrara primero, unos momentos después el ascensor comenzaba a descender hasta el piso más cercano a tierra firme.

-Entonces... -dijo luego de un pequeño silencio. -¿Has pensado que haremos esta noche?

-Creo que ya fuimos por libros y café el otro día, así que escojo palomitas y película.

-Excelente elección –respondió un sonriente Spencer.

¡Ah! ¡Esa sonrisa suya! ¡Esa maldita sonrisa suya!

Las puertas se abrieron dejándonos salir a ambos del cubo metálico.

-*-

-Nunca he sido muy fan de las películas de horror. –dije sosteniendo el bote palomitas.

-No es horror, es terror –me corrió él mientras caminábamos hacia la sala en donde se proyectaría la película.

-Como sea, terror u horror, de todos modos voy a asustarme.

-La gente tiene la creencia de que terror y horror son el mismo género, pero en realidad son distintos, aunque sin duda están estrechamente relacionados...

Spencer comenzó a darme un pequeña cátedra sobre la diferencia entre terror y horror, realmente no me importaba que lo hiciera, me gustaba la forma en que hablaba, en cómo se expresaba. Sabía que muchos se aburrían rápidamente cuando él comenzaba a explicar algún tema y terminaba engloban mucho otros temas, pero yo podría escucharlo siempre, lucia tan adorable.

Nos dejábamos caer en los asientos de la sala, mientras él seguía hablándome sobre algunas de las películas más importantes del cine de horror. No pude evitar reírme un poco con una de sus explicaciones lo que ocasiono que él se detuviera de golpe.

-Oh –dijo con desanimo de un momento a otro.-, te estoy aburriendo

-¿Qué? No, no, no. Te estaba oyendo. -me apresure a responderle.

-Lo siento, a veces no puedo dejar de hablar.

La mirada de Spencer se oscureció pegándose al suelo, al momento en que la alegría se esfumaba de su rostro.

-Hey –dije dejando el bote de palomitas en el asiento vacío junto a mí. –No me aburres.

Spencer levanto su mirada un segundo y volvió a dejarla en el suelo.

-No me aburres –repetí alargando la mano, para tomar su barbilla obligándolo a mirarme. –Al contrario, me entretienes. Me gusta oírte hablar así. –admití sin antes pensar lo que decía.

Spencer volvió a levantar su mirada, obligado por mí, pero esta vez esbozo un corta sonrisa al mirarme a los ojos.

-Hablo en serio. –dije con determinación, haciendo que el volviera a sonreírme.

Él no dijo nada, ni yo tampoco, solo dejamos que nuestras miradas se conectaran, mientras yo aun sostenía su barbilla, estaba sintiendo como los nervios comenzaban a recorrerme y en solo segundo, quite mi mano y baje la mirada, avergonzada.

Todo, absolutamente todo se revolvía en mi interior. Hablo de emociones, no de comida o algún otro tipo de cosas.

Las luces de la sala se apagaron, la pantalla se encendió, y de un momento a otro, pretendíamos que nada había pasado, ni nada estaba pasando, cuando era más que evidente lo loca que me traía.

OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora