Capítulo 2.

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Esta vez podía viajar como copiloto.
Veía los limpiaparabrisas moverse.
Izquierda, derecha.
Derecha, izquierda.
Eso y goteo constante de la lluvia hacían que apenas se fijara en el camino que recorrían.
Las farolas iluminaban calles vacías y encharcadas, un Green Park desierto. Con sus bancos y sus paseos sin una sola alma que le aportara una pizca de alegría.
Era una visión desoladora.
Finalmente el coche comenzó a reducir su velocidad y bajaron del coche. Maya se quedó observando la farola que cada noche iluminaba su ventana.

Habían quedado en que Sophia, sería la primera en vigilar aquel piso mientras la chica dormía en su interior. Mañana prepararían la maleta y, le buscarían un piso protegido, con más tiempo.
Nada mas llegar, aparcó el coche y, la dichosa lluvia le hizo mas complicado el trabajo.
Con el arma guardada en su costado derecho, salió a la intemperie, en busca del paraguas que se encontraba en el maletero.
Ya mojada, poco le importó el hecho de protegerse del agua, y después de abrir la puerta del copiloto cubrió a la muchacha.
-La acompañaré hasta el interior, cerciorándome de que todo se encuentra bien y, después volveré al coche, dormiré aquí.
Después de rebuscar en el bolsillo interior de la camiseta le otorgó un teléfono, pero no uno común, como los de hoy en día, este carecía de números y, tan sólo poseía las teclas de llamada y cuelgue.
-Si escucha un sonido extraño, o algo similar, solo ha de pulsar el botón verde. En unos segundos estaré a su lado y, un par de patrullas vendrán si pulsa el rojo.

Se le hacía extraño después de todo estar en su casa.
"Hogar."
Su hogar consistía en dos plantas de vacío. Solo un montón de muebles sin sentimientos compartían ese enorme espacio con ella. Bueno... Y Max. Pero comenzaba a pensar que solo la quería por interés. Casualmente solo aparecía de noche en su cama y a las horas de comer. Pero no podía rechazarlo.
Con las llaves en la mano subió los húmedos escalones y se acercó a la puerta de roble y la abrió. Con un último vistazo a la policía que se acomodaba en el coche con un termo entró y cerró la puerta a sus espaldas.
Todo era distinto, no recordaba un recibidor tan grande, tan vacío y tan oscuro desde hacía tiempo.

Se libró de la cazadora mojada para tirarla en los asientos de atrás, con el termo entre las piernas observó aquel lugar con atención.
Puso la radio en un sonido bajo, abriendo las ventanas para poder escuchar el sonido exterior y, observó la lluvia con atención, disfrutando de aquellas gotas que mojaban el cristal del coche.

La luz de la cocina se encendió después de parpadear un par de veces y Maya se arrepintió de haberla encendido. Así no podía ver el exterior sin que la vieran... Decidió coger vaso de batido en la nevera y apagar la luz para mirar a hurtadillas.
La policía tenía una expresión de cierta preocupación en el rostro, pero a la vez observaba caer la lluvia con cierta calma. Era extraño ver como asomaba el brazo tatuado por la ventanilla para recoger unas cuantas gotas en el aire y observarlas en la penumbra.
-Será mejor que me vaya a dormir...
Susurró con cansancio después de beberse un trago del batido, ya tenía la garganta un poco mejor. Mientras subía las escaleras para ir a su habitación escuchó un pequeño golpe. Sonaba a algo duro contra un cristal, o había sido su imaginación?
Sacó el móvil que le había dado Sophie y dudó sobre si debía llamarla o no...

El sonido también hizo saltar a la muchacha en el interior del coche, la cual observó el exterior de aquella casa con atención, ladeando su cabeza mientras salía del coche, sintiendo la lluvia caer sobre ella.
Disfrutó de aquel momento, gotas recorriendo su tez y brazos pero no se permitió demasiado tiempo de disfrute, ya que, bajo el agua, se puso a observar cada ventana de aquel domicilio, puesto que, si debía entrar en este, lo primero que tendría que hacer sería buscar la manera de arremeter contra aquella puerta de madera antigua, la cual, disfrutaría destrozando su hombro en un solo golpe.

Sangre blanca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora