Capítulo 2

4 1 0
                                    

Las clases no me iban mal, me dedicaba a mi estudio. Tenía muchos amigos y había conseguido entrar en el equipo de baloncesto. Desde muy pequeño me había gustado ese deporte. Mis mejores amigos eran unos vagos, no se dedicaban a ningún deporte pero sí que estudiaban. Nuestro sueño había sido poder ir a la universidad juntos, pero eso puede ser bastante difícil. Hay pocas probabilidades de que coincidamos en la misma universidad. En ese momento escuchaba como Ricky hablaba de su novia Leyla y Luke lo interrumpía con comentarios obscenos mientras caminábamos hacia la salida del instituto. Pasé junto a Ivette, sentí como si el tiempo se congelase. La miré, ella ni se molestó. Dirigí la mirada al suelo, apenado. ¿Nunca me hablaría?¿Ya se ha olvidado de los años de amistad que tuvimos?Duele.

La trigonometría siempre se me había dado bien, nunca me había costado estudiarme lo que íbamos viendo. Mordía mi lápiz, ya desgastado. Dí por hecho que ya era suficiente y dejé los libros a un lado, abrí mi ordenador portátil. No sabía muy bien que hacer, me aburría.
-Iron cariño iré a hacer unas compras, estaré aquí a las nueve.
-Vale mamá.
Cuando mi madre decía compras, no se refería a tres cosas. Si no a estar horas y horas en la tienda. Ella prefería ir tarde, había menos gente y por lo tanto no se entretenía a hablar y no había demasiada cola.
Al oír la puerta apagué el ordenador y cogí un abrigo, estábamos en invierno y hacia demasiado frío. Bajé y me dirigí a casa de Ivette, me escondí entre arbustos para poder observarla leer en su ventana. Sí, sé que es un poco acoso. Pero es fascinante esta chica. Es todo un misterio. Siempre tan callada, medias sonrisas por medio. Podía pasarme horas enteras observando cómo leía.
Sus padres salieron de su casa, iban muy arreglados posiblemente irían de cena. O quizás la señora Mayson tiene una reunión importante con la asociación que recauda fondos para la biblioteca de la ciudad. Pronto perdí de vista su Ford Mondeo plateado. Ivette miró hacia donde yo estaba y me escondí más, cayéndome y arañándome con las ramas.
- Iron, deja de hacer el tonto. Te veo.
Me levanté lentamente, rápidamente adopté una posición relajada.
-Yo solo pasaba por aquí, perdona sí te molestaba yo... Creo que me voy.
Me di la vuelta y oí un golpe sordo, me volteé para ver a Ivette con sus manos en su chaqueta caminando hacia mi.
-Te veo todas, pero todas las noches. Sé que me observabas. Y no me molestas.
-Esa no es la impresión que me has dado todos estos años.
Permaneció en silencio, sus labios formaban una línea recta. Luego se transformaron en una sonrisa y supe que no iba a contestar, al menos a eso.
-¿Sabes a dónde voy hoy?.
-Uh... No sé, ¿A dónde?.
-Voy a Las Vegas.
Abrí los ojos, no podía creer que se fuese a Las Vegas, está muy lejos de Minnesota.
-¿Cómo vas a ir a Las Vegas?¡Te llevará más de un día!.
-Corrijo, nos llevará más de un día.
Mi sorpresa aumentó, ¿Estoy seguro de haber oído bien?¿Con nos se refería a... Nosotros?
-No, no pienso ir. ¿Has visto cuantos kilómetros hay de aquí a allí?.
-No era una pregunta. Necesito un coche. No te he pedido que te quedes ahí conmigo. Y no tengo carnet de conducir, no quiero que me pille la pasma.
-¿Por qué exactamente me lo pides a mi, que llevas años sin dirigirme una palabra?Ni siquiera me has mirado.
-Porque tú, eres el único en quien puedo confiar. Los demás son mis amigos por el simple hecho de que soy Ivette Mayson y no otra persona. Tú no lo eras por eso, siento haber sido una mala amiga. Quizás yo sea como todos los demás.
Bajó la mirada.
-Iron, te necesito.
Esas tres palabras, catorce letras... Pudieron conmigo. Estoy casi seguro que viniendo de otra persona no habría aceptado, es ella que... Hace conmigo lo que quiere.
-Está bien, iremos a Las Vegas.
Sonrió y quedemos en un silencio mirándonos, al final me abrazó. A mi me pilló de sorpresa, aun así rodeé su espalda.
-Gracias. Te he echado de menos-Susurró y sentí su respiración en mi cuello, cosa que me hizo estremecer. Ella se apartó y quedemos en un silencio incómodo.

Mamá, he cogido el otro coche. Iré a Las Vegas. No te preocupes por mi, volveré pronto. Te quiero
Pegué la nota en la nevera y cogí una mochila con dinero, comida y mantas. Salí de casa y me encontré a Ivette apoyada en el coche de brazos cruzados y su gran sonrisa en la cara. Subió al coche y yo dejé la mochila en el asiento tercero del ocho plazas que compró papá. Luego subí al coche y metí la llave, miré al frente para reflexionar sobre lo que iba a hacer. Ivette me miraba, a la espera de que dijese no. Pero no iba a rajarme, no ahora.
-Las Vegas, allá vamos-Dije y arranqué, ella sonrió y aplaudió.
-¡Allá vamos!.

Ya estábamos en la carretera, no habíamos hablado de momento. Ivette apoyaba el brazo en la ventana y su barbilla en la mano, el viento te chocaba en el rostro haciendo que su pelo volase. Se veía increíble. Miré al frente, no quería tener un accidente. Pensaba estudiar.
-¿Y a qué vas a Las Vegas?
-Realmente no lo sé, nunca lo he sabido. He recorrido parte de Estados Unidos, sin saber a que.
-No te entiendo.
-Pues cuando me entiendas, me lo explicas. Porque yo tampoco me entiendo. Quizás sí hay un por qué. Quiero saber quién soy, todavía no lo he descubierto. Necesito saberlo.
Permanecí en silencio. No solo era un misterio para los demás, si no también para ella misma. Si ella no era capaz de comprenderse... ¿Quién iba a comprenderla?.
-Ese siempre ha sido mi mayor misterio, y el único que aun no logro descifrar. Por eso viajo, para encontrarme a mi misma. Porque sé que está por allí. No quiero que me juzguen por lo que hago, si no por quienquiera que soy.
Asentí, sin aún comprender.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 13, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Hey, hey, heyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora