Ya era bastante tiempo, yo seguía llorando por las noches sin lograr consuelo. Me quedaba dormido y al día siguiente siempre despertaba con los ojos hinchados por las lágrimas de cada noche.
Me decidí a escribir algo. Era lo que hacía en los momentos en los cuáles necesitaba descarnar mis emociónes.
"Era la fría madrugada de un domingo cualquiera.
Las nubes y el sol salían a la visa.
Yo prefería quedarme en la oscuridad,
Esperando a que algún rayo de luz entre y me tome de la mano,
Me lleve afuera y me dé algo por lo cuál seguir adelante.No quiero salir,
Pero tampoco quiero quedarme.
Quiero recostarme en el suave algodón de tus brazos
Y perderme en un sueño donde sea difícil despertar.Quiero quererte una eternidad,
Quiero quedarme con vulnerabilidad
Para que tus dulces besos acaricien mis mejillas
Y me inunden de felicidad.Quiero quedarme.
En tú cuerpo claro,
En tú voz cálida,
En tú suave aroma.Quiero quedarme y quiero que te quedes conmigo."
El dolor me inundaba cada vez más el alma. Los días pasan rápido, pero el dolor no. El dolor se queda permanente. Ni siquiera desaparece, solo se aloja en lo mas profundo de nuestro ser esperando a salir nuevamente.
Mañana tenia que despertar temprano. Mañana comenzarían mis clases, era algo que ya no me tenía en preocupación. El día había pasado rápido y yo no me levante de la cama, solo baje a desayunar y cenar.
Mañana sería un nuevo día y el sol volvería a brillar. Pero mi alma seguiría escondida en la oscuridad.
Es en estos momentos en los que extraño a aquellas amigas de las que me aleje por un capricho de Támara.
Mañana comenzaría "una nueva vida" en un lugar donde nadie me conoce. Donde a nadie le importo. Tenia que ir a dormir ya. Mañana seria un largo día.
Mi despertador sonó como lo hace cada mañana de la triste rutina. Me levante, me di un rápido baño y me vestí.
Aun no salia el sol y yo ya iba caminando entre las calles oscuras. De repente oí a alguien decir mi nombre. Voltee y me di cuenta que libia (una vieja amiga de la secundaria) iba detrás de mí.- Vaya que caminas rápido Cristián, casi no te alcanzo, y mira que venia corriendo.
- Perdón, no me había dado cuenta. Si no gritas mi nombre ni siquiera me habría detenido.
- Si, me di cuenta - dijo riendo - ¿a que escuela vas tan apresurado?
- ¿Recuerdas aquella de la que te conté hace algunas semanas?
- Si, lo recuerdo.
- Pues ahí. Y tú ¿a que escuela te diriges?
- A la misma que tú.
Me detuve por un momento. No podía creerlo, creí que estaría solo, no creí que alguien mas se haya inscrito en la misma escuela que yo.
- ¿Hablas en serio?
- Claro, solo que creo que estamos en distintos grupos, aun así podemos caminar juntos cada mañana. - Eso me llenaba de alegria, ya no tendría que recorrer las duras calles de la soledad únicamente yo. Ella por lo contrario hablaba con normalidad.
Seguimos caminando hasta llegar a la escuela.
- Bueno. Mi salón esta por allá - dijo mientras lo señalaba.
- El mio esta de ese lado - le indique la dirección.
- Muy bien. Me tengo que ir. Nos vemos aquí en la salida o cuando haya tiempo libre.
- Claro. Adiós.
Camine hasta mi salón mientras la veía perderse entre la multitud.
Llegue al salón y me senté en un pupitre de el fondo. Nadie me hacía caso como era de esperarse. Minutos después el profesor llego y comenzó su "clase", solo hablaba de su nombre y de la importancia de la materia para el mundo.
- Profesor, ¿puedo pasar? Se me hizo tarde.
- Si, adelante, adelante, sientate donde quieras.
Ella se sentó a un lado de mi en un pupitre vacío.
Parecía que a la vida no le era suficiente el hacer que me encontrara a libia en el camino hacia la escuela, y que coincidente mente también estudiará aquí. Ahora también tenia a mi lado a la chica que vi en el centro comercial hace días atrás. Esa chica que me dejo sin palabras estaba sentada a un lado de mi.
Tal vez debía presentarme o enviarle una nota. Tal vez debía tirar mi sacapuntas y mi lápiz "por accidente" y pedirle que me ayude a recogerlo. Algo se me tenia que ocurrir. No me podía quedar únicamente ahí sentado sin hablarle, oliendo su perfume y viéndola de reojo.- Señor ¿cuál es su nombre? - dijo el maestro mientras sentía su mirada sobre mi - Si, a usted. Lo noto muy distraído.
- Soy Cristián - sentía calor en mi rostro, tenia vergüenza de que me haya llamado la atención y que la chica de a un lado mio me estuviera viendo.
- Ponga un poco mas de atención. No quiero volvérselo a repetir.
- Si, disculpe. - no pude decir nada más.
A pesar de todo creo que por fin algo bueno me ha pasado después de aquella noche llena de dolor en la que Támara hizo que... Bueno. Ya no tiene caso recordarlo.
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Lágrimas entre versos
Teen FictionEs impresionante como de un momento a otro las emociones que guardas dentro se aferran a salir y lo hacen en pequeñas porciones a través de los ojos. Se deslizan por tu mejilla, llegan a la barbilla y finalmente caen al suelo mientras te ahogas brev...