Alma
—¡Vamos Alma, que llegamos tarde!
Apenas podía andar derecha con los altos tacones de Olivia, mi mejor amiga desde que íbamos al jardín de infancia. Acorté la distancia, poniéndome a su altura e intentando estabilizarme al poner mis manos en sus hombros.
—¿No habías pedido un taxi? —exclamé entre jadeos—.
—Y aquí está —dijo ella sonriendo, mientras saludaba al precioso deportivo de Jim, mi novio, que aparcaba frente a nosotras—.Olivia abrió la puerta y ambas entramos en los asientos traseros.
—Hola, preciosas —dijo el conductor, mientras se acercaba a mí y me daba un casto beso en los labios. Como siempre, estaba perfectamente peinado y olía a su colonia favorita—. ¿Qué tal en White Bay?
—Aburrido como cada año. Tres meses sin vosotros se me hacen eternos.
—A nosotros también, pequeña —volvió su mirada a la carretera y arrancó el coche—. ¿Preparada para la fiesta?
—Totalmente —dije entre risas—.Al sentarme de nuevo, percibí la presencia de otro chico en el asiento de copiloto. No lo había visto antes, de eso estaba segura.
—Alma, él es Ian, mi novio —ese título me hizo abrir los ojos como platos—. ¿Cómo éstas, nene?
—Perfectamente, Oli —se acercó y le plantó también otro beso—. Un placer, Alma. Me han hablado mucho de ti.
—Igualmente, Ian. Espero que te hayan hablado bien —dije mientras miraba pidiéndole explicaciones a Olivia, que se encogía de hombros con una sonrisa pícara en los labios—. Nunca te había visto antes por aquí.
—Es inglés, Alma —me contó Olivia—. Se mudó al principio de verano. Estará este curso en nuestro instituto.
—Genial —sonreí con sinceridad—. ¿Te han hablado ya de la famosa fiesta de West Beach?
—Sí, me han contado algo sobre ella —sus ojos azules me miraron gentilmente—. Parece una gran fiesta.
—Lo es, ya lo verás. Te lo pasarás bien con una compañía como nosotros.
—¡Venga, chicos! —vociferó Oli, mientras gesticulaba con las manos—. ¡Hagamos de esta la mejor noche de nuestras vidas!Y Olivia no se equivocaba. Pero la noche no empezó tan bien como esperaba.
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Sand in our hands
Teen Fiction«A veces lo único que necesitamos es a alguien que recoja la arena que se escapa entre nuestros dedos» Alma vivía como cualquier otra persona. Respiraba 20 veces por minuto, mordía su labio inferior 145 veces por hora y sonreía mucho todos los días...