Capítulo cinco: Fallas.

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El tatuaje que Alex me hiso es un dragón chino, en tonos azules y negros.

Sentir el sol en la cara es mágico, al igual que el beso que Alex me regaló. A partir de aquel beso, se me abrió todo un mundo de sensaciones, pensamientos y sentimientos que creía que jamás experimentaría. Incluso soñé. Bueno, no fue un sueño literal, simplemente fue el recuerdo de mi «primer beso» repitiéndose mientras estaba de vuelta en el techo, cargando las baterías con la luz lunar.

La que irrumpió aquel momento mágico fue Shina, quien, después de encontrarnos de esa manera, sus sentimientos quedaron expuestos a tal modo que comprendí finalmente lo que la une a enamorada de él, pero no es correspondida así que debe conformarse con ser su amiga.

Desde el primer momento en que lo vi, supe que Alex poseía ciertas tendencias homosexuales, que quedaron claras ayer por la noche. Por eso Shina me guarda tanto rencor, porque yo tengo todas las cualidades que ella no tiene para enamorar a Alex. Si solo supiera lo que realmente soy...

Estoy las calles del centro, rodeado de edificios destruidos y abandonados, esperando para que nos entreguen la mercadería (armas) de la semana. Como son pesadas, es mi trabajo cargarlas. Y, la mejor parte, es que Alex está conmigo.

Cuando me comentó que debía ir con él a buscar esas armas, estábamos en el almuerzo. Obviamente no ingerí ni una pisquita de sal, con la excusa de que seguía muy «traumado» como para comer algo. Tenía a Peter a mi lado, cuando Alex se me acercó con Shina a su espalda.

—Hey, colo —me dijo, pero ya tenía mi atención desde que entró al comedor—. Vendrás conmigo a buscar las armas.

—Claro —respondí. Aunque yo hubiese ido incluso si me lo hubiese ordenado, y él lo sabe.

Luego, Shina, clavándome su mejor mirada de odio, dijo:

—Creo que debería ir yo, así estarías más seguro.

Ya entiendo que no es el hecho de que ella no me tiene confianza (lo cual sigue siendo verdadero), sino el hecho de que está celosa de mi pronta cercanía a Alex.

—No, con él me basta —respondió, casi desafiándola.

—¿No quieres llevarte también a Peter? Podría servirles —replicó entre dientes.

Peter, notando toda la tensión, simplemente se levantó y se cambió de mesa. Eso dejó en claro que Alex iba a llevarme a mí y solo a mí. Los comentarios y sugerencias de Shina valían lo mismo que pájaro sin alas.

Así que aquí estoy, con Alex a un metro de mí, esperando lo qué sea que traiga la mercadería.

—Te gusta mucho el sol —afirma. Escucho sus pasos detrás de mí; se está acercando.

—Hemos estado varios días sin él. Es mejor disfrutarlo —respondo. Cuando termino de hablar, él ya se encuentra a dos centímetros de mi espalda.

—He notado que te pongo nervioso —dice, pareciendo divertido. A Alex le gusta tener el poder sobre los demás.

—¿Por qué lo dices? —Corre sus dedos por la parte trasera de mi cuello.

—Porque no respiras cuando estoy cerca —responde—. Lo noté anoche.

Por momentos me olvido de mover los hombros o mismo la panza, pero si alguien está muy cerca, como Alex ayer por la noche, se daría cuenta al instante de que no respiro. Yo no quería que él pensara que soy un chico nervioso ante el primer roce, pero es mejor esa historia que otra.

En ese momento, mi campo visual detecta movimiento aéreo en la esquina de un edificio. Amplio la imagen: es un dron clase BETA-XZZ, de los más pequeños y ágiles que hay. Del aparato pende de una soga una caja de tres metros por cuatro de ancho, supongo que con las armas dentro. En tres segundos, el dron deja caer las armas a cinco yardas de nosotros.

Fallas [Gay/Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora