Capitulo cuatro.

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Había miles de cosas en las que tenía que pensar en aquel momento, sin embargo mi mente, mis ojos y mi nariz estaban concentrados en Cristian.

Mientras la clase avanzaba me di cuenta de que el volteaba y me miraba disimuladamente, tal vez le gusto, tal vez le parecí algo distinta, no lo sé. A pesar de todo ello no debía hacerme ilusiones, posiblemente ni siquiera me hablaría en todo el curso, o es ese tipo de chicos que se la pasan sin entrar a clases, sin entregar trabajos, ese tipo de personas que solo van a la escuela por ganar algo de tiempo sin hacer nada.

La clase estaba a punto de culminar, el maestro estaba dando su discurso final antes de cambiar su clase a otro grupo. Todos aplaudían, yo no sabía por qué lo hacían, pero de cualquier manera lo hice también. Mi mente no podía dejar de imaginar a Cristian hablándome, o en el más remoto de los casos tomándome la mano mientras caminamos.

Eran ilusiones. Falsas ilusiones.

El maestro salió de clase, nadie miraba a nadie,la mirada de todos estaban fijos al pizarrón.

Cristian tiro "accidentalmente" su lápiz. Me di cuenta de que fue al propósito, estaba concentrada en cada uno de sus movimientos y logre ver los dedos de su mano lanzar el lápiz al suelo.

- Aquí tienes - levante su lápiz y se lo entregue con una delicada sonrisa.

- Muchas gracias - me sonrió también.

- Cristian ¿cierto?

- Así es. Y tú eres...

- Mi nombre es Clara.

- Hola Clara - me sonrió nuevamente.

Sabía que esta era una oportunidad única que no podía perder, estaba hablando con mi posible príncipe azul. Pero antes de tomar cualquier conclusión debía investigar cómo era el, su forma de ser con las demás personas y por supuesto que le guste la literatura tanto como a mí o mínimo que haya leído tres libros.

Me sentía... no sé de qué manera, pero era una sensación que me hacía pensar bastante. No quería dejar de hablar con él.

- Hola Cristian - le devolví la sonrisa.

- Pensé en que tal vez, si tú quieres, podríamos juntarnos durante el receso y platicar un poco más.

- Claro, no deberían volver a llamarte la atención - dije en un tono de burla mientras reía.

- Claro - rio - ese maestro no era de mi agrado. Y creo que me va a tener cierto afecto durante todo el semestre

- Por supuesto, serás su alumno consentido - dije en un tono sarcástico. El solo reía.

En ese momento entro a clase el siguiente maestro.

- Bueno señorita Clara, continuaremos esta conversación en cuanto haya oportunidad - era obvio que se estaba burlando, implementaba ese acento de gran empresario tratando de asegurar un negocio siendo cortés con las personas.

- Pero Claro señor Cristian, nuestra conversación quedara pendiente durante algunos minutos. No me extrañe por favor. - hice el mismo acento que él.

El profesor pidió atención al frente así que Cristian tuvo que voltear la cabeza

Las clases pasaban, los maestros entraban y salían, el tiempo se me hacía eterno. Moría de ganas por contarle todo esto a Dani.

Por fin la campana de salida sonó, algunos salían, algunos otros se quedaban sentados.

Yo salí a toda prisa, cruce la puerta y...

Lágrimas entre versosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora