Capítulo 1

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Capítulo 1

"Mierda"

Vuelvo a llegar tarde. Eso de vivir tan cerca del instituto hace que me confíe demasiado. Pero bueno, que le voy a hacer, la verdad es que los horarios y yo nunca nos hemos llevado bien.

Las sabanas se me han vuelto a quedar pegadas, y ya puedo oir a mi padre trasteando en la cocina coo cada mañana. Me desperezo y voy a la ducha, no me van a dejar entgrar a primera hora en el instituto así que tampoco hay por qué apresurarse.

"Odio los Luenes"

El agua barre todo residuo de sudor y sueño de mi cuerpo y por fin me siento despierta, y necesito un café. Urgente.

Vaqueros negros, jersei ancho de lana blanca y btas negras ya puestas, me dirijo a la cocina para prepararme el capuccino diario, pero, como cada mañana, mi padrre me espera en el jardín disfrutando del frio sol de invierno con dos tazas de humeante café recién hecho.

-Buenos días, pa!

Me da un beso en la mejilla y me ofrece un cigarro con una sonrisa en la cara. Que no se pierdan las costumbres.

-Buenos días, princesa. No te ha sonado la alarma?

-Si que ha sonado, papá, lo siento pero no la he escuchado... Ya sabes como soy cuando estoy dormida.

-Gracias a Dios he tenido 17 años para costumbrarme - Ríe y yo río con él. Las mañanas con mi padre son lo mejor, no hay día que no las disfrute. - De todas formas, Manu, necesito pedirte que más cuidado, ya me llamó tu tutora la semana pasada para hablar sobre el tema de tus faltas...

-Lo sé, intentaré andarme con más cuidado, prometido! Y ahora me voy a clase o tampoco llego a segundar hora. - Me levanto de la mesa del jardín y le doy un beso en la mejilla para despedirme. - Te veo luego, vale? Dale un beso a mamá de mi parte.

-Claro, cariño. Y, Manu? Cuídate, por favor...

Su mirada de preocupación me asusta un poco, pero con un "si, si" rápido corro hacia la puerta del jardín y una vez ya en la calle me pongo los cascos y con la música a todo volumen me dirijo a clase.

Gracias a Dios no tengo que caminar más de cinco minutos hasta llegar a la puerta, vacía por supuesto, a excepción de un chico sentado en una moto con el casco puesto. Está de espaldas a mi así que no puedo saber si es un adolescente rebelde o uno de esos padres que esperan a su hijo. Pero deshecho la segunda idea al darme cuenta de que son las 9 y el día escolar acaba de empezar.

El chico se gira y nada más verme, se monta en su moto y se va.

Días raros, dicen.

-Casi tarde otra vez - me susurra Emi una vez me siento junto a ella en la última fila de clase, un segundo antes de que el profesor de literatura entre en clase y comience con su asignatura. -Te voy a regalar una alarme odiosa de esas, tía.

-No me llames tía, Emilia, por lo que más quieras.

Emi sonríe con los ojos y me saca la lengua. Sabe que odio a las Barbies.

La mañana transcurre lenta, para variar, y me cuesta creer que estoy escuchando el timbre que da por finalizadas las clases de matemátias y que s deja libres para ir a descansar por media hora.

Lo que más me gusta de este colegio es que en vez de tener un espacio propio para el recreo, abre las puertas y nos deja salir a la playa de enfrente o a los bares de al lado. Normalmente, Emi y nuestro grupo de amigas vamos al muro que está sobre la playa, pero hoy decidimos ir a Home, Sweet home, ya que hace mucho frío para estar sentadas al viento, y en Sweet tienen chimenea.

Cadenas desde el Midgard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora